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Historias tristes, de Francisco y Gabriel Solano López

Francisco Solano López en su versión más oscura, aterradora y atormentada.

29 de abril de 2024. Iván de la Torre

Qué: Historias tristes Autores: Gabriel Solano López (guion); Francisco Solano López (dibujos) Editorial: Deux Box Año: 2008 Páginas: 90 Precio: 280 pesos argentinos

Junto con Ana, Historias tristes es la contracara de la visión triunfalista de los años setenta plasmada en El Eternauta II, donde un politizado H. G. Oesterheld recuperó a su personaje más emblemático para convertirlo en un líder mesiánico, dispuesto a sacrificar todas las vidas que hagan falta para lograr sus objetivos militares y, supuestamente, cambiar el mundo.

Gabriel evita el tono heroico de Oesterheld y Ricardo Barreiro (otro guionista aficionado a mezclar su amor por el superhombre con el sadismo en tramas pseudo progresistas como Bárbara, El Instituto o Slot-Barr) para desnudar el fracaso del sueño colectivo, la frustración de toda una generación (su generación, nacida a mediados de la década del cincuenta) que vio como sus expectativas eran abortadas por una realidad impiadosa e implacable.

Retratando la vida de hombres y mujeres conscientes de su fracaso, siempre oscilando entre la degradación y el suicidio, el jovencísimo guionista de apenas 20 años logró capturar la esencia trágica de los setenta sin caer en falsas concesiones ni énfasis innecesarios: solo en los mejores capítulos de Sudor Sudaca, la obra maestra de Carlos Sampayo y José Muñoz (Dos o tres mil cosas que los demás saben de mí o la extraordinaria Solos para siempre) puede encontrarse un análisis tan despiadado como certero de una época y sus atormentados protagonistas:

«Ella era una militante revolucionaria, seguramente con sus conceptos bien afianzados y una práctica coherente con su ideología; frente a tanta supuesta perfección, yo sentía el irrefrenable impulso de mostrarle en qué podía desembocar una persona que había profesado el ideal que ella abrigaba:

-Yo también milité como tú, hace un par de años... expulsado por borracho y amoral, por no respetar las pautas y criterios de la organización en cuanto a la vida de pareja. En pocas palabras, me encamé con la mujer de alguien que hoy debe ser de tu conducción».

«Dudaba de poder besarla, siquiera, en la frente o en la mejilla, para disimular quizás entre aquellas paredes vacías el desencanto de nuestras dos vidas muertas».

«Que no se mate, que en este mundo ni los muertos tienen derecho a la felicidad».

Francisco Solano López reveló cómo comenzó a colaborar con su hijo Gabriel en ese cómic descarnado, posiblemente el retrato más duro de los años setenta y la militancia revolucionaria que buscaba cambiar el mundo: “Yo tenía casi 50 años, me había divorciado de mi primera mujer y estaba planeando irme a Europa cuando Gabriel comenzó a involucrarse en la guerrilla. Lo pude salvar utilizando un viejo contacto de mis épocas del Liceo Militar, a quien le avisé cuando lo fueron a secuestrar. Me sentía el jamón del sándwich: por un lado, tenía que pelear con mi hijo, y por el otro con esos guiones de Héctor Oesterheld para El Eternauta II’, donde los muchachos de las cavernas hacían la guerrilla contra los invasores. La tensión de esa época se nota en la resolución apurada que evidencian las últimas páginas de esa segunda parte de El Eternauta, y también en los trazos viscerales de las Historias Tristes. Algo parecido sucede con Ana”.

