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¡A buenas horas, mangas verdes!
La reservamos para algo que llega tarde, a destiempo
22 de octubre de 2024. Estandarte.com
Qué: La expresión '¡A buenas horas, mangas verdes!'
La expresión ¡A buenas horas, mangas verdes!, se aplica a todo aquello que llega a destiempo, una vez pasada la oportunidad, cuando ya resulta inútil el auxilio o la concurrencia del acto o la persona.
El origen de esta frase nos lo cuenta José María Iribarren en su El porqué de los dichos (Editorial Ariel, 2013), donde explica que se debe a que en tiempo de los cuadrilleros de la Santa Hermandad, como casi nunca llegaban a tiempo para capturar a los malhechores, los delitos entonces quedaban impunes. Los cuadrilleros vestían un uniforme de mangas verdes y coleto (vestidura hecha de piel, por lo común de ante, con mangas o sin ellas, que cubría el cuerpo, ciñéndolo hasta la cintura).
En el siglo XV, Isabel la Católica, crea la Santa Hermandad, el que podemos entender que es el primer cuerpo policial de España, y uno de los primeros cuerpos policiales organizados en toda Europa. Surgió tras la guerra civil que enfrentó a los partidarios de Isabel de Castilla y a los de Juana “La Beltraneja”. Tras la guerra, se acordó unir las diferentes Hermandades, que ya existían desde el siglo XI, en una única hermandad para combatir los robos de los bandoleros, muy comunes en la época.
Los cuadrilleros solo podían perseguir a los malhechores a 5 leguas de su villa, pasando la responsabilidad a los de la siguiente, los cuales eran avisados mediante toque de campanas. Una vez detenido el perseguido, se trasladaba al lugar donde había cometido el delito.
La mala reputación de los cuadrilleros, debido a que llegaban cuando ya el problema se había solucionado o el delincuente había huido, llevaron a acuñar la expresión ¡A buenas horas, mangas verdes!
En una relación de la entrada de Felipe II en Toledo, el 26 de noviembre de 1559 (manuscrito que existe en la Biblioteca Nacional), se lee:
«Salió primero la Santa Hermandad vieja desde çibdat... con treinta y dos vallesteros, todos vestidos de verde con sus monteras y sus vallestas y carcaxes y tiros».
Vestidos de verde iban también los 32 ballesteros de la Santa Hermandad cuando entró en Toledo la reina Isabel de Valois, el 13 de febrero de 1560. (Datos de Rodríguez Marín en su Edición crítica del Quijote.)
La Santa Hermandad era, al fin y al cabo, un tribunal con especial jurisdicción. Sus miembros tenían como misión juzgar y castigar los delitos, particularmente los que se cometían fuera de las ciudades y los pueblos por los salteadores de caminos. Por eso tuvo tanto miedo Sancho Panza cuando su señor peleó con el gallardo vizcaíno, pues bien sabía «que la Santa Hermandad tiene que ver con los que pelean en el campo».
Los soldados de la Santa Hermandad eran llamados cuadrilleros porque prestaban sus servicios (parecidos a los de la actual Guardia Civil en España) en cuadrillas o grupos de cuatro hombres. Con el tiempo degeneró tanto esta milicia, que Cervantes puso en boca de don Quijote aquella célebre exclamación: «¿Cuadrilleros? ¡Ladrones en cuadrilla!»
En cuanto al sentido de la expresión ¡A buenas horas, mangas verdes!, obedece, como ya hemos explicado, a la creencia de que los guardadores del orden suelen acudir tarde o a destiempo al lugar donde son necesarios.
Recordemos también el coro de los guardias valonas (un cuerpo de infantería reclutado originalmente en los Países Bajos, fundamentalmente en la Valonia católica) de El barberillo de Lavapiés:
Los guardias valonas,
fiel a su canción,
siempre llegan tarde
a la procesión.
En el segundo verso debió decirse «fieles» para ser fieles con la gramática, nos apunta José María Iribarren.
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