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Vida y obra de Rainer Maria Rilke

El poeta que vivió para la poesía y halló inspiración en Ronda.

22 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Rainer Maria Rilke

«Reconozca que se moriría usted si le prohibieran escribir», escribe Rilke a ese joven poeta –Franz Xaver Kappus– en respuesta a su petición de lectura y consejo. Esa primera carta, de las diez que componen Cartas a un joven poeta recoge la correspondencia que ambos mantuvieron hasta 1908 y que vieron la luz en 1929.

El profundo mensaje de estas cartas, se puede considerar como una declaración de intenciones ante la escritura por parte de Rilke, al tiempo que le transmite su concepto de la vida, del arte, de la religión…; de las condiciones indispensables de la poesía: la interioridad, soledad, recuerdos (aprovechamos aquí para recomendar la estupenda edición de Nørdica Ediciones, 2021, con la magnífica introducción que escribió el destinatario, la traducción de Isabel Hernández y las ilustraciones de Ignasi Blanch).

Esa declaración es fiel retrato de una vida que –con todas sus contradicciones– caminó al compás de su necesidad de escribir, de intimidad y aislamiento, de huida de la realidad.

Una vida que se revela en una obra siempre en busca de la perfección que hace de él una de las voces poéticas más importantes del siglo XX europeo y el más significativo en lengua alemana después de Goethe.

Rainer (René de nacimiento) Maria Rilke nació en Praga en 1875, ciudad donde también pasó su infancia y adolescencia, dos etapas imposibles de calificar como felices: la madre, que abandonó la familia en 1884, quiso hacer de él la hija que perdió, y el padre le matriculó en la Escuela Militar cuando solo tenía once años. Allí permaneció hasta que en 1891 tuvo que abandonarla por motivos de salud. De aquellos años solo quedaron tristes recuerdos.

De vuelta a casa, se preparó para para el ingreso en la universidad. Estudió Literatura, Historia del Arte y Filosofía en Praga y Múnich. Para entonces ya había empezado a escribir, y si bien en su primera obra Vida y Canciones (publicada en 1894) se adivina una juventud influenciada por Heinrich Heine y las formas del momento, su posterior relación –de intenso amor– con Lou Andreas-Salomé, alumna de Freud y varios años mayor que él, le acercó al psicoanálisis y le encaminó hacia una madurez personal y artística que plasmaría en una extraordinaria obra en verso y prosa, que caminó al compás de sus experiencias.

Con Andreas-Salomé comenzó su vocación itinerante. Paseó por Italia y viajó a Rusia y Moscú, allí conoció a Leon Tolstói y descubrió la mística ortodoxa. En esa época comenzó a bosquejar El libro de las horas, un poemario en tres libros: El libro de la vida monástica (1899), El libro de la preparación (1901) y El libro de la pobreza y la muerte (1903),escrito en forma de plegaria, con gran riqueza de lenguaje e imágenes, reflejo de un camino de divinización, belleza, amor o naturaleza que conducen a ese mundo de silencio, soledad y muerte tan querido por Rilke.

De Rusia vuelve a Alemania y se establece en una colonia de artistas en Worpswede, cerca de Bremen. Conoce y se casa con la escultora Clara Westhoff, con la que tiene una hija, Ruth. La convivencia dura dos años desde de la primavera de 1901 hasta el verano del 1902, aunque nunca se separaron.

El viaje a París para escribir un ensayo sobre Rodin –del que fue secretario entre 1905 y 1906– supuso una suelta de amarras y un paso nuevo en su vida.

Allí, en esa ciudad que sería la suya largos periodos de tiempo, se movió en un ambiente artístico estimulante, pero también lleno de penalidades y apuros económicos.

De aquellos años parisinos son Los nuevos poemas, Segunda parte de los nuevos poemas y Réquiem, escritos en 1907, 1908 y 1909 respectivamente; y una novela Los cuadernos de Malte Laurids Brigge escrita a modo de diario con mucho de autobiográfico, donde describe con estilo rupturista la vida y problemas de un joven pobre pero de linaje que deambula por París, y del que se vale –siendo al tiempo él mismo quien habla– para volver a los temas que jalonan toda su obra. Es, como las Cartas a un joven poeta, el relato de una manera muy personal de enfrentarse al mundo.

Y se enfrenta viajando, viviendo en casas de amigos, entregándose al amor del momento y siempre resguardando su intimidad. Se mueve por Venecia y se enamora de ciudades españolas como Toledo, Sevilla, Córdoba y Ronda donde trabajó en la sexta de las Elegías de Duino, un poemario bautizado con el nombre del castillo –Duino– propiedad de su amiga y protectora Marie von Thurn und Taxis-Hohenlohe.

Allí, en el castillo de Duino, vivió y concibió la mayor parte de estas elegías –diez en total– y allí paseando, concibió un verso: «¿Quién me escucharía entre la cohorte de ángeles si grito?», que serviría de punto de partida para hablar de lo efímero y lo indestructible de la vida, un largo diálogo entre hombre y ángel que iniciado en 1912 terminaría en 1922 en el castillo de Muzot (Valais, Suiza).

Fueron años difíciles, en los que Europa se enfrentó a la Primera Guerra Mundial, y en los que Rilke, tras ser movilizado y luego dispensado del servicio, trató de huir de las consecuencias de la guerra y posguerra, moviéndose de un lugar a otro en busca de tranquilidad y en los que alternó las elegías con los Sonetos a Orfeo, otra de sus obras cumbre, desarrollada en torno al momento en que la vida y la muerte se unen.

Para el poeta, y en estos sonetos lo pone en evidencia, la muerte está siempre presente, la muerte es propia, la muerte es el acto más personal que el ser humano pueda realizar.

Su salud, siempre precaria, se resiente de forma seria y debe permanecer largo tiempo internado en dos sanatorios suizos, Schöneck y Valmont; viajó a París huyendo de la enfermedad, y no dejó de escribir. De este último periodo son Gong y Mausoleo, una extensa obra lírica en francés, y su estrecha relación con la artista Elisabeth Dorothea Spiro (Baladine Klossowska), madre del que años después sería el famoso pintor Balthus.

El 29 de diciembre de 1926, Rainer Maria Rilke muere de leucemia en el sanatorio Valmont. Su entierro tuvo lugar el 2 de enero de 1927. Su obra, de un elevado valor lírico permanecerá siempre en las estanterías para ser descubierta o redescubierta con nuevas miradas.

 

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