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Spaghetti Bros: el cómic que inspiró a 'Los Soprano'

La vida de los Fratelli Centobuchi, una disfuncional familia italiana.

25 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: Spaghetti Bros Autores: Carlos Trillo (guión); Domingo "Cacho" Mandrafina (ilustraciones) Editorial: Planeta DeAgostini Año: 2007 Páginas: 210 Precio: 30 €

Mezclando el cine mudo, la comedia de enredos y el policial negro, Carlos Trillo cuenta la vida de los Fratelli Centobuchi, una disfuncional familia italiana formada por un mafioso (Amerigo), un sacerdote (Francesco), una asesina (Carmela), un policía (Antonio) y una actriz (Caterina).

Además de adelantarse varios años a Los Soprano (obra a la que seguramente inspiró), Trillo se burla de las tradicionales películas y series prime-time donde cualquier conflicto, por duro que sea, puede resolverse dentro de la familia (base, por otra parte, de un clásico como El padrino, de Francis Ford Coppola) porque en Spaghetti Bross sucede exactamente lo contrario: los protagonistas son tan complejos y retorcidos que ni siquiera ellos mismo pueden explicar sus acciones, reacciones y emociones en un entorno tan tenso que el mínimo gesto puede desatar las lágrimas o terminar en un brutal asesinato.

Antonio, uno de los personajes centrales de esta extraordinaria ficción, sintetiza muy bien la situación: «¿Por qué elegí ser policía mientras mi hermano Amerigo eligió ser gánster? ¿No es rarísimo que mi propia hermana Caterina sea estrella de cine y se vea obligada a ocultar hasta su verdadero nombre bajo su personalidad apasionante de Gipsy Boone? ¿Por qué Frank es cura y abrazó la fe en lugar de abrazar a una mujer? ¿Qué hizo que la melliza de Frank haya elegido una vida normal?  Casada, con un hotelero... dos hijos... cocina, zurce medias y lava camisas. A veces pienso que debe aburrirse».

Como sus colegas Robin Wood, Carlos Sampayo, Ricardo Barreiro y Carlos Albiac, Trillo se apropió de un formato popular para de-generarlo, revitalizando personajes esquemáticos (el mafioso, el sacerdote, el ama de casa aburrida…) a través de la parodia, el humor y el grotesco llevado al límite con un tono que recuerda al mejor Manuel Puig: «[Julia Vernon] es una buena muchacha, muy buena... estuvo de novia con un trompetista de jazz... muy enamorados estaban... Pero a él lo mataron hace un año en un tiroteo de gánsteres, en un local nocturno... Iban a casarse.... Quedó muy mal, pobre chica. Y muy sola. Su hermano menor está internado en un manicomio y su madre está en un hospital, muriéndose de a poco... creo que ella sigue adelante, cantando con esa voz maravillosa, porque tiene demasiadas responsabilidades sobre esos frágiles hombros doloridos».

Cada uno de los integrantes de la familia Centobuchi (con excepción de Amerigo, cuya brutal vida como asesino y matón está expuesta claramente desde el principio, cuando golpeaba brutalmente a sus compañeros de escuela y cobraba a sus amigos para ver a Carmela desnudarse en el baño) tiene un secreto que ocultar pero, como en toda gran tragicomedia, continuamente se producen revelaciones que le permiten a Trillo montar, ayudado por el inmenso talento de Mandrafina, escenas propias del cine mudo, con los hermanos participando de verdaderas batallas campales donde sus caras gesticulantes quedan siempre en primer plano, creando una serie tan elástica que permite, como Aquí, la muerte, el gran clásico de Albiac y Oswal, incluir toda clase de situaciones disparatadas (por ejemplo, Francesco golpeando con una inmensa cruz de madera a Amerigo luego de enterarse que violó a la angelical Julia Vernon) sin perder su credibilidad ante el lector porque, más allá de sus excesos, los Centobuchi aparecen siempre como seres humanos, personas obligadas a ser parte de una familia a la que pueden odiar pero nunca dejar porque los unen secretos y miserias inconfesables ante todos los demás.

El propio Trillo reconoció: “Los gánsteres tomados en serio o tomados en solfa, son carne de cine y literatura negra. Uno los ha visto, en serio como en el Scarface (Brian de Palma) o en broma como en la película de Woody Allen, Disparos sobre Broadway, donde el delincuente quiere colaborar en una obra teatral, aunque para ello tenga que matar a una mala actriz. Ha habido demasiados gánsteres fingiendo llorar cuando los están por matar para que el pobre jovencito descarriado no siga sus pasos, o pegándole con una pala a un pobre tipo hasta convertirlo en pulpa (Buenos Muchachos, de Martin Scorsese). Los hermanos Coen, los viejos directores de cine norteamericanos, la literatura de Jim Thompson y también la de Dashiell Hammett nos han mostrado galerías infinitas de gánsteres, uno no tiene escapatoria entonces. Fíjate que, después de los Spaghetti Brothers hubo un éxito televisivo con Los Soprano, que en clave contemporánea (que es más económica de producir) toma algunos temas de los que también abrevamos nosotros. Tenemos una ventaja, con las historietas: podemos ir a la época que se nos antoje sin tener que calcular los costos de producción (ese es nuestro privilegio). La familia de los Spaghetti Brothers, con su cura, su policía, su gánster, su actriz ínfima y su falsa ama de casa resignada, me dieron un grupo maravilloso para trabajar. Funcionaron todos los mecanismos para poder escribir esas historias de ocho páginas cada una con todas ellas entrelazadas en el caldo espeso de esa familia tan interesante… No hay tragedia que, en algún momento no tenga risas. La muerte produce los chistes en los velorios. No sé, no se puede separar una cosa de la otra, se ríe y también se llora, se sufre y se goza, es la vida, me parece. A mí me divertía la idea de que el cura le pegara con la cruz en la cabeza al gánster cuando se mandaba alguna cagada. Me reía mucho, y hoy me dicen que es un gran testimonio de época, ¡y yo ni siquiera había ido a Estados Unidos! Esos asesinos ridículos, capaces de llorar porque se han hecho una mancha de tuco en la corbata mientras son también capaces de asesinar a su abuelita por un puñado de dólares, me gustan mucho. Y en la secuela, Viejos Canallas, apareció el aspirante a escritor-de-la-gran-novela-americana que investiga a su propia familia para escribir una saga que pase a la historia. Funcionaron todos los mecanismos para poder escribir esas historias de ocho páginas, cada una con todas ellas entrelazadas en el caldo espeso de esa familia tan interesante… La parodia suele esconder la mejor crítica y los dardos más envenenados”.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 09-10-2023 - 03:52:33 h
Interesante la perspectiva en la reseña de De la Torre, señalar en la obra la racionalidad del ser humano, con su eterna pregunta de los porqué! Un gran tema! (agrego que además me encanta de esta historieta, el dibujo reflejando la distinción de la mujer)

2 | Ivan 25-03-2024 - 17:31:09 h
Uno de los grandes clásicos de la dupla Mandrafina-Trillo!