Pasión por leer. Pasión por escribir.

Portada > Noticias > Autores > Ernest Hemingway: vida y obra

Ernest Hemingway: vida y obra

Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1954 y tuvo una vida tan intensa como un trágico final.

25 de abril de 2024. Mariola Díaz-Cano Arévalo

Qué: Ernest Hemingway: vida y obra

Ernest Hemingway sigue y seguirá siendo uno de los más grandes narradores de la literatura universal del pasado siglo. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1954 y tuvo una vida tan intensa como un trágico final.

Ernest Miller Hemingway nació en Oak Park el último año del siglo XIX y en sus primeros años profesionales empezó a trabajar como periodista. La Primera Guerra Mundial lo llevó a alistarse como voluntario en la Primera Guerra Mundial, como conductor de ambulancias para la Cruz Roja, pero lo hirieron de gravedad.

Esta experiencia y las posteriores en la Guerra Civil española y en la Segunda Guerra Mundial, donde participó y estuvo como corresponsal, le sirvieron e incorporó en sus novelas y relatos.

 

Ernest Hemingway: el periodista

Cuando volvió a Estados Unidos, Ernest Hemingway siguió ejerciendo el periodismo hasta que regresó de nuevo a Europa, concretamente a París, una ciudad a la vanguardia de movimientos y cultura donde coincidió con gente como Picasso, James Joyce o Gertrude Stein, entre otros.

Respecto a su trabajo como periodista, Hemingway dijo que fue fundamental para su formación como escritor, ya que influyó en su estilo de frases directas, cortas e incisivas que iban directamente al grano de lo que quería contar. Pero también lo hizo en los estilos de reportajes y crónicas de corresponsales que cubrieron conflictos posteriores.

 

Relatos y cuentos de Ernst Hemingway

Publicados en la década de los años 20, entre sus primeros títulos están Tres relatos y diez poemasEn nuestro tiempo Hombres sin mujeres, que incluye el cuento Los asesinos. En este último, se ve ya esa forma de narrar que lo haría famoso y espejo de más generaciones de autores, con diálogos cortos que van creando un suspense que no termina de descubrirse o queda bajo una capa de hielo, como explicaba el autor.

Otros cuentos parecidos son Un lugar limpio y bien iluminado, Las nieves del Kilimanjaro o Un gato bajo la lluvia.

En cuanto a los relatos también beben de esa tradición del cuento norteamericano del siglo XIX. Pero no fueron tan reconocidos, ni tuvieron tanto éxito como sus novelas, aunque se las considerara menos trabajadas en el estilo.

 

Las novelas de Ernest Hemingway

En Fiesta se cuenta la historia de un grupo de norteamericanos y británicos, que forman parte de la llamada generación perdida, y que pasan el tiempo sin ningún objetivo en entre España y Francia. Fue una de sus obras más fundamentales y que precisamente puso a España en un lugar que ya ha conservado para siempre por la descripción de las fiestas de San Fermín.

Es también muy conocida Adiós a las armas, que publicó en el 1929 y es una historia de amor entre una enfermera y un conductor de ambulancias, ambientada en Italia en esa Primera Guerra Mundial. Tuvo dos adaptaciones al cine que aún la hicieron más popular: una en 1932, que protagonizaron Helen Hayes y Gary Cooper, y en 1957, con Rock Hudson y Jennifer Jones, mucho menos conseguida.

Más tarde apareció Tener y no tener y ya en 1940 Hemingway publicó Por quién doblan las campanas, basada en la Guerra Civil española. También fue un superventas y se llevó a la gran pantalla, de nuevo con Cooper como protagonista al que acompañó Ingrid Bergman.

Y a primeros de los 50 sacó otro de sus títulos más reconocidos, El viejo y el mar, cuyo protagonista a un pescador muy humilde de La Habana, una ciudad donde Hemingway vivió y escribió durante muchos años. Ese pescador también tendrá ya la cara de Spencer Tracy que lo interpretó en el cine.

 

El final de Hemingway

Hemingway se casó cinco veces, tuvo una vida tan intensa como llena de excesos y la terminó suicidándose de un disparo con una escopeta de caza, a la que había sido tan aficionado. Curiosamente, algunos miembros de su familia tuvieron un destino parecido como su nieta Margaux, que murió de una sobredosis.

 

Acabamos recordando este fragmento de su novela Adiós a las armas.

La enfermera entró en la habitación y cerró la puerta. Me senté en el corredor. Me sentí vacío. No pensaba, no podía pensar. Sabía que iba a morir y recé para que no muriera. «No la dejes morir. Oh, Dios mío, te lo ruego, no la dejes morir. Haré todo lo que quieras si no la dejas morir. Te lo ruego, te lo ruego, te lo ruego. Dios mío, no la dejes morir… Dios mío, no la dejes morir… Te lo ruego, te lo ruego, te lo ruego, no la dejes morir… Dios mío, te lo ruego, no la dejes morir… Haré todo lo que quie­ras si no la dejas morir… El niño ha muerto, pero a ella no la dejes morir. Tenías razón, pero no la dejes morir… Te lo ruego, te lo ruego, Dios mío, no la dejes morir…».

 

Comentarios en estandarte- 0