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Vida y obras de Dulce Chacón

Compromiso desde una literatura de belleza poética.

22 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Dulce Chacón

Biografía de Dulce ChacónDulce Chacón nació en Zafra en 1956 y murió demasiado pronto, en 2003 con solo 49 años, en Madrid. Allí vivía desde que su familia, tras fallecer su padre cuando ella tenía once años, decidió dejar Extremadura. Su padre fue alcalde de Zafra en tiempos de Franco y escribía poesía –lo hacia abajo el seudónimo Hache, que también utilizaría ella–.

En su casa le inculcaron el amor por las letras, pero en cuestiones políticas ella viró hacia la izquierda. Su marido, el productor teatral Miguel Ángel Alcántara –fallecido en agosto de 2019– diría de ella: "Fue una luchadora, de izquierdas, agnóstica y peleona y su mejor arma era la palabra y la escritura".

En Madrid estudió en un internado. Para ella fue lo más parecido a la cárcel, pero gracias a esa experiencia empezó a escribir poesía. La liberaba. Y ya no se apartó de la literatura: su gran pasión. Su hermana gemela, Inma Chacón, contaba en una entrevista que Dulce le había dicho: "Inma, cuando escribas, vas a saber lo que es vivir y no te conformarás con sobrevivir". E Inma escribió.

La historia de cómo comenzó es bonita y triste: Dulce tenía en la cabeza una novela cuando le diagnosticaron el cáncer, este fue fulminante y le robó el tiempo para desarrollarla –y para tantas otras cosas y vivencias–. Le pidió a su hermana que lo hiciera por ella. Inma Chacón se estrenó en la narrativa con La princesa india, que respondía al encargo de su hermana. “La historia que Dulce quería contar no la sabía nadie, ella tenía la novela en su mente, ninguno sabíamos nada de cómo quería contar la historia.  Yo hice la novela que a mí me hubiera gustado leer. Escribirla fue la manera de sobrevivir después de su muerte”, explicó Inma en una entrevista en 2014. Como su gemela, Inma no ha podido dejar de escribir. La primera persona que lee lo que escribe es una de sus sobrinas, hija de Dulce.

Fue en 1992 cuando Dulce Chacón publicó su primer libro, era de poesía y se titulaba Querrán ponerle nombre; le siguieron Las palabras de la piedra y en 1995 Contra el desprestigio de la altura y, con él y por él, el Premio Ciudad de Irún en 1996. Después de esos tres libros de poesía, en 1996 apareció su primera novela, Algún amor que no mate, que ella misma adaptaría al teatro tiempo después y en el que abordó el conflicto de una mujer maltratada.

Sus libros delatan sus inquietudes, sus luchas y sus intereses en esa prosa poética, bella y emocionante, casi de orfebre, como la describiría Rosa Regás. La suya fue una literatura comprometida en la que se rebelaba contra lo que consideraba injusto. No podía faltar un tema que la revolvía: la memoria histórica. En la novela Cielos de barro (2000), reconocida con el Premio Azorín de Novela 2000, la investigación de un crimen deja a la vista las heridas de la Guerra Civil, y en La voz dormida (2002) Libro del Año 2003 concedido por el Gremio de Libreros de Madrid en la Feria del libro– noveló la historia de un grupo de mujeres silenciadas tras la Guerra Civil. Para escribir ese libro, recogió el testimonio de muchas mujeres, algunas de las cuales se escondían de los vecinos porque seguían temiendo ser señaladas como “rojas”. En una entrevista en 2002 (Espéculo nº 22) cuando el escritor Santiago Velázquez Jordán le preguntó si producía resquemor hablar de la Guerra Civil, Dulce Chacón respondió con claridad: “Es necesario hablar más y contar más, para que la voz sea un instrumento de reconciliación y no un arma arrojadiza contra el otro.”

Empezó a publicar relativamente tarde, pero lo hizo de forma fecunda. Además de los libros citados publicó el cuento Te querré hasta la muerte (Entre raíles, 2003), las novelas Blanca vuela mañana (1997) y Háblame, musa, de aquel varón (1998), los libros de poemas Matar al ángel (1999) y Cuatro gotas (2003), la obra de teatro Segunda mano (1998), y la biografía de la torera Cristina Sánchez, Matadora (1998).

Gran lectora, volvía una y otra vez sobre libros ya leídos y entre sus autores de referencia estaban César Vallejo, Pau Celan, Rainer Maria Rilke, José Ángel Valente, Félix Grande, Julio Llamazares, Luis Landero o José Saramago. Con este último leyó el manifiesto que cerraba la manifestación contra la guerra de Irak en marzo de 2003. Ese mismo año viajó a Bagdad con la Plataforma Mujeres contra la Guerra. Su compromiso iba más allá de sus escritos. También formaba parte de la Plataforma de Mujeres contra la Violencia de Género y del Colectivo Hermanos, Amigos y Compañeros de José Couso, el cámara asesinado en Bagdad.

En enero de 2004, antes de que se cumplieran dos meses de su muerte, se le rindió un homenaje en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Allí familiares y amigos –entre los que había actores, cantantes, escritores– leyeron fragmentos de su obra y poemas como el que le dedicó a su hijo por su boda o el que había escrito para el preámbulo de la celebración del 25 aniversario de la Constitución. Hubo también música y testimonios de muchas, muchísimas, personas que la admiraban.

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