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Philip K. Dick: el escritor que tomó drogas, vio a Dios e inspiró 'Blade Runner'.
Obras que dudan de la realidad y muestran un oscuro futuro dominado por inmensas corporaciones.
06 de marzo de 2024. Iván de la Torre
Qué: Biografía de Philip Kendred Dick
Philip Kendred Dick (Chicago 1928 - California 1982) fue uno de los grandes maestros de la ciencia ficción (y uno de los escritores más influyente en el cine desde los años 80), reconocido por una serie de obras que dudan continuadamente de la realidad, muestran un oscuro futuro dominado por inmensas corporaciones, donde hombres y mujeres, comunes y corrientes, intentan sobrevivir sin rendirse ante los poderosos que manejan el mundo o se preguntan cuál es la diferencia que hay entre los seres humanos y los robots.
Los comienzos, la vida y las obras de Philip Kendred Dick
Roog, el primer cuento vendido por Dick a los 23 años, ya muestra uno de los rasgos característicos de su trabajo: la empatía, su capacidad para ponerse en el lugar de seres que, en circunstancias sumamente desfavorables, libran una lucha solitaria y heroica: “Roog trata de un perro real... ya desaparecido. El nombre auténtico del perro era Snooper, y creía tanto que en su mundo como yo en el mío. Su principal trabajo, en apariencia, era cuidar que nadie robara la comida de su cubo de basura particular. Snooper actuaba impulsado por la ilusión de que los propietarios consideraban la basura como algo valioso. Al terminar la semana, el cubo de la basura estaba lleno... y en ese momento llegaba el más diabólico grupo de entidades malignas del Sistema Solar en un enorme camión y robaba toda la comida. Así que, a las cinco de la madrugada del viernes, Snooper lanzaba su primer ladrido. Snooper debía pensar que vivía en un planeta de lunáticos. Sus dueños, y cualquier otro habitante de Berkeley, podían oír a los basureros cuando llegaban, pero nadie hacía nada. Yo me preguntaba: ¿qué idea tendrá este perro del mundo? Es obvio que no lo ve como nosotros lo vemos. De modo que éstas, en su forma más primitiva, son las bases en las que se fundamentaron muchos de mis años como escritor profesional: el intento de meterme en la cabeza de otra persona, o en la cabeza de otra criatura, y ver a través de sus ojos, descubriendo así lo distinta que es esta persona del resto de nosotros”.
Tras la publicación de este cuento, Dick dejó su trabajo en una tienda de discos para convertirse en escritor a tiempo completo, pero a comienzos de los años cincuenta la situación era realmente muy difícil para un artista que aspiraba a vivir de un género popular maltratado por la crítica y muy mal pagado: “La ciencia ficción era tan despreciada que virtualmente no existía a los ojos de todos los Estados Unidos. El desprecio hacia los escritores de ciencia ficción no era divertido. Hacia miserable nuestras vidas. No ganábamos dinero; pocas editoriales publicaban ciencia ficción; y se abusaba cruelmente de nosotros. Elegir como carrera ser escritor de ciencia ficción era un acto de autodestrucción; en efecto, la mayoría de los escritores de ciencia ficción ni siquiera podían concebir que alguien los tomara en consideración”.
Dick, que acababa de casarse, confesó: “Me río de esto ahora, y siento además una pequeña nostalgia, debido a que, en algunos aspectos, esos fueron los mejores benditos días de mi vida, especialmente allá en el principio de los cincuenta [...] Éramos pobres, en efecto -mi esposa Kleo y yo- éramos pobres. No lo disfrutábamos para nada. La pobreza no fortalece el carácter. Ese es otro mito. Pero sí te convierte en un buen contable; uno cuenta y cuenta con exactitud su dinero, su poco dinero, una y otra vez. Pero disfrutaba de no tener que estar tras un mostrador exactamente a las nueve de la mañana, de traje y corbata diciendo: ‘Si, señora, ¿puedo ayudarla en algo?’”.
En sus relatos iniciales (joyas como Los defensores, La segunda variedad, El mundo que ella deseaba, Impostor, El gran C, La nave de Ganímedes, Desayuno en el crepúsculo, Equipo de ajuste, El padre-cosa, Foster, estás muerto y Humano es), Dick evita cuidadosamente los personajes que caracterizaban a la ciencia ficción más exitosa de la época (llena de audaces científicos o valientes soldados que afrontaban problemas a escala galáctica y siempre salían triunfantes) dominada por la inmensa presencia de John W. Campbell, editor de la influyente revista Astounding.
