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Por quién doblan las campanas

18 de octubre de 2011. Sr. Molina

Con Por quién doblan las campanas Ernest Hemingway volvió a recurrir a una trama contemporánea (la Guerra Civil española) para volver a la escritura de novelas después de un parón de años. Como casi siempre en su narrativa, en este libro encontramos héroes resueltos que encarnan las virtudes más excelsas del ser humano: valor, inteligencia, sensibilidad…; todo ello acompañado de una trama en la que los episodios con más acción se alternan con la cuidadosa preparación de un plan que no saldrá conforme a lo esperado.

Robert Jordan, un dinamitero estadounidense, es enviado a una región montañosa cerca de Segovia para volar un puente crucial en el desarrollo de un contraataque de los republicanos; para ello se pone en contacto con un grupo de milicianos que conocen la región, con la esperanza de que le ayuden en su reconocimiento del terreno y en la acción final. En ese grupo conocerá a María, una joven represaliada por los fascistas, de la que se enamorará perdidamente, y también trabará fuertes lazos con algunos de los otros miembros de la banda.

En el prólogo a esta edición se menciona que Scott Fitzgerald, gran amigo de Hemingway, dijo de Por quién doblan las campanas que era «un libro absolutamente superficial», y no se puede estar más de acuerdo con ese juicio. La novela es un cúmulo de tópicos de toda clase y sus personajes parecen delineados sin la más mínima profundidad; en concreto, Jordan se nos presenta como un superhombre sin fallo alguno: no sólo es experto en su trabajo como dinamitero, sino que domina todas las habilidades imaginables a un nivel excepcional. El resto de secundarios no le van a la zaga, ya que todos ellos son mostrados con un esquematismo rígido y ramplón, que los reduce a meros arquetipos que cumplen una función muy concreta dentro de la narración. Así, María es simplemente la pobre y desvalida chica que no ha conocido el amor hasta toparse con el protagonista. Pablo, el líder de los rebeldes, es un hombretón recio y de pocas palabras que no parece temer a nada. Pilar, su compañera, es la mujer curtida que actúa como la voz de la conciencia para todos sus compañeros. Y un largo etcétera que podríamos ampliar hasta incluir a todos los personajes que aparecen en un momento u otro.

Además, hay que añadir que algunos pasajes en los que se utiliza el monólogo interior son desastrosos, por no decir cosas peores. El talento de Hemingway para la introspección es nulo, por lo que los extractos en los que Jordan habla para sí son inanes, burdos e infantiles.

La mejor (y, a juicio de uno, única) baza del libro estriba en el dinamismo que imprime el autor a la trama. Hemingway tiene muy claro lo que quiere contar y la narración hace gala de un ritmo sostenido que empuja a la lectura. El desarrollo de los acontecimientos a lo largo de los tres días en los que tiene lugar la acción es continuo y el interés no decae en ningún momento, más allá de puntuales pausas en el texto. Este punto consigue levantar un poco el nivel general y hacer de la lectura un placer ligero.

¿Resultado? Por quién doblan las campanas recoge lo mejor y lo peor de un narrador que suele polarizar a sus lectores; no está mal como mero entretenimiento, pero no se puede sacar nada más del libro. Las virtudes que puedan atribuírsele están, posiblemente, más presentes en la mente del lector que en el propio texto. Sólo para incondicionales.

Comentarios en estandarte- 2

1 | Juan Carlos 24-10-2011 - 22:50:39 h
muy interesante, el libro es excelente http://bitacoradeescritor.blogspot.com

2 | Arnau 09-11-2017 - 15:00:08 h
Totalmente de acuerdo, me gusta el autor, pero esta novela me pareció sobrevalorada, simple, ideal para una película previsible.