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Sueños pesados: el libro más personal y aterrador de Alberto Breccia

Cinco relatos que transcurren en un ambiente onírico, irreal, lleno de sombras y caras borrosas.

29 de marzo de 2024. Iván de la Torre

Qué: Sueños pesados Autores: Alberto Breccia y Norberto Buscaglia (guion); Alberto Breccia (dibujo) Editorial: ECC Editorial Año: 2021 Páginas: 64 Precio: 14,95 euros

“Cuando leo un cuento o una novela que me causan sensación, que me impresionan, siento el irresistible impulso de ilustrarlos, de dibujarlos”, confesó Alberto Breccia y, desde su adaptación de los cuentos de H. P. Lovecraft en 1976 hasta estas cinco maravillas, donde vuelve a colaborar con Norberto Buscaglia (tres de las adaptaciones son suyas: El anciano terrible, La última visita del caballero enfermo y La noche de Camberwell) el lector no puede dejar de sorprenderse por el refinado arte de un maestro que busca capturar el clima particular de cada narración.

Hablamos de esa tensión secreta que excede las palabras y solo determinados escritores logran transmitir de manera eficiente a sus lectores.

En sus adaptaciones, Breccia siempre omite mucho más de lo que cuenta, confiando en que el lector completará los huecos en estos cinco relatos que transcurren en un ambiente onírico, irreal, lleno de sombras y caras borrosas que parecen sacadas de un film de David Lynch, donde el límite entre las obsesiones personales y el mundo exterior se mezclan y difuman, creando situaciones y monstruos tan terribles como irrepetibles.

El uso creativo del color por parte del dibujante potencia la narración llevándola al límite, algo que el crítico Latino Imparato remarcó con mucha inteligencia en el impecable texto que le dedicó: “El empleo del color (en casos específicos se trata de acrílicos) hace aun más extrema la tensión ya evidente por la estructura de la tabla. Es interesante señalar como cada cuento posee una propia gama de colores y como esta gama lo caracteriza profundamente (el azul en Mujima, los rojos de El hombre y la bestia)”.

Y agrega: “Como lector omnívoro e infatigable que era, Breccia ha amado siempre, y en particular, los géneros literarios de aventura y fantásticos, gótico y policiaco. Su primer encuentro de Edgar Allan Poe y posteriormente su acercamiento casual con la obra de H. P. Lovecraft, han contribuido seguramente a orientar y fijar sus preferencias hacía los géneros literarios de carácter fantástico... Actuando movido por el impulso irresistible de volver a narrar, Breccia se preocupa bastante poco de pasar a cómic la obra literaria en su integridad. Le importa mucho más representar visualmente el entorno; se preocupa de fijar a través de las imágenes y el ritmo narrativo el conjunto de las sensaciones (o mejor aún: el núcleo complejo de las emociones) que le provoca la lectura, para transmitirlas directamente al lector. Sabe que sólo una fuerte sinceridad de los elementos contenidos en las imágenes, desde el diseño al color, desde el montaje al enfoque, podrá devolver enteramente la fuerza de los sentimientos que crecen en él durante la lectura... Las temáticas de las cinco obras aquí recogidas son aquellas a las que siempre acude Breccia y constituyen de hecho algunos de los elementos recurrentes de su obra, lo equivoco, lo doble, la íntima unión del bien y del mal en lo más profundo del alma humana... Las imágenes representan solo lo esencial de la historia, los textos están reducidos al mínimo, casi con un rol de contrapunto... Un último misterio envuelve el Mujima de Breccia y nos lleva inexorablemente a leer el texto de Lafcadio Hearn. Para cerrar el círculo, como quería Alberto...”.

Esas cinco adaptaciones basadas en cuentos de Giovanni Papini (La última visita del caballero enfermo), H. P. Lovecraft (El anciano terrible), Lafcadio Hearn (Mujima), Robert Louis Stevenson (El hombre y la bestia) y Jean Ray (La noche de Camberwell) muestran el altísimo nivel alcanzado por Breccia como narrador, un dibujante que, al igual que los grandes artistas (Jorge Luis Borges, Rodrigo Fresán) supo apropiarse de un texto ajeno hasta volverlo propio gracias a su capacidad para sumarle a la narración original un enfoque nuevo que la enriquece, permitiendo descubrir detalles que hasta entonces habían pasado completamente desapercibidos, tanto para los lectores como para los críticos más agudos.

Patricia, la hija de Alberto, reconoció que esta clase de trabajos fueron muy resistidos en Argentina: “Él siempre decía: ‘No me voy a quedar con una receta cómoda’. Estaba en su esencia romper. Por eso siempre estaba adelantado a su época. Su trabajo no se vendía acá porque muchos no lo entendían. Recién cuando fue un boom en Europa tuvo su rebote acá, en Argentina”.

Un último detalle a tener en cuenta es la pasión de Breccia por el terror, algo que el propio dibujante le confesó a Juan Sasturain en una extensa y poco conocida entrevista que el periodista le realizó al artista poco antes de su muerte, en 1993, que permite entender la serie de adaptaciones que hizo el dibujante a lo largo de cuarenta años de carrera, demostrando su fidelidad a un género muchas veces despreciado por los artistas de la novela gráfica, al considerar que siempre es mejor manejarse en un registro realista, para permitir la rápida identificación del lector e impedir el tradicional miedo del editor a ofender al público (y que eso tenga un impacto negativo en las ventas).

Breccia confesó: “Mi primer recuerdo, dibujando, son unas cosas de fantasmas. Cuando vivíamos en Berisso me la pasaba haciendo eso. Lo que me sedujo siempre es el terror, el tema de lo oscuro. Me estaba acordando de lo que pasó cuando le estaba comprando libros a este muchacho, que tiene una sala donde hay de todo, una cosa medio siniestra. Y vi libros de brujería, lo que pasa es que ya me había gastado toda la guita. Igual me voy para ese estante.  Y entonces me acordé por qué a mí me atrae todo eso. Me acordé que y de pibe, cuando no sabía leer y me leían cuentos, mi hermana me leía los cuentos de Calleja, que los tengo todos... Ya entonces yo le pedía que me leyera los cuentos de magos y de brujas. Todo ese tipo de cosas me gustaban a mí. Ya me gustaba desde que tenía cinco o seis años. Es decir que es una cosa que viene desde muy lejos. Después me interesó la brujería, no para practicarla, claro, sino para leerla”.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 25-01-2024 - 02:17:32 h
Increíble narración y descripción en este artículo! Detallada, clara, analítica e informativa! Una maravilla de artículo para una obra maravillosa! Gracias Estandarte e Iván de la Torre!!!!!

2 | Iván 25-01-2024 - 21:41:26 h
Muchas gracias, Luz, el gran Alberto Breccia nunca desilusiona!