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A través de Oceanía: una de las mejores novelas gráficas escritas en Argentina

A través de Oceanía, una historieta de pura felicidad impresa.

22 de febrero de 2024. Iván de la Torre

Qué: A través de Oceanía Autores: Carlos Albiac (guion); Lito Fernández (dibujos) Editorial: Kindle Amazon Año: 2016 Páginas: 55 Precio: 2,99 USD

Carlos Albiac hizo felices a miles de lectores con las impredecibles aventuras de los cinco sobrevivientes del naufragio de un buque prisión: el ex-convicto Calicó Jack, la sensual pelirroja Sylvia, el aristocrático teniente Robby Burns, el huérfano Pick y Duende, un mirlo que al hablar en chino anuncia catástrofes que inevitablemente se cumplen.

La historia incluye todo lo que un lector de Julio Verne y Emilio Salgari espera (ladrones de buen corazón, atractivas e irresistibles mujeres, piratas encantadores, templos perdidos, galeones hundidos, tesoros enterrados, sacrificios humanos, tribus salvajes, escenarios exóticos...) en tramas que mezclan el humor, la fantasía, el terror y, por supuesto, la aventura en su más pura expresión.

A través de Oceanía despliega un mundo exuberante donde, al igual que en Indiana Jones, el lector puede olvidar todos sus prejuicios y disfrutar sin culpa de historias como la de Nam-Molusei, el rey de Ponapé, traicionado y condenado a muerte («Fui derrocado por un falso hechicero llamado Iso-Kalakal. Él, con la ayuda de los traficantes, ha fundado una nueva dinastía... Me envió a morir aquí, en la 'Isla de donde no se vuelve', la isla tabú que guarda en algún oculto en algún lugar de su templo derruido el secreto de nuestros antepasados llegados de otro mar») o el conde Flanovio, «tan depravado que hacía ya mucho tiempo que había abandonado sus intentos de ser todavía peor y ahora cazaba mujeres para su harén flotante».

Libre de cualquier intención moralizante, Albiac no se priva, sin embargo, de poner, como al descuido, frases de policial negro en la boca de sus personajes que suman profundidad en medio del humor y la acción permanente:

«En tus tiempos, plácido y sanguinario antepasado, no existía la doble maldición del dinero y la pólvora. Los hombres blancos manejan algo que se llama pólvora y algo que se llama dinero. Con la primera, todo se puede matar, con el segundo todo, absolutamente todo, se puede comprar».

«El hombre tiene tres nombres. El que le ponen sus padres, el que le pone la gente y el que se pone a sí mismo».

«Tres cosas permiten conocer al hombre: la botella, el dinero y la cólera».

La serie mantiene un tono constante de acción y aventura con toques de fantasía y la aparición permanente de personajes extravagantes pero encantadores, como la marquesa que desde hace treinta años trata de encontrar a su amante fugitivo, el padre del teniente Burns:

«Marquesa Adinolfa: Oh, Querido Robby... Recorrí el mundo buscándote, pero al fin te hallé. Me conservé virgen para ti. Y ahora solo espero que cumplas la promesa de amor que me hiciste en la navidad de 1702.

Robby: Usted es víctima de un error, madame, yo nací treinta años después de esa fecha.

Resulta que ella no está muy bien de la cabeza y, en fin, mi padre, que como yo se llamaba Robby, tuvo amores con ella hace sesenta años. Esa loca cree que yo soy mi padre. Acabo de prometerle que me casaré con ella.»

También aparecen memorables piratas, como Piet-Hein y Flack, el fétido:

«Piet-Hein: He cambiado mucho; ahora marcho, como todo el mundo, por la buena senda de la codicia».

«Flack, el Fétido: Vivimos tiempos difíciles. Y mi navío ya no responde a las exigencias de la piratería moderna. Necesito equiparlo a nuevo».

Albiac incluso se permite introducir a Vladimir Falopaff, «que fue en un tiempo cirujano mayor del Zar de todas las Rusias. Abandonó la medicina y vive ahora la ascética vida de los yoguis».

A través de Oceanía ofrece un clima de alegre fantasía, recordándole al lector que todavía existen aventuras y él puede vivirlas junto a este peculiar grupo de aventureros fugitivos, únicos y encantadores, casi tanto como su autor, un hombre capaz de escribir maravillas como esta inigualable novela gráfica que hace que hombres adultos vuelvan a sentirse niños (encantados, fascinados, deslumbrados niños) gracias a frases tan geniales y prometedoras como esta: «En las islas hay lepra, ciénagas, caníbales y misioneros; viejos inútiles como yo y piratas como Skull, ‘pata de palo’».

Lito Fernández contó la forma en la que creó, junto al gran Albiac, este comic y la particular forma de trabajar del guionista que lo convirtió en un referente ineludible entre sus colegas más importantes de Argentina: “Carlos me daba los guiones escritos hasta determinado punto y después me decía: ‘Acá lo dejo a tu criterio, tienen que pasar cosas’ y me anotaba algunas palabras. Él hablaba y yo dibujaba a mil por hora. Hace poco le contaba esto al nieto de Alberto Breccia y me dijo: ‘¡Qué buenas ideas tenía Albiac, podríamos hacer esa del muñequito que cayó del cielo que funcionaba solamente con Luna llena! ¡Qué maravilla de idea!’. Lo que conversábamos con Carlos nos rebalsaba, porque no teníamos tiempo de hacer todo lo que se nos ocurría. Yo te digo que Trillo, Robin Wood y Ray Collins, cuando escuchaban hablar de Albiac te decían: ‘¡Ah, bueno, es Carlos Albiac!’. Lo tenían ahí arriba y en el exterior también. Lo que pasa es que Carlos era muy gráfico en su escritura, entonces facilitaba las cosas, era muy sintético, te podía dar un guion de 60 páginas comprimido. Yo iba armando otras cosas y esa obra no era mía sino de Carlos Albiac. Un infierno era, ¡ardías con Carlos Albiac! Para mí, Albiac, Trillo y Robin Wood fueron los mejores guionistas que aparecieron después de Oesterheld. Al haber trabajado con los tres puedo decir que Albiac era el que tenía mayor poder de síntesis. Su escritura era gráfica, hacía que se me ocurrieran cosas antes de dibujar. Y cosas nuevas, incluso después de haber dibujado”.

Esta novela gráfica puede sintetizarse como alegría impresa, o, para citar un párrafo del propio guion que transmite el clima que ilumina todas y cada una de sus inolvidables páginas: “El mar sin arrugas, el sol en su lugar. ¡Ah, felicidad!”.

Esa es la palabra: felicidad, pura, plena, absoluta felicidad.

 

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