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La fortaleza móvil: el cómic que se adelantó a 'Juego de Tronos'

Una sociedad caracterizada por la violencia extrema, por Ricardo Barreiro y Quique Alcatena.

13 de septiembre de 2024. Iván de la Torre

Qué: La fortaleza móvil Autores: Ricardo Barreiro (guion) y Quique Alcatena (dibujos) Editorial: Ediciones Record Año: 1991 Páginas: 128 Precio: 150 pesos argentinos

En La Fortaleza Móvil (y su continuación, El mundo subterráneo), Ricardo Barreiro y Quique Alcatena lograron crear una sociedad caracterizada por la violencia extrema que recuerda, en todos sus excesos y excentricidades, a la popular saga Juego de tronos de George R. R. Martin, donde los grandes señores de la guerra imponen sus decisiones a sangre y fuego, sin importar lo que cuesten sus caprichos personales.

En medio de esa terrible lucha, la vida de los hombres comunes y corrientes no vale nada, como descubre el mercenario Bass de Avergaut al ser capturado y convertido en uno de los fogoneros/esclavos de la fortaleza móvil, el arma definitiva creada por Emir Basileo para recuperar a su mujer, la bellísima princesa Selene, robada por Phradis:

«Cuando Basileo regresó de su excursión de caza, y se enteró de lo pasado ya era demasiado tarde para tratar de interceptar a los yathroianos. Grande fue la cólera del señor del desierto. La totalidad de la guardia real fue condenada a la horca. Su siguiente reacción fue atacar la ciudad amurallada de Yathros donde Phradis mantenía cautiva a Selene. Todo fue inútil, las fuerzas de Emir Basileo fueron aplastadas. Cuando Emir Basileo parecía haberse resignado a considerar la perdida de Selene como algo inevitable, fue que los cuatro grandes llegaron hasta el señor del desierto y propusieron su plan: una fortaleza armada con los más poderosos cañones. Al fin, después de dos largos años de trabajos forzados, la fortaleza móvil quedo terminada. Los mejores guerreros del reino fueron embarcados. Emir Basileo dirigiría en persona la destrucción de Yathros y la liberación de su amada.»

Esta anécdota mínima (similar, por supuesto, al conflicto que da comienzo a tradicional Ilíada de Homero) le permite a Barreiro construir todo un mundo y dotarlo de personajes tan brutales como atractivos, en un escenario magníficamente recreado por los extraordinarios dibujos de un inspiradísimo Alcatena que se permite agregar, en los márgenes de la narración principal, sugerentes historias paralelas, haciendo aparecer, junto a los protagonistas, misteriosos seres que despiertan la curiosidad de lector aunque no tengan participación activa en la trama, incluyendo nubes que se convierten en monstruos y montañas que disfrutan derribando a los insensatos que intentan treparlas.

El dibujante confesó que la inmensa libertad que le dio Barreiro le permitió comenzar a experimentar con un estilo que posteriormente profundizaría junto a Eduardo Mazzitelli: “Ricardo escribía el guion para que lo haga yo. A él le había gustado cómo había interpretado La Fortaleza Móvil. Él tenía una idea de la Fortaleza que era totalmente diferente a cómo me la imaginé yo. Barreiro hacía una cosa muy linda: en los guiones, en la carátula, hacía siempre un dibujo con birome de colores. Dibujaba muy bien Barreiro. Él hacía lo que se le cantaba en ese dibujo en la portada. Y para La Fortaleza Móvil había un dibujo de la Fortaleza, una especie de búnker de la Segunda Guerra, un tanque gigante. Y a mí esa onda no me gustaba, entonces dije: ‘Voy a hacer otra cosa’. Él no se molestó ni nada, Ricardo no era para nada una prima donna. Cuando vio esa onda más gótica, más barroca, me dijo: ‘Hacé lo que quieras’. Después hicimos ‘El Mago’ y otras series más. Lo que pasa es que yo comencé a trabajar con Mazzitelli – yo no lo conocía entonces a Eduardo –porque él vio mi trabajo con Ricardo y escribió un primer guion para ver si yo quería hacer una miniserie-. Después yo quedé trabajando con Eduardo porque Ricardo se colgaba, desaparecía, no entregaba a tiempo. Pero tampoco se ofendió por la cosa, le dijo a Eduardo: ‘Sí, dale, trabajá con Quique, van a estar bien’. Barreiro era un tipo muy generoso y sabía que este laburo es así, vos también tenés que ir buscando, no te podés colgar mucho. Hicimos alguna cosa más con Ricardo, pero quedé con Eduardo y después Ricardo se murió muy joven. Tenía 48 años, pero ya estaba mal”.

Gracias a La fortaleza móvil (y su continuación El mundo sumergido), Barreiro demostró que los guionistas argentinos podían apropiarse de la tradicional fantasía heroica popularizada por Robert Howard (autor de clásicos como Conan, el bárbaro; Kull, de Atlantis) y Michael Moorcock (creador de Elric, Corum, Dorian Hawkmoon y Erekosë) e imprimirle un estilo personal, sin caer en la copia sin alma.

De la misma forma que Carlos Trillo, Robin Wood y Carlos Sampayo reinventaron el policial negro en Spaghetti Bros, Savarese y Evaristo, Barreiro consiguió darle su estilo particular a un género que parecía territorio exclusivo de autores norteamericanos e ingleses y, de esa manera, permitió que guionistas más jóvenes como Eduardo Mazzitelli y Walter Slavich construyeran sus propias versiones de la fantasía heroica.

No es casualidad que, tras la aparición de La fortaleza móvil, El mundo subterráneo, Ulrick, el negro, y El mago, obras con un inmediato éxito de público y crítica, Eduardo Mazzitelli se animara a construir una larga y poco convencional serie de novelas gráficas junto a Alcatena (Los viajes de Fausto, Metallum Terra, Nuggu y los Cuatro, Pesadillas, Transmundo, Travesía por el laberinto y, especialmente, la extraordinaria Shankar), algo que no hubiera sido posible sin el antecedente creado por Barreiro.

Como Borges, que demostró con su particular uso de la gauchesca y el policial que la mejor forma de respetar una tradición es traicionándola al apropiarse de personajes emblemáticos como Martín Fierro y el Sargento Cruz para usarlos como nadie nunca antes se había animado a hacerlo en El fin e Historia de Tadeo Isidoro Cruz, Barreiro tomó los elementos más emblemáticos de la fantasía heroica (el personaje intrépido obligado a enfrentar situaciones extremas; los malos implacables y pérfidos; las mujeres bellas pero traidoras; los escenarios terribles) para llevarlos al límite en una historia deslumbrante que nunca pierde verosimilitud, abriéndoles los ojos a innumerables guionistas argentinos al demostrarles todo lo que se podía hacer en un género que, hasta ese momento, apenas había sido desarrollado en Argentina con dos excepciones notables: el Or-Grund de Robin Wood y Ricardo Villagrán, que copiaba al tradicional Conan de Howard; y Henga, de Ray Collins y Juan Zanotto, que apostaba por un héroe torturado por sus dudas, como el Elric de Moorcock.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 27-09-2023 - 03:26:55 h
Genial artículo! Felicitaciones!

2 | Ivan 11-03-2024 - 16:17:24 h
Muchas gracias, luz!