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Robert Silverberg: éxito temprano, consagración y caída de un referente

El referente de la ciencia ficción que disfrutó de un inicio fulgurante y un final de decadencia.

15 de abril de 2024. Iván de la Torre

Qué: Biografía de Robert Silverberg

Robert Silverberg (1935) es uno de los autores de ciencia ficción más importantes del mundo, con una carrera de más de seis décadas que comenzó en 1954 cuando, con solo 19 años, vendió Gorgon Planet, su primer cuento, a la revista inglesa Nébula. Apenas un año después publicó Revolución en Alpha Centauro, su primera novela.

Con un gran sentido del humor, el escritor reconoció que, más allá de su talento, fue ayudado por la suerte: “¡Esa primera novela! Su génesis se remontaba a casi tres años antes. Cuando yo dirigía el periódico escolar, en 1951 apareció un libro para reseñar, una novela de ciencia ficción para adolescentes publicada por Thomas y Crowell Company, una vieja empresa neoyorkina. Imbuido como estaba de Wells, Heinlein, Stapledon y demás reseñé desdeñosamente ese libro torpe e ingenuo, demoliéndolo con tanta eficacia que en 1953 la casa editora me invitó a examinar y criticar, antes de la publicación, el último manuscrito del autor. Lo leí y también lo demolí, con tanta contundencia que el libro nunca se publicó. En esta ocasión la gente de Crowell me invitó a su despacho y me dijo, textualmente: ‘Si sabe tanto de ciencia ficción, ¿por qué no intenta escribir una novela para nosotros? Acepté el desafío’”.

Silverberg tuvo otro momento afortunado al conocer, en 1955, a Randall Garrett, un autor con el que publicaría una gran cantidad de material bajo el pseudónimo Robert Randall: “Cuando estaba empezando hice multitud de historias con Randall, que vivía en la casa de al lado: sus habilidades complementaban las mías: a él se le daban bien las tramas y tenía una amplia formación científica, pero no podía mantenerse sobrio el tiempo suficiente para terminar el trabajo. Yo tenía una mayor visión del personaje y dominio del estilo, y mejor disciplina de escritura, pero carecía de sus conocimientos científicos. Trabajamos juntos durante un par de años, 1955-57, y luego nunca más”.

The Robert Silverberg Science Fiction CollectionEntre 1955 y 1959, solo o con Randall, Silverberg llegó a publicar hasta cinco cuentos por mes; gracias a esa inmensa productividad, ya ganaba más dinero que todos sus colegas, a excepción de Robert Heinlein, Isaac Asimov, Ray Bradbury y Arthur C. Clarke, los cuatro autores más importantes del género: “Dado que yo era especialmente prolífico y capaz de satisfacer las demandas de diversos mercados, desde los más altos hasta los más bajos, vendiendo más de un relato a la semana, no estaba sometido a ninguna presión económica: nada más salir de la universidad, ganaba al mismo nivel de Heinlein y Asimov. La mayoría de los demás escritores de ciencia ficción de la época eran incapaces de producir un volumen notable de material. Nada más salir de la universidad tuve un bonito apartamento de cinco habitaciones en una de las mejores calles residenciales de Manhattan, fui a Europa en 1957, etc.”.

Robert SilverbergPragmático, Silverberg adaptó su trabajo a las necesidades del mercado: llamaba a los editores para preguntarles que material necesitaban y escribía cuentos a su medida, sin intenciones de imitar a los autores que estaban renovando el género, gigantes como Theodore Sturgeon o Alfred Bester.

A comienzos de los sesenta, comenzó a escribir novelas eróticas para pagar la inmensa mansión que había comprado en Nueva York: “Yo soportaba la pesada carga de una elevada deuda por una espléndida casa que había adquirido. No habría habido manera de pagar la casa escribiendo ciencia ficción... así que produje un montón de novelitas eróticas. Nunca oculté el hecho de que las estaba haciendo, para mí era indiferente si el público lo sabía o no. Era solo un trabajo. Y era, casualmente, un trabajo que yo hacía muy bien. Creo que eran unas notables novelas eróticas”.

Todo cambió con la llegada de la Nueva Ola encabezada por los autores ingleses Michael Moorcock, Brian Aldiss y J. G. Ballard, que renovaron la ciencia ficción desde la revista New Worlds, promoviendo un enfoque literario que dejaba atrás todos los lugares comunes de la ciencia ficción tradicional escrita por Isaac Asimov y Arthur C. Clarke.

En Estados Unidos, Harlan Ellison encabezó la revolución y Silverberg no dudó en unirse a ella con una serie de cuentos de primer nivel como Para ver el hombre invisible (1963) (inspirado en Jorge Luis Borges) y el aterrador Moscas (1966).

