Pasión por leer. Pasión por escribir.

Portada > Noticias > Libros > Novela > Petros Márkaris: La hora de los hipócritas

Petros Márkaris: La hora de los hipócritas

Un libro que destapa el lado oscuro de la sociedad.

23 de noviembre de 2021. Estandarte.com

Qué: La hora de los hipócritas Autor: Petros Márkaris Editorial: Tusquets Año: 2020 Páginas: 352 Traducción: Ersi Marina Samará Spiliotopulu Precio: 19,90 € (papel), 9,99 € (eBook)

La hora de los hipócritas, de Petros MárkarisUna llamada telefónica y la expresión del comisario Jaritos pasa de la alegría –está celebrando el nacimiento de su nieto– a la preocupación.

“–¿Qué pasa? –pregunta Adrianí.

–Pasa que en este mundo unos nacen y otros mueren. Pero cuando me llaman a mí, no han muerto simplemente, sino que alguien los ha matado –contesto y salgo al pasillo para poner en marcha la operación.”

La llamada anuncia el asesinato de Paris Fokidis, un empresario hotelero, respetado y reconocido por la sociedad por sus actividades benéficas. La maquinaria se pone en marcha, la reivindicación no tarda en llegar, la firma un grupo, el Ejército Nacional de Idiotas, anunciando el asesinato, exigiendo a la policía –cancerbero del sistema, la llaman– que averigüe el motivo por el que lo han matado, y afirmando que el empresario merecía ese final.

Es un mensaje dudoso, escrito a la antigua usanza, con pluma y tintero. ¿Qué organización terrorista comunica así sus acciones? Más bien parece obra de un grupo de locos. Dudas aparte, la investigación profundiza en los negocios, la fundación, la familia y amistades de Fokidis. Es, así lo parece, un hombre irreprochable, lo mismo que las siguientes víctimas. La policía se encuentra ante los mismos mensajes, el mismo modus operandi. ¿Quién o quiénes están detrás?

La hora de los hipócritas no es la mejor novela de Petros Márkaris (Estambul, 1937), pero sí un buen libro, en la línea, siempre apasionante que inició el autor desde la presentación de ese enorme policía que es Kostas Jaritos. Narrado como todos ellos en primera persona, el lector vuelve a enfrascarse en un mundo real, un mundo que, al margen de la acción criminal, vive las tensiones y las secuelas de una crisis, la de 2008, resuelta con parches que se traducen en precariedad, sueldos ínfimos y angustia de los perdedores.

Con La hora de los hipócritas, el autor, por boca del comisario, dibuja con exactitud el día a día del trabajo policial, las tensiones con el poder, el tesón de Jaritos y su apuesta por la verdad, su estrecha conexión con los compañeros o sus ritos –el imprescindible café con cruasán– antes de iniciar el trabajo.

Son escenas que se repiten a cada nuevo libro, que se echarían de menos si no aparecieran porque dan relieve y autenticidad a la historia: los inevitables atascos de la ciudad, el siempre acelerado recorrido por sus calles, los despachos oficiales, el recuerdo de tiempos pasados o la educación recibida, contada con acierto no exento de humor: familia y  amigos están reunidos, hablan de libros, Jaritos recuerda dos regalos de su madrina, el Diccionario Dimitrakos (su mejor aliado en momentos de estrés) y los Clásicos Ilustrados que su padre tiró por asociarlos a propaganda comunista; su amigo Zisis, miembro del partido, se asombra y le comenta: “Tu padre tiró los Clásicos Ilustrados porque pensaba que eran propaganda comunista. Nosotros condenábamos los Clásicos Ilustrados porque los considerábamos una simplificación capitalista del conocimiento, que impedía que los niños leyeran los textos originales y supieran del sufrimiento humano, para comprender la realidad y luchar por la revolución.”

En paralelo vivimos la cotidianidad de la familia, las tensiones entre abuelos, el contraste entre quienes viven fuera de la capital arraigados a sus tradiciones –la elección del nombre, por ejemplo– y los atenienses más abiertos; la habilidad de Fanis, el yerno, para sortear problemas; la desenvoltura y arranque de Adrianì, una luchadora capaz de pasar horas cangureando, y de organizar cenas y comidas familiares donde no falten las berenjenas y los deliciosos tomates rellenos. En la familia hay un miembro más, Lambros, que trastoca, para felicidad de todos, horarios y vida y que esperamos ver crecer. La lectura merece la pena.

Comentarios en estandarte- 0