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Vida y obra de Almudena Grandes

Un emocionado recorrido por una obra tan intensa y vital como su autora.

02 de febrero de 2024. Estandarte.com

Qué: Biografía de Almudena Grandes

Biografía de Almudena Grandes“La literatura teje y desteje desde hace siglos, un intenso tapiz fabricado con las historias que condensan los hilos de la existencia humana”. Es una de las muchas declaraciones con las que Almudena Grandes (Madrid, 1960-2021) manifiesta su amor a la literatura, a las grandes historias que conmueven y acompañan, que descubren mundos, incitan a soñar, a mirar la realidad y, también, a esquivarla cuando necesitamos crear un espacio propio lleno de fantasía, ilusión, aventura.

Madrileña, de Chamberí, del Atleti y también gaditana por elección, su largo caminar por la escritura siempre estuvo unido a su irresistible afición a la lectura. Fue el refugio prodigioso –relata recordando su niñez– en el que esconderse, sentirse fuerte, llena de superpoderes para subir a la luna, bajar al centro de la tierra, a ese espacio íntimo que le enseñó que los cuentos, las novelas, el cine, la música –esto es, la cultura–, regalan grandes experiencias, viajes fantásticos, personajes inolvidables. Vida.

Esa ilusión, esa exuberante vitalidad, esas ganas de aprender y comunicar encontraron en la escritura la mejor herramienta para sacar a la luz todo su potencial creador. Almudena Grandes siempre quiso ser escritora y lo consiguió. Estudió Geografía e Historia en la Universidad Complutense de Madrid, pero su aspiración era la narrativa, sueño que cumplió en 1989 cuando publicó su primera novela, Las edades de Lulú, con la que ganó el XI Premio La Sonrisa Vertical de novela erótica. Con ella llegó el éxito, la fama y la posibilidad de hacer de su vida lo que siempre soñó.

Aquel premio abrió el camino a una larguísima carrera en la que fue volcando su visión de la mujer, de las relaciones, de la sociedad, de la historia. Una historia que, seducida por su admiración hacia Pérez Galdós, quiso convertir en la recuperación de la España de los perdedores, a la que llamó Episodios de una guerra interminable.

Antes de llegar a esta que fue su obra cumbre, recordaremos su constante creación plasmada en novelas como Te llamaré viernes, una historia de amor y soledad que no tuvo demasiado éxito y, esta sí exitosa, Malena es un nombre de tango, relato de la vida de una niña que busca la verdad en los secretos escondidos de su familia.

La década de los noventa tuvo una enorme y feliz importancia en su vida por su matrimonio con el poeta Luis García Montero en 1994, unión que duró hasta el último día de su vida, con una admirable sintonía. Y en lo profesional, la concesión del Premio Rosone d’Oro; el comienzo de su colaboración como articulista en El País; la publicación de Modelos de mujer, una recopilación de relatos, y la aparición de Atlas de geografía humana, novela a cuatro voces en torno al siempre sorprendente mundo femenino.

El cambio de siglo no modera su actividad, es más, acelerará su arrollador espíritu con una larga sucesión de novelas, artículos, relatos, premios, actividades, en una línea siempre creciente, como si hubiera que aprovechar el tiempo hasta el último segundo.

La primera década se estrena con Los aires difíciles, historia vital con unos personajes duros, situaciones extremas y unos aires que danzan en las tierras gaditanas. Fue para muchos, el descubrimiento de Almudena Grandes y de su amor por esa costa llena de aire, mar y luz. Le siguieron Castillos de cartón, con la movida madrileña como fondo; una recopilación de artículos, Mercado de Barceló, y otro de relatos titulado Estaciones de paso, cinco historias con los jóvenes como protagonistas expuestos a situaciones difíciles de entender.

El corazón heladonovela difícil, impactante y no exenta de controversia –en ningún momento Almudena Grandes ocultó sus ideas políticas, claramente de izquierdas– puede considerarse la antesala de sus episodios, esa magna obra, documentada, extensa, también polémica, que puede leerse de forma independiente o libro a libro.

Así el lector conocerá la resistencia y el exilio, Inés y la alegría; la guerrilla vista por un niño hijo de guardia civil, El lector de Julio Verne; el horror de la cárcel, los trabajos forzados, la construcción del Valle de los Caídos, Las tres bodas de Manolita; el espionaje, la estancia de los jerarcas nazis alemanes refugiados en España, Los pacientes del doctor García; y el mundo de la psiquiatría, el temor, el catolicismo como norma, La madre de Frankenstein.

Cerraba la serie Mariano en el Bidasoa, centrada en los topos, las migraciones internas y los años de paz. Quedó inconclusa, un cáncer acabó con su proyecto y dio paso a su cuenta atrás.

En un artículo publicado el 13 de septiembre justificó su ausencia en la Feria del Libro de Madrid “por un inesperado contratiempo de salud”; más adelante, el 10 de octubre anuncia su cáncer, su necesidad de recluirse a terminar una novela y de mantener el contacto con sus lectores: “A partir de ahora, seguiré escribiendo sobre los pájaros de Finlandia y otros libros memorables, sobre lo que pasa en el mundo, sobre la ficción y la realidad, lo justo, lo injusto, la vida de tantas personas que tienen mucha menos suerte que nosotros, o más, vete a saber. Pero no quiero despedirme sin agradecerles que hayan leído este artículo que es tan importante para mí.

Dentro de dos semanas, nos veremos aquí”.

Sus colaboraciones, tanto en el periódico como en la revista semanal (hablamos de El País) fueron apareciendo con puntualidad hasta el final. Almudena Grandes murió el 27 de noviembre. Cuatro días antes, el 23, llegó a la redacción el que sería su último artículo, Unos ojos tristes, rememorando un verano de juventud, la moda kinki y la huida de El Lute.

Siempre atenta al acontecer del día a día, a los problemas que acucian a la sociedad –recordamos aquí los relatos contenidos en Los besos en el pan–, a las víctimas; siempre abanderada de los perdedores, del movimiento feminista, de la amistad; siempre fiel a sus ideales, Almudena Grandes vio recompensada su obra con premios (hemos contado 18) como La sonrisa vertical, arriba citado, el Cálamo, el Fundación José Manuel Lara, el Sor Juana Inés de la Cruz, el Nacional de Narrativa o el Jean Monnet.

Entre los homenajes póstumos es de destacar la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y toda aquella gente que acompañó a García Montero y a sus tres hijos en su despedida portando libros de Almudena en sus manos.

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