La fuerza narrativa de Gabrielle Bell

28 de abril de 2021. Estandarte.com

La cúpula ha recuperado en una nueva edición en rústica el libro Cecil y Jordan en Nueva York, que recoge una selección de historietas breves de Gabrielle Bell. El nombre del volumen está tomado del primer cómic que presenta y en el que rutina y magia se mezclan con una sorprendente naturalidad a partir de un giro que hace que el gris de esa cotidianidad desesperanzadora termine brillando.

Cecil y Jordan en Nueva York es un comienzo redondo para una antología compuesta por once historias en las que los protagonistas suelen ser gente joven. En más de una ocasión, el personaje principal comparte con la autora algunas notas biográficas, como pasar parte de la infancia en una comunidad rural aislada, la dificultad para salir adelante como artista o la necesidad de dar clases; incluso, en más de un caso le cede su nombre, Gabrielle. 

Las circunstancias en las que se mueven a veces son anómalas e irreales como lo refleja esa caída que nunca llega a serlo de Mi dolencia (estupendamente dibujada) o la silla del ya citado Cecil y Jordan en Nueva York…; y otras entran dentro de lo posible en un panorama sombrío en el que subyace la precariedad tanto material como en las relaciones (las críticas del profesor de pintura en Felix o esos comentarios sobre el olor de Gabrielle en Pégame…).

Más que por lo que pasa, lo que engancha (la mayoría de estos relatos son adictivos) es el perfil psicológico de esos personajes: la reacción de una chica que no es bien acogida en el colegio; la de quien vive en una extraña vecindad con unas palomas, o la de otra que recibe una noticia funesta. De esta última, protagonista de Una tarde, hay una página con nueve viñetas y solo dos palabras en la que Bell demuestra su maestría gráfica dejando que sea la postura de la chica en un sofá la que lo cuente todo.  

Conocemos a sus personajes también por unos diálogos realistas y por las reproducciones de las voces interiores que van guiando por las escenas y los sentimientos en un tono que tiene mucho de confidencia, de secretos que la narradora parece necesitar compartir.   

En sus trazos austeros y sencillos, Bell maneja en esta antología una gama cromática muy restringida, poco más que blanco y negro, de la que se sale en contadas ocasiones, la más “audaz” coincide con aquella en Nueva York en la que ha metido el componente mágico. Todos estos elementos configuran un estilo de una gran fuerza narrativa.

Ediciones La cúpula presenta en su catálogo, además de esta nueva edición de Cecil y Jordan en Nueva York, otros dos libros de esta autora nacida en Inglaterra en 1976, pero afincada en Estados Unidos desde que tenía cinco años: Afortunada y Voyeurs.