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'El perdón y la furia', de Antonio Altarriba y Keko
El cómic vuelve al Museo del Prado.
17 de enero de 2017. Estandarte.com
Qué: El perdón y la furia, sobre José de Ribera. Autores: Antonio Altarriba y Keko. Editorial: Museo del Prado. Año: 2017. Páginas: 64. Precio: 15 €
El cómic regresa al Museo del Prado. No se trata de que las viñetas se expongan al mismo nivel que las obras de Velázquez o de Goya, sino de algo más sencillo, pero también simbólico: tras el éxito del homenaje de Max al Bosco con El tríptico de los encantados, el Museo del Prado edita un nuevo cómic. En esta ocasión, Antonio Altarriba y Keko rinden tributo a José de Ribera con la obra El perdón y la furia.
Con motivo de Ribera. Maestro del dibujo, la primera exposición monográfica de dibujo de Ribera —que el Museo del Prado alberga hasta el próximo 19 de febrero—, y para celebrar la publicación del primer catálogo razonado completo de sus dibujos —coeditado por la Fundación Focus y el Meadows Museum—, el Museo del Prado ha vuelto a encargar una obra original a dos autores de cómic contemporáneo. Con las Furias de Ribera como base argumental —en especial las imágenes de Ticio e Ixión—, Antonio Altarriba y Keko han desarrollado una intriga perturbadora, que transcurre entre la la luz y la oscuridad, la redención y el dolor, la gracia y la penitencia, y el perdón y la furia.
¿Cuál es la historia que nos cuentan Antonio Altarriba y Keko? José de Ribera, El Españoleto, recibe en 1632 el encargo de pintar las Furias: un conjunto de cuatro cuadros que representa a los grandes sufrientes de la mitología clásica. Se conservan —sufriendo terrible castigo— Ticio e Ixión, pero Sísifo y Tántalo han desaparecido. Nadie sabe cuándo, cómo ni por qué. En España se conoció como Furias a cuatro moradores del Hades grecolatino, al que habían sido condenados por haber desafiado a los dioses: Ticio, cuyo hígado devoraba un buitre por intentar violar a una amante de Zeus; Tántalo, castigado a procurarse en vano alimento por servir a su hijo de festín a los dioses; Sísifo, condenado a portar una enorme piedra por haber delatado las infidelidades de Zeus; e Ixión, castigado a dar vueltas sin fin en una rueda por querer seducir a Hera.
Además del significado político inicial, desde finales del siglo XVI se consideró un asunto idóneo para ilustrar la dificultad máxima en el arte al tratarse de enormes figuras desnudas en complicados escorzos y representar el dolor extremo, de ahí que fueran elegidas por grandes artistas como Ribera para visualizar la estética del horror que recorría entonces Europa. Ribera convirtió las Furias en el epítome del horror en la pintura e hizo de Nápoles la ciudad donde disfrutaron de mayor predicamento. Aunque Ribera únicamente pintó Furias hasta 1635, contribuyeron decisivamente a fijar la imagen de un pintor que se regodeaba en la violencia y el horror, trasladando a su persona la temática de los lienzos.
El protagonista de la obra de Antonio Altarriba y Keko, Osvaldo González Sanmartín —profesor en la Universidad de Salamanca— se ha empeñado en descubrir el misterio e, incluso, en reparar la pérdida. Su búsqueda le llevará a explorar los secretos de la obra de Ribera hasta caer en la obsesión. Nada —ni siquiera el asesinato— se interpondrá en un recorrido martirológico en el que acaba identificándose con todos esos santos sometidos a la crueldad riberiana, y narrados en este El perdón y la furia que edita el Museo del Prado.
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