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Pampa salvaje: la hora de la barbarie

Una impiadosa reflexión sobre la delgada línea que separa la civilización de la barbarie.

08 de abril de 2024. Iván de la Torre

Qué: Pampa salvaje Autores: Alicia Macias y Robertino Ferro (guion); Enrique Breccia (dibujo) Editorial: Record Ediciones Año: 1995 Páginas: 96 Precio: 1.500 pesos

Usando como modelo El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, Macias y Ferro construyeron esta impiadosa reflexión sobre la delgada línea que separa la civilización de la barbarie, mostrando cómo el sofisticado espectador que busca diversión y entretenimiento en la desgracia ajena puede convertirse sorpresivamente en víctima de esa misma violencia.

Pampa Salvaje cuenta, con mínimos recursos y sin falsos énfasis, la última etapa de la lucha contra el indio en la frontera pampeana.

Todo comienza cuando Bayón, un periodista francés de apenas veinticuatro años, es enviado por la revista Revue des Mondes a Buenos Aires, en septiembre de 1875: «Mi primer trabajo como corresponsal. Aún recuerdo las voces múltiples, ese aire nuevo, mi excitación».

Como el Marlow de Conrad, tras el entusiasmo inicial, el protagonista descubre el significado real de la palabra “civilizar”, cuando el militar que lo recibe se muestra extremadamente franco con él: «La guerra contra el indio recrudece día a día. Los salvajes son cada vez más audaces en sus incursiones, roban miles de cabezas de ganado; asaltan a los viajeros, entran a galope en los poblados, saquean y ponen fuego a lo que no pueden llevarse. Y, lo peor, toman cautivas a las mujeres... si queremos un país civilizado, sólo nos queda un camino: ¡exterminar a esos bárbaros! Me parece importante que se sepa de nuestra lucha: con el apoyo de las naciones civilizadas lograremos por fin eliminar hasta el último indio».

Frente a esas reflexiones, que lo obligan a ver el lado oscuro de la civilización que tanto admira, el periodista reflexiona: «Me sentía agobiado... El progreso siempre es ciego en su avance... Había perdido ingenuidad y romanticismos. Pero me sentía dueño de una nueva amplitud: empezaba a comprender la naturaleza humana».

Afortunadamente, Macias y Ferro superan la simple denuncia testimonial mostrando, a través de la evolución personal del desencantado Bayón -de cronista inocente a testigo y víctima de la violencia ajena- la conexión entre la guerra casi secreta librada en Argentina contra los indios a fines del siglo XIX y el conflicto que, pocos años, después se iniciará en la propia Europa, cuando se desencadene la Primera Guerra Mundial, dos hechos separados en el tiempo y el espacio que tienen en común su extrema violencia e irracionalidad: «Hoy, 28 de junio de 1914, el archiduque de Austria fue asesinado en Sarajevo por un estudiante idealista. Temo que este sea el comienzo de una nueva guerra. Una guerra tan absurda como aquella otra - insignificante a los ojos de la historia- que yo viví en las pampas sudamericanas».

Más allá de la inmensa distancia –histórica y cultural– que separa Europa y Sudamérica, el guion de Pampa Salvaje remarca que, en ambos casos, basta una mínima excusa para que las fuerzas más primitivas de la sociedad se liberen generando el caos, la destrucción y la muerte, incluso en naciones que consideran superado su pasado y buscan emociones fuertes en tierras lejanas, bárbaras y exóticas como Argentina.

En su impecable trabajo, Macias y Ferro remarcan que, en realidad, no existen grandes diferencias entre Europa y Sudamérica, solo una fachada que puede derrumbarse en cualquier momento, confirmando así las palabras de Mario Vargas Llosa sobre El corazón de las tinieblas que también (tan bien) pueden aplicarse a esta Pampa Salvaje: "La civilización como una delgada película, debajo de la cual siguen agazapados los viejos demonios esperando las circunstancias propicias para reaparecer y ahogar todo en ceremonias de puro instinto e irracionalidad".

En su viaje, Bayón sufre una metamorfosis, de cronista crédulo a testigo de la violencia más terrible, y confiesa «sintiéndome portavoz de un pueblo condenado a desaparecer, regresé a lo que, orgullosamente, llamamos 'civilización'».

Ferro y Macias cierran su historia mostrando la evolución de su protagonista, la mutación de sus puntos de vista, cómo ese viaje al corazón de las tinieblas lo cambia para siempre: «Cuatro años habían pasado desde mi llegada a la Argentina, esa tierra inhóspita, cruel... y fascinante. Cuatro años terribles. A comienzos del invierno del 1879 me adentraba en la Patagonia acompañando al ejército vencedor. Me sentía agobiado. La guerra contra el indio llegaba a su fin y yo había sido testigo de atrocidades inenarrables».

Bayón entiende la hipocresía de ambos lados, tanto de los jefes decididos a construir una nueva civilización destruyendo todo lo que consideran “arcaico, viejo, salvaje”, como la de sus editores que no quieren asustar a los lectores europeos con hechos demasiado macabros y, menos aún, enemistarse con la que promete ser una nueva potencia mundial: «Tal como sospechaba, mis jefes del diario suavizaron mis artículos hasta convertirlos en una 'amena' crónica de viajes. Es por eso que decidí escribir mis memorias».

En Pampa salvaje, los guionistas construyen una historia muy compleja donde, a través de un puñado de personajes bien definidos (el inocente cronista extranjero; el político liberal; el soldado curtido por la lucha; el indio que lucha sabiendo que está condenado a fracasar ante una tecnología que lo supera), mostrando la evolución del mundo, del siglo XIX al siglo XX, a través del viaje, interior y exterior, de un hombre civilizado a la barbarie donde descubre valores ocultos para luego, ya de regreso en su hogar, darse cuenta, que todo comienza otra vez, que ahora no es Argentina sino su propio y muy civilizado mundo europeo el que está a punto de sufrir una guerra devastadora, que los horrores vistos en las lejanas pampas están golpeando esta vez a su propia puerta.

El mismísimo Enrique Breccia explicó su compromiso con esta clase de trabajos, que muestran el pasado menos conocido de Argentina, intentando rescatar a todas las figuras olvidadas por la historia oficial: “Soy un criollo, un gaucho: es un modo de ver la vida, un sistema de valores muy ligado a la tierra, y a todo aquello que se quiere borrar: las tradiciones y la historia. Valorar nuestra historia es reivindicar nuestras raíces identitarias. Como dice el Papa Francisco: ‘Ir a las raíces, reconocerlas y ver lo que estas raíces tienen que decir el día de hoy’”.

Pampa salvaje busca, precisamente, ir a las raíces, conectar dos hechos diferentes (el asesinato de los últimos indios rebeldes en Argentina para civilizar el país y el comienzo de la Primera Guerra Mundial, que devuelve a Europa a su pasado salvaje), demostrando que todo cambia, menos el corazón del hombre.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Jorge Del Rio 08-04-2024 - 17:25:43 h
Justamente la leí hace poco y me pareció maravillosa. La rivalidad entre Medina y Ríos, la maduración del periodista francés, la crítica y a la vez el respeto tanto para con los pueblos originarios como para con los esforzados hombres de la frontera. No la conocía y fue todo un hallazgo.

2 | Ivan 10-04-2024 - 16:42:12 h
Una maravilla injustamente olvidada: creo que poca gente la leyó en Argentina, amigo Jorge!