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Loco Sexton: un policial negrísimo disfrazado de western

Uno de los mejores comics de Héctor Germán Oesterheld.

25 de febrero de 2024. Iván de la Torre

Qué: Loco Sexton Autores: Héctor Germán Oesterheld (guion); Arturo del Castillo (dibujos) Editorial: Record Año: 1976 Páginas: 96 Precio: 1.000 pesos argentinos

En Loco Sexton, Héctor Germán Oesterheld plantea un policial negrísimo disfrazado de western, con hombres y mujeres movidos por los deseos más bajos y las ambiciones más mezquinas, una novela gráfica realmente durísima donde concurren, entre otros, un sheriff, una maestra y el propio narrador. 

El avejentado sheriff de un pequeño pueblo inventa excusas para no perseguir a un hombre más experimentado y duro que él: «Las balas están ahí mismo, en el cajón... pero Walt Simpson no tiene ninguna gana de encontrarlas. Los bandidos se atrapan entre muchos, o cuando están descuidados, nunca cuando pueden tirar. Se explica: Walt Simpson, Sheriff de Sicomoro, tiene mujer y tres hijos. Y una muchacha mestiza con todo el nervio de una potranca joven... quizás esta misma noche cuando todos duerman pueda visitarla».

Una maestra traiciona a su prometido, seducida por un examante que regresa a verla y la convence de acostarse con él: «El cuerpo poderoso, vital, de Joe Barrow, Claire nunca sintió nada parecido».

El propio narrador obtiene su información combinando halagos con mentiras descaradas: «Samuel Austin es agrio consigo mismo, se odia. Trabajó más de treinta años como guardia cárcel... ¿hace falta explicar más? Soy el único que alguna vez le paga un trago. Parte por compasión, parte por calculo... en todo verdugo, en todo guardia cárcel, suele haber historias».

Ni siquiera los indios se salvan del tono oscuro, pesimista, sumamente crudo que da forma a este comic despiadado con sus personajes: Zumkas asesina al anciano Arkumah y su mujer, en vez de rebelarse, acepta complacida el cambio porque «Zumkas es hermoso de rostro y fuerte de cuerpo».

Oesterheld es consciente de ese cambio de enfoque radical, de la presentación de un mundo donde predomina el mal y la injusticia: a diferencia de sus antiguos y tradicionales westerns de los años cincuenta (Randall, the Killer con Arturo del Castillo, Sargento Kirk con Hugo Pratt), aquí las buenas acciones solo generan desgracias, como declara el propio Sexton frente a una tumba sin nombre: «Créase o no, lo perdió la rectitud... sí... en este extraño y absurdo mundo en que vivimos hasta la rectitud puede ser un arma capaz de matar».

Ni siquiera los personajes en apariencia inocentes juegan limpio, conscientes que, para sobrevivir en un entorno brutal donde no hay segundas oportunidades, deben ser más listos –e implacables- que sus enemigos; así, el panadero Carr Burke desafía a Walker, un pistolero profesional, a batirse a duelo, pero solo cuando obtiene la ventaja necesaria para estar seguro de ganarle: «Esa mañana amasé las rosquitas con harina de marihuana... Me vino bien haber sido farmacéutico... Espere a que le hicieran efecto para desafiarlo totalmente mareado. Walker habrá visto tres o cuatro panaderos... todos iguales...».

El personaje central de esta serie única, completamente diferente a todo lo que hizo Oesterheld, no es el periodista-narrador Herbert “Loco” Sexton sino Joe Barrow, un asesino y ladrón de apenas veintisiete años que engaña, manipula, traiciona y miente a todo el mundo, desde el inocente quinceañero que lo admira devotamente (al que abandona sin culpa para liberarse de la patrulla que lo persigue, condenándolo así a morir en la horca) hasta el ama de casa aburrida de su rutinaria vida que quiere escaparse con él.

La descripción que hace el guionista del personaje es tan precisa como implacable: “Joe Barrow, veintisiete años, matador. No gasta dinero en gitanas porque todas le auguran lo mismo: la soga. Sí, Joe Barrow, verdadero espíritu del mal. Un tipo igual a tantos por fuera, pero único por dentro. Un demonio de astucia y maldad. Joe Barrow, el más despiadado, el mayor asesino de asesinos, el peor ladrón de ladrones que anduvo alguna vez por el Oeste”.

Este personaje le da su tono (a)moral a toda la serie, mostrando un Oeste realmente salvaje donde es imposible encontrar personajes honrados, leales o buenos porque, en un infierno así, solo pueden sobrevivir hombres y mujeres despiadados consigo mismos y con los demás.

Oesterheld le deja bien claro, una y otra vez al lector, que contara hechos terribles, donde el mal siempre termina ganando:

«Aquí está la historia. Léanla. Quizás les guste. Quizás no. Lo único que les garantizo es que no les aburrirá. Y que, a través de ella, empezarán a conocer el verdadero Oeste, sí, el lejano Oeste, tal como yo lo conocí».

«Matar o morir... no hay lugar para la piedad en el desierto. Entre los animales del desierto la piedad se castiga con la muerte, por supuesto, esta es una historia de hombres, aunque te aclaro no por eso deja de ser una historia de fieras del desierto».

«Esa fama entre asustada y admirada que se ganan en el Oeste quienes son a la vez ligeros con el revolver, despiadados con los enemigos y hábiles a fuerza de dólares o balazos para que la justicia no los moleste demasiado».

En esta última etapa de su carrera, donde sus trabajos estaban llenos de golpes bajos, con personajes insufribles y recitados lacrimosos como Nekrodamus, donde ni siquiera el excelente trabajo gráfico de Horacio Lalia sirve para salvar un guion previsible o la muy fallida segunda parte de El Eternauta, donde directamente se predica la necesidad de inmolarse por el bien común y entregarle todo el poder al líder mesiánico que tiene las respuestas a todas las preguntas, Loco Sexton es indudablemente uno de los mejores comics del guionista, a la altura de clásicos como Mort Cinder o Sherlock Time.

Sobre esta novela gráfica impecable e implacable, tan distinta de todo lo que hizo el escritor antes y después, puede decirse lo mismo que Dante Gabriel Rossetti tras leer Cumbres Borrascosas, la gran novela de Emily Brontë que también trata sobre personajes extremos, dominados por sus pasiones y capaces de hacer cualquier cosa, sin importar el daño que provoque en los demás: “La acción transcurre en el infierno, pero los lugares, no sé por qué, tienen nombres ingleses”.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 06-08-2023 - 03:18:56 h
Excelentes artículos! Gracias por este aporte a la literatura Argentina, a veces olvidamos ls historieta

2 | Iván 18-09-2023 - 18:39:04 h
Muchas gracias por tus comentarios, Luz, sos mi lectora más constante!