Noticia de mi vida, de Carmen Rigalt

02 de mayo de 2022. Estandarte.com

Como buena periodista que es, Carmen Rigalt no ha podido elegir mejor título, Noticia de mi vida, para, en un ir y venir en el tiempo, sacar a la luz un recorrido vital enmarcado en una familia –la materna– dominada por un recio matriarcado, que acepta, sin por ello perder su personalidad ni su intenso deseo de libertad: «La libertad siempre me ha parecido, más que un derecho, una necesidad física. Si no tengo libertad, me entra claustrofobia».

En su confesión, escrita en tono divertido y mordaz, la autora da rienda suelta a su ironía, a su sentido del humor, a sus recuerdos y rememora su vida familiar, sus primeros años, su vida profesional, el periodismo y el mundo que se mueve en torno a la noticia.

El lector pasea al compás de la memoria de Rigalt a lo largo de un libro que, como ella comenta, es una forma de saldar cuentas con el pasado, un relato sentimental, íntimo y abierto a los otros: a los compañeros, a la familia, a los que quedaron en el camino…

Quien lo escribe es una periodista de primera división, que no tiene miedo a la verdad ni a sus contradicciones, brillante y sincera: «Siempre fui a rastras de otras mujeres, pues el papel de pionera me quedaba grande… No me importaba ir a un desfile de moda… pero prefería ese periodismo en el que trabajaban a la par hombres y mujeres».

Eso es lo que la lectura irá destapando capítulo a capítulo. El colegio, el frío del internado, la ausencia de confort; los gloriosos veranos de la adolescencia, el pueblo como símbolo de juventud. Tarragona, su ciudad natal; Pamplona, donde estudió Periodismo en la Universidad de Navarra. Más tarde, en Málaga, comienza una carrera imparable que inicia en el Sol de España, que luego continuará en Barcelona y Madrid con El periódico de Catalunya, el Diario 16 y la revista Triunfo.

Ya está afincada en Madrid y en esa ciudad se integra en el equipo del diario Pueblo dirigido por Emilio Romero, un periodista de gran prestigio en aquellos años, de carácter prepotente y arrogante. A Romero dedica más de una línea, recordando las oportunidades que otorgaba a sus paisanos: «En Pueblo había más gente de Arévalo que de Madrid. A falta de vocaciones periodísticas, Romero colocaba a los suyos en el servicio de documentación, en la rotativa, en el aparcamiento o en el cuerpo de ordenanzas, donde fueron a parar algunos mutilados de la División Azul», o al describir su personalidad: «Era un hombre que emanaba autoridad y los periodistas le teníamos miedo y respeto».

Tampoco quedan fuera la petición de favores a su director –entrevistas, ayuda monetaria– por parte de artistas y folclóricas; ni el ambiente de la redacción, del machismo y fanfarronería de algunos redactores y donde se podía ser de todo menos alma cándida.

Rigalt es poco complaciente con su profesión y no lo calla, considera que en una parte del periodismo hay una alma canalla, que es ególatra y vanidoso, que carece de piedad, que busca amistades beneficiosas…, aspectos de los que huye como del diablo: «Desde el periodismo se hacen amistades y se acaricia el poder. Se viaja, se vive… Nada más llegar me di cuenta de la importancia que tenía para los colegas hacer amigos famosos, Yo no caí en esa trampa. Siempre me propuse mantenerme indemne».

Contempla y rememora sus peores momentos, la soledad, el miedo, la agorafobia, las visitas a psiquiatras, la sensación de tocar fondo y su pasión por el periodismo, un enamoramiento que considera total.

En su trabajo, fue una gran cronista de Marbella, conoció y trató a la duquesa de Alba, a Jesús Aguirre, con los que tuvo relaciones poco amistosas; a Alfonso de Hohenlohe, con el que se llevaba más bien mal; al bailarín Antonio, a Mar García Vaquero, a Felipe González… Y recuerda: «Fueron veranos excitantes, y yo escribía con diente afilado, lo que me proporcionaba una merecida fama de hiena. Desde muy joven comprendí que para ser Elsa Maxwell no podía tener amigos».

Noticias de mi vida es Carmen Rigalt. Es la vida de una profesional que arrastra al lector, que le lleva a conocer unos años cruciales, unos ambientes y un mundo en continuo movimiento, a través de paisajes –Italia, Israel, Bolivia…– y personajes –Alberti y María Teresa León, Terenci Moix, Paloma Gómez Borrego, Raúl del Pozo, Alfonso Guerra o Javier Bardem–.

La autora define el libro como «un asistente personal que me ha ayudado a salvar los escollos del tiempo y recuperar la memoria». Se volcó en él cuando después de que le fallara el corazón, se quedó sin su trabajo en El Mundo. Como apunta la presentación de Planeta, no se rindió: «Ni un infarto, ni un despido, ni una pandemia lograron que abandonase la pluma. Todo lo contrario, acosada por tanta adversidad la empuñó y escribió este libro […]».

Un libro, en resumen, que entretiene, divierte y descubre el apasionante mundo del periodismo, al que Rigalt sigue unida, ahora desde El Español.