Silverberg contó: “Yo simpatizaba con el movimiento de la Nueva Ola, porque disfrutaba de la nueva libertad inherente a escribir ciencia ficción con toda la gama de mis habilidades técnicas. Por otra parte, defendí a algunos de los escritores de la Nueva Ola frente a amigos míos de la Vieja Guardia, como Lester del Rey”.

Alas nocturnas, de Robert SilverbergEn ese momento comienza la etapa más fructífera y exitosa del escritor, que le permitiría producir una gran cantidad de novelas y relatos de primer nivel, convirtiéndose en uno de los grandes referentes de la nueva ciencia ficción norteamericana.

Este período se inicia con la novela Espinas (1966) y continuará con títulos como Estación Hawksbill (1967), El hombre en el laberinto (1968), Alas nocturnas (1969), Las máscaras del tiempo (1968), Regreso a Belzagor (1969), La torre de cristal (1970), Tiempo de cambios (1971), El libro de los cráneos (1972), Muero por dentro (1972), Nacida con los muertos (1974) y El hombre estocástico (1975).

Silverberg además publicará una gran cantidad de cuentos excelentes como Buenas noticias del Vaticano, En las garras de la entropía, Pasajeros, Schwartz entre las galaxias y Cuando fuimos a ver el fin del mundo.

El libro de los cráneos, de Robert SilverbergDurante ese periodo, que va de 1966 a 1976, el escritor explora sus grandes obsesiones personales: la inmortalidad, la culpa, la muerte y la búsqueda de la espiritualidad.

El escritor confesó: “Una de las cosas que me atrajo de la ciencia ficción cuando era un joven lector fue la esperanza de que, a través de ella, pudiera vislumbrar, aunque fuera imaginariamente, el futuro que sabía que no viviría para ver. En mis escritos sigo tratando una y otra vez el problema de la vida finita. En cuanto a los asuntos espirituales, soy dolorosamente consciente de la soledad final en la que todos vivimos, y he buscado algún sentido de conectividad con una entidad universal, mientras que al mismo tiempo soy totalmente incapaz de conectar con ningún tipo de fe religiosa convencional. El abismo entre estos dos problemas ha sido para mí un terreno fértil para la exploración ficcional”.

Inesperadamente, tras ese inmenso éxito de público y crítica, en 1976, Silverberg decide retirarse de la ciencia ficción, declarando que está cansado de las limitaciones que le impone el género; sin embargo, cuatro años después regresará con una inmensa y tradicional novela de fantasía: El castillo de Lord Valentine (1980), que con el tiempo convertirá en una serie conocida como Las crónicas de Majipur que se extenderá innecesariamente durante dos décadas:

  • Valentine pontífice (1983).
  • El Séptimo Santuario (1988).
  • Montañas de Majipur (1995).
  • Brujos de Majipur (1997).
  • Lord Prestimion (1999).
  • El Rey de los Sueños (2000).

 

Silverberg continuará escribiendo hasta el 2015, pero sus obras posteriores a 1980 carecen de la profundidad que caracterizó su trabajo entre 1966 y 1976, donde cada nuevo título ofrecía temas complejos, personajes profundos y tramas atrapantes.

Regreso a Belzagor, de Robert SilverbergLa última etapa del escritor está marcada por un pragmatismo despiadado, similar al que aplicó al comienzo de su carrera, trabajando muy cerca de los editores para asegurarse una seguridad económica; esto lo llevaría, incluso, a aceptar una tarea que empañó definitivamente su prestigio, al convertir tres viejos cuentos de Isaac Asimov (Anochecer, El niño feo y El hombre bicentenario) en extensas y aburridas novelas: Anochecer (1990), Hijo del tiempo (1992) y El robot humano (1993).

La realidad es que si alguien quiere conocer el mejor trabajo de Silverberg, lo mejor que puede hacer es leer sus grandes novelas (Espinas, Regreso a Belzagor, Las máscaras del tiempo…) o sus clásicos cuentos (El viento y la lluvia, La danza del sol…) publicados entre 1966 y 1976.

 

Comentarios en estandarte- 3

1 | Luz María Mikanos 18-04-2024 - 04:09:49 h
Un genio! Qué maravilla este artículo, no sólo como información, sino tbn como ejemplo de lo que el empuje y el talento pueden lograr.

2 | Ivan 18-04-2024 - 18:04:46 h
Excelente comentario, Luz, como siempre, vos sabes ver la esencia del artículo y del autor!

3 | Mario Endrizzi 20-04-2024 - 19:12:01 h
El primer Gran Maestro Judío Guapo de la SF, como le dijo Isaac Asimov