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El cobra: el mejor western escrito en Argentina

Un western existencialista, lleno de sentencias memorables.

02 de febrero de 2024. Iván de la Torre

Qué: El cobra Autores: Ray Collins (guion); Arturo del Castillo (dibujos) Editorial: Récord Año: 1976 Páginas: 90 Precio: 1.900 pesos argentinos

El cobra encarna, junto al Zero Galván de Precinto 56, al personaje más emblemático, reconocible y característico de Ray Collins, un romántico empeñado en mantener sus principios en un mundo violento donde, para conseguir respeto, es necesario mostrarse cruel e implacable todo el tiempo, sin tiempo para dudas ni debilidades.

“Debería existir el partido de los que no están seguros de tener razón. Sería el mío”. Albert Camus.

A diferencia del tradicional héroe encarnado por John Wayne, que tiene respuestas para todo y nunca duda, El Cobra no posee certezas absolutas, solo preguntas y dudas que comparte constantemente con los lectores:

«¿Dónde está la verdad, Marianne?

¿En dar la vuelta y dejarse morir?

¿En decir basta y luchar?

¿En huir?»

Collins actualiza el western tradicional incorporando los inmensos cambios traídos por películas como La pandilla salvaje de Sam Peckinpah, mostrando así un Oeste donde los buenos son asesinados y los violentos imponen su ley a través del miedo, la traición, el engaño o la simple corrupción:

«Tírenle a las rodillas y a los brazos. Luego, lo ataremos a cuatro caballos y lo despedazaremos. ¿Entendido?... y lo que quede de él, quiero meterlo en una jaula y colgarlo de la calle mayor del pueblo».

«Danemann: Oye, Lassey, te echaron de los rangers por cobarde. ¿Cómo piensas matar a Juano Higueras y recobrar a Manuela?

Lassey: Lo mataré por la espalda, Danemann. Los valientes no llegan nunca a viejos, ¿o acaso no lo sabías?»

«Amanece a las ocho. Ya el alcalde tiene todo dispuesto para cazar a los últimos siouxs del Narrow River.

Alcalde: Murdock apareció colgado. ¿Cree que el gobierno mandará investigadores?

Snowdon: Compraremos a quien venga. Vamos ya, es hora de hacer justicia».

La poesía del guion, acompañada por el dibujo despojado del gran Arturo Del Castillo, le da el tono perfecto y los matices necesarios a este western existencialista, lleno de sentencias memorables que pueden saborearse, frase a frase, párrafo a párrafo, gracias al oído perfecto de Collins para manejar silencios y pausas, definiendo un personaje, una situación o un paisaje en apenas unas pocas líneas, tan certeras como inolvidables:

«Hasta para los cobardes y borrachos existe un día final, un cruce de caminos, una parada».

«Ella tenía la piel de los gamos, cuando recién nacen, y los ojos profundos como las cortaduras del Snake River, y la fuerza de las flores que crecen desafiando las piedras».

«Como los elefantes al morir, hay hombres que buscan un sitio para regresar. La vida de un hombre es un puñado de regresos a los lugares donde fue feliz… o cree que lo fue».

«Cumplió. Yo sabía que vendría. Siempre tuvo ese estúpido orgullo de los que no tienen nada».

«Lo siento, Marian… Un hombre siempre vuelve, es como si buscara su origen, nacer otra vez… buscar el regazo de su madre, el único lugar donde jamás se sufre».

«El hombre crucificado no rezó ni gritó. Había vivido así, sin esperar nada, a punta de pistola».

«Un hombre que viene a morir porque ya está muerto, merece otra cosa que un comité de imbéciles justicieros que jamás lucharon, amaron, lucharon y perdieron».

«La calle tuvo alma de perro y sabor a sal».

«Levántate, Artie Shaw, ninguno de estos animales tiene derecho a verte de rodillas».

«Mediodía rabioso. Un sol para cada espejo. Cerveza en los tugurios».

«Matar es cosa fácil para un hombre que vive de su pistola. Es más difícil vivir, construir, amar y creer en algo».

«Dicen que no exististe, Cobra. Tal vez porque tu única ideología era la libertad de los espacios abiertos, que nada fuera sucio ni falso, porque la libertad es la única mujer que se puede amar así».

«El rostro del pasado golpeó al caminante como esos vientos que tajean la cara. Otoño apenas. El olor a madera recién cortada. Las frituras del restaurante. Chiquillos que alborotaban y el pinar pintado de verde sobre el pasaje ocre. El rostro del pasado se esfumaba. Volverían las frituras del restaurante. El olor a madera recién cortada. Mala cosa es que el hombre no pueda volver la vista atrás, ni a sus recuerdos, mala cosa si no tiene una mujer cerca, que se los haga enterrar».

Hablando con un caballo rebelde, el protagonista sintetiza su propia esencia y, con ella, el modelo del que surgen todos los grandes personajes de Ray Collins, rebeldes que luchan contra la injusticia, fieles solo a sus principios, conscientes de que al final, por más que se esfuercen, serán derrotados por los poderosos de turno que controlan el mundo y siempre manipulan las reglas en beneficio propios (veinte años después, en Evaristo, Carlos Sampayo recrea la situación con el comisario protagonista de la serie en una situación similar, pero esta vez con un viejo león que vaga perdido y solo por los bosques de Palermo):

«Dicen que van a matarte, amigo... todo porque eres libre y no te pareces a ellos. Dicen que te prefieren muerto a que los desafíes. Es el precio, ¿sabes? Pero no te engañes. No hay nada detrás del horizonte. Ellos quieren vernos morir, no les hagamos el gusto... El garañón es como un hombre: hace lo que debe hacer, aunque no tenga ningún sentido».

Collins confesó: “¡Me gustó muchísimo hacerla! Tanto, que incluso hice una continuación, que tiene que ver con El Cobra ‘antes del Cobra’. El primer capítulo se llama Una historia gótica dentro de mí, cuando él vuelve a su pueblo. En realidad, El Cobra era un episodio unitario, era un pistolero a sueldo, pero el editor me pidió de seguirlo. Yo pregunté con quién la iba a hacer, y me dijeron con Arturo (del Castillo), con quien ya había hecho Garrett. El Cobra es para mí un hijo directo. Me gusta el policial más que comer, pero el corazón lo tengo en el Oeste”.

Si hubiera que elegir el mejor western escrito en Argentina, indudablemente este sería el título perfecto, por encima incluso de clásicos como Loco Sexton, de H. G. Oesterheld, al que supera en profundidad y poesía.

 

 

Comentarios en estandarte- 3

1 | Luz María Mikanos 06-08-2023 - 03:21:29 h
Qué importantes son estos aportes sobre la historieta Argentina, parte poco promovida e invaluable de la literatura Argentina! Gracias!

2 | Iván 06-08-2023 - 22:26:46 h
Muchas gracias, Luz, esa es la intención: rescatar la buena historieta argentina y ponerlas en perspectiva mundial. Abrazo!

3 | Iván 07-08-2023 - 14:36:09 h
Muchas gracias, Luz!