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Travesía por el laberinto, de Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena

Una aventura alocada en un sitio donde el pasado, el presente, el futuro, la realidad y la ficción existen a un mismo tiempo.

05 de abril de 2024. Iván de la Torre

Qué: Travesía por el laberinto Autores: Eduardo Mazzitelli (guion) y Quique Alcatena (dibujos) Editorial: Ediciones Record Año: 2005 Páginas: 144 Precio: 1200 pesos

Con esta novela gráfica, Eduardo Mazitelli y Quique Alcatena definieron el estilo de narración (una aceitada y acertada mezcla de realidad y fantasía, de mitos ajenos e invenciones propias) que trabajarían durante las siguientes tres décadas; todo comienza en Londres, cuando Percival, un joven poeta romántico, se encuentra con Oberón, rey de las hadas, quien se convierte en su guía y mentor en el “laberinto fundamental”, un sitio donde “el pasado, el presente, el futuro, la realidad y la ficción existen a un mismo tiempo”.

Desde ese comienzo clásico, sobre la unión casual de dos personajes completamente diferentes, los autores (como posteriormente hará Neil Gaiman en Sandman), ganaron seguridad a golpes de audacia, construyendo una narración cada vez más libre, enriquecida por relatos sobre personajes secundarios que amplían el escenario principal sin interrumpir la acción, como muñecas dentro de muñecas o exquisitas cajas chinas que aportan matices y resonancias interminables a un texto original que constantemente busca sumar nuevos matices:

«Había un mar tan quieto que ya casi ha dejado de ser mar para ser cadáver. Una prisión para viajeros y barcos de la que ni siquiera sus espíritus (los de los hombres y las naves) huyen».

«¡Había una vez un hombre que fue ordenado caballero! Todos coincidían en que jamás habría otro caballero tan fuerte y valeroso y bello, como ése... y se le ordenó conquistar el reino de unas pequeñas mujeres, eternamente jóvenes, hermosas y traviesas que asolaban la región. Amaban tanto a los hombres que cuando los tomaban desprevenidos, les cortaban parte de sus cuerpos como recuerdos».

Travesía por el laberinto además, homenajea implícitamente las grandes narraciones de Arthur Machen, uno de los grandes referentes del terror, maestro de H. P. Lovecraft y alabado por Jorge Luis Borges, mostrando el rostro real de los personajes fantásticos que la humanidad convirtió en protagonista de sus inocentes cuentos infantiles:

«Las hadas pueden ser seres tan bellos, alegres y gentiles como la gente imagina (hago especial hincapié en esto por si algún hada nos escucha) pero también se les sospecha ciertas costumbres innombrables... como las de apoderarse de niños recién nacidos. Mucho se ha discutido sobre el objeto de esto. La versión más siniestra dice que se los entregan al diablo, para que éste, a cambio, no se meta en sus asuntos».

La pregunta que el pícaro Oberón le hace al racional Percival al comienzo de la historia («¿cómo nos volveremos leyenda si hacemos sólo lo que otros hacen?») muestra que Travesía por el laberinto no es resultado de la buena suerte ni, mucho menos, de la casualidad: Alcatena y Mazzitelli trabajaron desde el inicio con el firme objetivo de definir un estilo personal de narración que les permitiera salir del rígido formato impuesto por las revistas (con sus episodios marcados por la linealidad y el happy-end) hasta encontrar una forma lo suficientemente elástica para –a la manera del maestro Carlos Albiac en A través de Oceanía- incluirlo todo: personajes extraños, circunstancias extremas y continuos cambios de dirección, obligando al lector a leer cada página y estudiar cada dibujo para entender las múltiples referencias que, con  una mezcla de placer y picardía, los autores escondieron pensando en  él.

Mazzitelli recordó cómo se formó su extraordinaria dupla con Alcatena: “Un día Alfredo Scutti, editor de la revista Skorpio, me muestra unos dibujos que Quique estaba haciendo para La fortaleza móvil, con Ricardo Barreiro. ‘Necesito que escribas algo para este tipo, si te animás’, me dijo. Yo no podía entender cómo un tipo tenía ese despliegue imaginativo y encontré qué tipo de historieta quería escribir a partir del primer trabajo que hice con él. Mi preocupación siempre es que Quique pueda dibujar lo que tiene ganas, si él dibuja lo que quiere, listo: la serie ya está hecha, porque la cosa es el dibujo de Quique, después hay una historia”.

Por su parte, Alcatena, que colaboró con inmensos artistas como Alfredo Grassi (Vikingos), Robin Wood (Merlín, Ulster) y Ricardo Barreiro (La fortaleza móvil, El mundo subterráneo, El mago; Ulrick, el negro), lamenta que todavía no se haya reconocido, ni en Argentina ni en el exterior, el talento de su guionista favorito, la persona con la que lleva más tiempo trabajando en un tándem que generó infinidad de clásicos durante las últimas tres décadas, desde el lanzamiento de este Travesía por el laberinto que lo cambió todo para ambos y los colocó al nivel de otras duplas clásicas como Oesterheld-Breccia, Wood-Olivera o Trillo-Altuna: “Más de una vez he dicho que prefiero mil veces el ida y vuelta que se da entre Eduardo y yo a la hora de urdir una nueva historia que escribirme mis propios relatos. Profesionalmente, es la experiencia más satisfactoria de colaboración que he tenido, y a la que seguiré apostando. Es una pena que el trabajo de Eduardo no haya trascendido tanto como el de otros guionistas, pero eso obedece también al perfil bajo que él siempre ha escogido. Durante varios años realizamos para la Skorpio italiana relatos unitarios; cada uno de ellos, a mi parecer, una pequeña joya narrativa, como los que componen el ciclo mitológico de nuestra propia cosecha en Dioses y Demonios, o, a la manera de Metallum Terra, historias de no más de 14 páginas ambientadas en extraños mundos (el del ajedrez, el de los trenes, los vientos, etc.). El derroche imaginativo en ellos hubiera bastado para realizar una serie completa, pero Eduardo nunca escatima ideas a la hora de elaborar una ficción. Eduardo prepara Pesadillas, nuestra primera colaboración, especialmente para que la dibujara yo, y la empatía fue inmediata. Pero luego entra Walter Slavich en escena; en esos años, paralelamente a su producción individual, Walter y Eduardo solían formar un tándem autoral muy prolífico, e ilustré algunas de las series que produjeron juntos. Pero si bien aprecio a Walter, naturalmente gravité hacia Eduardo, con él cual tenía una comunidad de gustos e intereses y mayor afinidad. Con el tiempo, eso derivó además en una profunda amistad que atesoro. Hace más de treinta años que trabajamos juntos”.

Comentarios en estandarte- 5

1 | Miguel Figueroa 11-10-2023 - 20:02:49 h
Tengo ese tomo, muy buena historia, yuy bueno tu comentario Iván.

2 | Luz María Mikanos 14-10-2023 - 02:52:07 h
Excelente esta reseña! Para guardar! Gracias!

3 | Luz María Mikanos 14-10-2023 - 02:54:37 h
Copadisima con las reseñas de De la Torre, son excepcionales!

4 | Iván 16-10-2023 - 02:32:24 h
Gracias por tu comentario, Miguel!!!

5 | Iván 16-10-2023 - 02:33:01 h
Te agradezco tu entusiasmo, Luz, me motiva a escribir más reseñas así. Abrazo!!!!