Gabriel Solano López, por su parte, reveló que no tenía pensado convertir su trabajo literario en historietas, pero el entusiasmo de su progenitor lo empujó a realizar la tarea: “Las Historias tristes (título decidido por mi padre, dada mi incapacidad para encontrar alguno presentable) se escribieron primero como cuentos. Mi padre seleccionó los textos que se incluirían en las viñetas. Yo le daba a mi padre el capítulo terminado. Él se ponía a trabajar y jamás me vi en la necesidad de hacer objeciones. Su realización gráfica de mis ideas superaba en expresividad lo que yo había imaginado. Él sí me dejó caer alguna crítica que no me costó nada aceptar. Eran indiscutibles No tenía aún 20 años cuando empecé con ellas. Es quizás un atenuante. Todo lo demás, excepto mis colaboraciones con Carlos Sampayo, lo escribí directamente con estructura de guion. La verdad es que me sentí bastante cómodo escribiendo guiones de historieta. Es un género riquísimo en posibilidades de recursos técnicos: te permite distintos niveles de lenguaje. Diálogos, fragmentos de relato convencional en primera, segunda o tercera persona, voces en off (como las estrofas del poema en La Guerra del Paraguay, una obra posterior que hice con mi viejo), diálogos entre esos mismos niveles (personajes respondiendo al texto descriptivo y viceversa), saltos espaciotemporales abruptos que ayudan al guionista en la síntesis de determinadas situaciones… además de la descripción de la viñeta y su organización para la estructura de página que uno pretende”.

El guionista, sin embargo, reconoció que, para él, su trabajo tiene fallas provocadas por su inexperiencia: “Historias tristes son los experimentos de un novato absoluto. Sintaxis chirriante, exceso de adjetivos y otras vergüenzas con las que nunca seré lo suficientemente crítico. La dureza también parecía algo impostada en un muchacho de 20 años. Pero la historia de los fracasos y los perdedores siempre ejerció y aún ejerce una gran fascinación en mis preferencias literarias. En este sentido la obra de Roberto Arlt surge como fuente de inspiración. Pero hay muchos más. Las grandes causas han cambiado en la historia de un extremo a otro. Las miserias humanas, sin embargo, no han variado, al menos desde que disponemos de testimonios escritos. Y antes de ellos no creo que las cosas hayan sido de otra manera. Esa repetición crónica de las expresiones de nuestras taras, además de producirme pasmo y frustración, me parece más unida al origen de la creación artística. Me interesan los individuos. La conciencia siempre es individual. El bien y el mal nacen y se desarrollan en ella. Si tuviera tiempo me interesaría escribir historias de personas relacionadas, de algún modo u otro, con el terrorismo. Asumir la perspectiva del asesino y sus siempre falsas razones. Y, sobre todo, meterme en la piel de la víctima. Los argentinos recordamos con mucho sentimiento el terrorismo de estado. Las víctimas de la otra parte han sido sistemáticamente olvidadas. Lo intentaría como una especie de homenaje a todas ellas, las que lo son y las que, por puro azar, no he llegado a producir. Una mera expresión de arrepentimiento”.

Más allá de las críticas de Gabriel, Historias tristes, al igual que Ana, sigue siendo un cross directo a la mandíbula del lector, como quería su admirado Roberto Arlt: un logro notable para un autor de apenas 20 años que nunca antes había publicado nada y venía de sufrir prisión y ver morir a muchos de sus compañeros de militancia.

 

Comentarios en estandarte- 5

1 | Vivian 23-08-2023 - 01:42:38 h
Me encanto esta reseña reveladora sobre esta obra tan original como descarnada. Quisiera saber si se puede conseguir esta historieta o si alguien puede facilitarla, como es el caso de Columberos. Muchas gracias !!

2 | Vivian 23-08-2023 - 01:44:52 h
Muy buena info Ivan. Quiero conseguir todo sobre esta etapa de los Solano Lopez. Muchas gracias !!

3 | Iván 27-08-2023 - 21:08:13 h
Hola, Vivian!, muchas gracias por tu comentario!

4 | Luz María Mikanos 27-08-2023 - 23:27:56 h
Excelentes informes! Me encanta conocer más sobre este tema. Guardo colecciones de historietas que pertenecen a mi padre.

5 | Iván 01-09-2023 - 16:34:49 h
Muchas gracias por tu comentario, Luz! ¡Tu papá es un afortunado! Esas revistas valen fortunas ahora