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Historia de la violencia, de Édouard Louis
Ficción y realidad se superponen peligrosamente en su novela.
15 de marzo de 2021. Estandarte.com
Qué: Historia de la violencia Autor: Édouard Louis Sello editorial: Salamandra Narrativa Año: 2018 Páginas: 192 Traductor: José Fajardo González Tipo de edición: Rústica con solapas Precio: 17 € (11,99 € e-book)
Editada por Salamandra, Historia de la violencia tiene título de ensayo, pero en realidad es una novela publicada por el joven escritor francés Édouard Louis. La segunda. Para entender lo que pasa en dicha novela –y sus derivadas– primero es preciso conocer un poco mejor a su autor.
Como ha afirmado en algunas entrevistas, Édouard Louis nació en una familia donde no existían los libros ni la lectura. Tampoco existía él con ese nombre al menos: su nombre verdadero es Eddy Bellegueule. Nació en 1992 y creció en un entorno donde no faltaba la precariedad, la pobreza, la violencia, el alcoholismo, el racismo… A todo ello Eddy sumaba la homofobia contra su condición sexual. Y decidió escapar de todo aquello y contarlo.
Con 19 años fue admitido en la École Normale Supérieure y con 21 publicó su primera novela, con grandes dosis de autobiografía, titulada Para acabar con Eddy Bellegueule. Eso había sucedido. Un año antes, Eddy Bellegueule se había cambiado oficialmente de nombre para llamarse Édouard Louis. Esa nueva persona dejaba atrás un pasado y una vieja vida de cuya existencia y fin daba cuenta en aquella novela: “Salí corriendo de repente. Sólo me dio tiempo a oír a mi madre, que decía: ‘¿pero qué hace ese idiota?’. No quería estar con ellos, me negaba a compartir con ellos ese momento. Yo estaba ya lejos, había dejado de pertenecer a su mundo, la carta lo decía. Salí al campo y estuve andando gran parte de la noche: el ambiente fresco del norte, los caminos de tierra, el olor de la colza, muy intenso en esa época del año. Dediqué toda la noche a elaborar mi nueva vida, lejos de allí”.
La novela fue un gran éxito de crítica –de él y de su forma de escribir se dijo que era una mezcla entre Dickens y Zola– y de ventas. Él explicaba así lo que le hizo escribir de esa manera tan descarnada: “La verdad es que la rebelión contra mis padres, contra la pobreza, contra mi clase social, su racismo, sus atavismos, fue algo secundario. Porque, antes de que me alzara contra e mundo de mi infancia, el mundo de mi infancia se había alzado contra mí. Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión. No tuve otra opción que la huida. Este libro es un intento de comprenderla”.
Segundo acto. La madrugada de un 25 de diciembre, cuando Éduard regresa a casa tras cenar con algunos amigos entabla conversación con un desconocido a quien acaba invitando a su apartamento. El encuentro empieza bien, pero acaba mal: después de violarlo, lo amenaza con una pistola e intenta estrangularlo. Eso es lo que se supone que pasa en la realidad. Existen chequeos médicos y una denuncia policial del autor cuyos pormenores son sometidos a rigurosos exámenes en Una historia de violencia. El libro recrea este episodio y las posibilidades de salir delante de alguien sometido a esta experiencia traumática. Es también un ejercicio de empatía, en el que Louis intenta comprender el hecho desde todos los puntos de vista, incluido el de su agresor. La terrible anécdota le sirve para analizar los impulsos más viles y ultrajantes de lo que es capaz el ser humano, el fracaso del castigo penal o social y también las posibilidades del perdón. Hasta ahí todo bien.
Problema: alguien pasó por la cárcel por esa violación e intento de homicidio con pruebas de haber estado en esa habitación con el autor la noche de los hechos, pero dice que el sexo fue consentido y que ni lo amenazó ni lo violó. El supuesto agresor, convertido en supuesta víctima, por mediación de su abogado pide una indemnización económica y que se coloque una faja en los libros explicando la situación.
En una entrevista en El Mundo, Édouard Louis explicaba que sin sentir ningún afecto por su supuesto agresor sí podía llegar a comprenderlo y sentir que ambos compartían un pasado común: “después de encontrar a ese chico, con el que hubo instantes de amor y luego un intento de asesinato, pensé que su infancia y la mía tenían muchos puntos en común. Mi abuelo era violento, mi padre es violento, mi hermano es violento, mi primo murió en la cárcel, esas cosas no me son ajenas. Escribiendo la novela me pareció que Reda era la imagen de lo que yo habría podido ser. Por tanto, comprendo al chico que me violó e intentó matarme”.
Por esclarecer aún quién es el culpable y quién la víctima, no es que la novela supere a la ficción o lo contrario, es que cuando una y otra se alían y se enredan el resultado es insuperable.
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