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El mejor regalo, de Philip Van Doren, el cuento en el que se inspiró Qué bello es vivir

Una de las películas más aclamadas de la historia del cine, que tuvo un difícil comienzo.

30 de diciembre de 2023. Mariola Díaz-Cano Arévalo

Qué: El mejor regalo, el cuento en el que se inspira Qué bello es vivir

La vemos todos los años porque hace tiempo que se convirtió en un clásico de estas fechas. Sin embargo, en su día fue un fracaso en la taquilla, para asombro de su director, un Frank Capra que siempre rodó cuentos, y sin duda el del bueno, abnegado y atribulado George Bailey lo es.

Pero ¿de dónde salió este otro Cuento de Navidad con el protagonista antítesis del señor Scrooge? Vamos a navegar en esta historia de dificultad y tesón que desembocó en una de las grandes películas de la historia del cine.

 

Philip Van Doren y El mejor regalo

El mejor regalo, de Philip Van Doren. El cuento que inspiró la película Qué bello es vivirSe cuenta que el editor, historiador y novelista Philip Van Doren imaginó la conversación o el diálogo in extremis que un suicida podría tener con su ángel de la guarda, pero a las diferentes revistas a las que les envío aquel cuento no les interesó. Sin embargo, Van Doren no desistió y también se dio cuenta de que había escrito una revisión inconsciente del Cuento de Navidad, aunque con un protagonista llevado al límite y alejado del malhumorado señor Scrooge.

Así que decidió cambiar el mes en que transcurría su historia e imprimió unos doscientos folletos de 24 páginas con el texto completo, que tituló El mejor regalo. Después se los pasó a todos sus amigos y conocidos como una felicitación navideña. Lo terminó publicando en 1943.

Su agente hizo llegar esta historia a Hollywood porque pensó que tenía mucho potencial para llevarla a la gran pantalla. El encargado de su adaptación fue el prestigioso guionista Dalton Trumbo, pero su versión fue considerada demasiada política y oscura. Lo único que se conservó fue la frase más mítica: «Cada vez que suena una campana, un ángel recibe sus alas». Pero, al final, quien se hizo con ella fue Capra, que pidió un crédito para rodarla por su cuenta en su productora, Liberty Films. Y la estrenó en 1946.

Capra ya se había hecho un hombre en la dirección durante los años 30 y se interesó por ese tono más oscuro del cuento de Van Doren. Lo que ocurre es que en la versión que le salió también le dio ese toque propio que tanto lo caracterizaba: el de melodramas que ensalzaban el buen corazón y los valores tradicionales norteamericanos que se contraponían con el cinismo y la corrupción de una gran ciudad representada por sus abogados, periodistas y, sobre todo, políticos sin moral o principios. 

 

Qué bello es vivir

James Stewart en Qué bello es vivirGeorge Bailey es un hombre corriente pero soñador que tiene que renunciar a sus sueños de conocer mundo para ocuparse del negocio de empréstitos de su familia cuando su padre fallece. Pero por una serie de circunstancias se verá al borde del suicidio porque pensará que seguramente estaría mejor muerto o no tendría que haber nacido.

Es cuando intervendrá su ángel de la guarda para concederle ese deseo y mostrarle qué habría sido del mundo o su familia y amigos si él no hubiera existido.

En el reparto, que en un principio iba a encabezar Cary Grant, terminaron estando buenos amigos de Capra con los que ya había firmado un éxito como Vive como quieras: James Stewart y Lionel Barrymore, quienes en Qué bello es vivir intercambiaban protagonismo y carácter de personajes.

Así tenemos que el adorable abuelo de Vive como quieras que interpretó Barrymore aquí se convirtió en el malvado y desagradable banquero Henry Potter, que hará todo lo que pueda por arruinarle la vida al bueno de George Bailey. Fueron Barrymore y Capra quienes convencieron a Stewart de que abandonara la idea de retirarse del cine que tenía el actor después de volver de la guerra.

Se estrenó el 7 de enero de 1947 y sí, fue todo un fracaso, quizás debido a que el público norteamericano de posguerra no estaba para fábulas con toques sobrenaturales sobre la condición humana. Pero a mediados de los setenta las películas de Capra se vendieron a precio de saldo a las televisiones norteamericanas y europeas y rápidamente se hicieron con una nueva generación de espectadores, que conectaron con su defensa de los valores tradicionales y terminaron convirtiendo este título en el clásico que todos conocemos y seguimos viendo.

 

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