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Un tal Daneri: un detective de barrio, un pesado sin esperanzas

Carlos Trillo se apropia del tradicional policial negro norteamericano.

14 de julio de 2023. Iván de la Torre

Qué: Un tal Daneri Autores: Carlos Trillo (guion); Alberto Breccia (dibujo) Editorial: ECC El Catálogo del Comic Año: 2020 Páginas: 72 Precio: 14,20 €

Como Ray Collins en Precinto 56, Robin Wood en Savarese o Carlos Sampayo en Evaristo, Carlos Trillo se apropia del tradicional policial negro norteamericano dándole una personalidad y un estilo propios a través de un antihéroe muy poco convencional.

Definido acertadamente por su creador como “un detective de barrio, un pesado sin esperanzas”, Daneri funciona como la contracara del detective tradicional porque, en vez de ayudar a evitar la tragedia, siempre termina provocándola: asesina al hombre que debe proteger, entrega a un amigo a las personas que quieren matarlo, lleva (sin darse cuenta) a un anciano hasta la casa donde su hija disfruta torturándolo hasta volverlo loco, le arruina la carrera a un pianista engañado por una joven modelo («La historia es al revés, Daneri. Él, Marengo, la dejó a ella. No lo pudo comprar con la guita que gana con esa cara hermosa que tiene, y como ella es 'importante' hizo que lo echaran de varias orquestas sucesivamente. Hasta que él vino a dar a ese agujero roñoso y creyó que iba a poder estar tranquilo por fin. Pero no, Ahora apareció usted») y encuentra al hombre que le “robó” una mujer a otro hace cincuenta años, generando un duelo a cuchillo en plena noche entre dos ancianos:

«Méndez: "Salga, Ferrari. ¡Soy yo, Méndez! ¡Salga que lo estoy esperando! ¡Usted me robó a la Rosa! Usted se la llevó. Ella misma me lo dijo en la carta que me dejó aquella noche. Entonces juré buscarlos, encontrarlos y matarlos, Ferrari. Y pasaron muchos años, y muchos hombres recibieron el recado de hallarlo. Y, por fin, hoy uno lo encontró. ¡Salga, Ferrari, o entraré a buscarlo!

Ferrari: ¡Méndez, no! Por qué no me dejó explicar. La Rosa quería venirse conmigo, pero yo no acepté. Por usted no acepté, Méndez. Entonces ella enfurecida se fue sola, o con algún otro. Y dejó esa nota que usted dijo. Seguro que para que usted y yo nos agarráramos y nos matáramos. Yo no sé. ¿Por qué tuvo que pasar esto después de tantos años? ¿Por qué me quiere decir?».

Trillo contó el curioso nacimiento de esta novela gráfica que significó su primer trabajo junto a Breccia: "En 1974, después de la muerte de Perón, empezamos a preparar la revista humorística Mengano y pensamos que, cada tanto, no le vendría mal tener una historieta y hablamos con Alberto Breccia. El Viejo me pidió que le preparara un guion y yo escribí el del hombre con la marca en la cara. Para que pudiéramos publicar otro capítulo, Breccia pidió demasiada plata y no la pudimos seguir, ya que en la revista teníamos un presupuesto muy ajustado y muchos colaboradores fijos a sueldo. Pero igual Breccia me dijo que le gustaría continuarla y así hicimos dos episodios más que aparecieron en la revista Sancho, una rareza que duró muy poco. Cuando terminamos los tres primeros capítulos, Breccia viajó a Italia y se la vendió a la revista Linus, de la Milano Libri, que pidió más capítulos; y a la editorial de libros Editiemme, que la sacó en un álbum. Como cada aventura era auto conclusiva nunca planteamos ningún final. Terminó porque se acabaron los editores que querían comprarla. O porque Breccia empezó con los mitos de Cthulhu, no me acuerdo. Daneri de detective tiene poco, es más bien un pesado con una suerte de moral. Algo así. Lo de Mataderos, que nunca se nombra en la historieta, es parte de la leyenda que salió de los reportajes que le hicieron a Breccia. Ese detective de barrio, ese pesado sin esperanzas, tenía que tener un clima así. Y Breccia tenía un Mataderos en su cabeza y en sus recuerdos, así que, si hubo una idea de situarlo allí, claro, fue de él".

El propio dibujante reconoció: "Mataderos era un barrio que se me fue metiendo muy adentro. Yo creo que en Un tal Daneri salió algo de lo que yo veía en esos años de juventud. Esos paredones de ladrillo, esas calles de barro, esas nubes que parecían estar al alcance de las manos de tan bajas. En Mataderos yo vi dos duelos criollos protagonizados por el Pampa Julio, un príncipe ranquel que se había hecho guapo. Uno de esos duelos, me acuerdo, era sólo a planazos, y se iban rebanando de a poco. Sí, ese era el Mataderos de Daneri. Me acuerdo de un diario que vendían de noche en el barrio, con un parlante. Era un diario escandaloso, con chismes malintencionados, aunque casi siempre eran verdad. Por el parlante adelantaban algunos de los titulares de este diario: que Fulanita de Tal andaba zanguaneando con Zutanito de Cual. Y no era difícil que el papá de la chica fuera un vigilante, o un pesado. Y entonces el tipo, ofendido, iba a casa del novio y lo corría a talerazos, los dos en medio de la noche. Sí, se armaban cada podridas".

El tono predominante, tanto en el texto como en el dibujo, está marcado por esa oscuridad, una negrura sin fin que contamina los escenarios donde transcurren las historias, pero también a los propios personajes, hombres y mujeres conscientes de que no existe redención posible tras toda una vida de fracasos, incluyendo al propio Daneri, cuyo único caso exitoso (salvar a su amiga Nélida, una vedette en decadencia, de su marido, un psicópata que planea matarla la misma noche del casamiento para quedarse con su dinero) se convierte finalmente en otra derrota más:

«Daneri: Era un asesino, Nélida, menos mal que me acordé a tiempo.

Nélida: Yo lo sabía. Sabía bien quien era, Daneri. Pero era un buen final para mí, ¿no creés? Con las fotos en los diarios en primera plana, como en los viejos tiempos.

A veces evitar una muerte significa simplemente alargar una agonía».

Pocas veces en una serie se dijo tanto con tan poco.

 

Comentarios en estandarte- 1

1 | Luz María Mikanos 06-10-2023 - 23:43:51 h
La importancia en las narraciones, de la brevedad, si alcanzan la profundidad necesaria. Una reseña para destacar! Gracias!