En la década del 40, Campbell había descubierto a escritores como Isaac Asimov, Arthur C. Clarke y Robert Heinlein, pero Dick nunca se sintió cómodo con sus premisas: los 'héroes' dickianos son personas comunes que pelean en inferioridad de condiciones, sin rendirse, aun sabiendo que eso puede costarles la vida: “En todas mis ficciones, una y otra vez, el hombre se autoafirma por medio de su atolondrada y fatigosa lucha. [...] tiene el tamaño de un mosquito, no puede hacer nada... pero posee una cierta grandeza. No sé por qué. Simplemente creo en él y lo amo. Prevalecerá. [...] Pues mientras él esté ahí como minúscula figura paterna, todo irá bien”.
Aunque sus personajes eran muy distintos a los de Heinlein, considerado el gran maestro de la ciencia ficción norteamericana, el veterano escritor no dudó en ayudar a Dick en los comienzos de su carrera (de hecho, Heinlein haría lo mismo con varios colegas, incluyendo a Ted Sturgeon, sin decir nada al respecto, a diferencia de Asimov, que, de manera mezquina y miserable, escracharía en sus memorias a todos los autores que le habían pedido dinero), y Phil lo reconoció: “Hace varios años, cuando yo estaba enfermo, Heinlein me ofreció su ayuda, cualquier cosa que pudiese hacer, y no nos conocíamos; pero él me telefoneaba para animarme y ver cómo me iba. Robert quería comprarme una máquina de escribir eléctrica —que Dios lo bendiga—. Era uno de los pocos caballeros de verdad en este mundo. No estoy de acuerdo con ciertas ideas que desarrolla en su obra, pero no importa. En una ocasión en la que yo le debía mucho dinero a Hacienda y no podía conseguirlo, Heinlein me lo prestó. Tengo muy buena opinión de él y de su esposa; a ellos les dediqué un libro como muestra de aprecio. Heinlein es un hombre bien parecido, realmente impresionante y muy militar en su postura; se puede decir que tiene una apariencia militar, incluso en su corte de pelo. Él sabía que yo era un friki desquiciado y aun así nos ayudaba a mí y a mi esposa cuando teníamos dificultades. Eso es lo mejor del ser humano; lo que amo de cada quien”.
Las dificultades económicas no impidieron que Dick escribiera sus primeras ficciones largas: en 1955, publicó su primera novela, Lotería Solar, a la que le siguieron El tiempo doblado (1956), Planetas Morales (1956), Ojo en el cielo (1957), Muñecos Cósmicos (1957), Tiempo Desarticulado (1959) y Vulcan´s Hammers (1959).
En estas obras, Dick habla de todos los temas que lo obsesionan: la manipulación de la realidad, el abuso del poder y la lucha contra los gobiernos dictatoriales, estableciendo su reputación como uno de los nuevos autores más prometedores del género.
El título que marca un antes y un después en la obra de Dick es El hombre en el castillo, de 1962, que obtiene un premio Hugo, considerado el Óscar de la ciencia ficción, al mostrar un mundo alternativo donde Alemania y Japón ganaron la Segunda Guerra Mundial y se repartieron el mundo.
La consagración de Dick queda confirmada cuando Aldiss, referente de la nueva ciencia ficción inglesa, escribe: “Phil es subversivo por naturaleza. Tiene una cualidad frecuente en los grandes escritores: humildad. Parece mantenerse abierto y vulnerable como escribe sobre gente pequeña y vulnerable”.
El éxito, las drogas y la religión en la vida de Philip Kendred Dick
Sin embargo, tras ese periodo de producción desenfrenada y elogios de sus colegas, Dick sufre una crisis, es abandonado por su esposa y comienza un periodo completamente alejado de la escritura, donde convive con adictos y mujeres de la calle, sin publicar nada durante varios años, sobreviviendo gracias a sus derechos de autor.
Finalmente, regresa a la ficción y plasma parte de su experiencia en la aterradora Una mirada a la oscuridad (1977), donde cuenta su vida entre marginales: “Si ustedes piensan que los escritores viven una vida de enclaustramiento entre libros, están equivocados, por lo menos en mi caso. Estuve, un par de años en la calle, en el mundo de las drogas. Parte de esta escena fue divertida e increíble, y otras partes fueron espantosas. [...] Una cosa buena de mi paso por la calle era que la gente no sabía que yo era un escritor de ciencia ficción conocido, y si ellos lo sabían no les importaba. Al fin de los dos años había perdido todo lo que tenía incluso mi casa. Había parado temporariamente de escribir. Me había enamorado de varias inescrupulosas chicas de la calle”.
En las noches siguientes, Dick declararía que un misterioso rayo rosa le habría transmitido verdades metafísicas enviadas por una entidad cuasidivina llamada Valis (Vast Active Living Intelligence = Sistema de Vasta Inteligencia Viva).
Poco después de terminar su trilogía religiosa, el escritor fue encontrado inconsciente en el piso de su departamento de Santa Ana, California, tras haber sufrido un derrame cerebral; falleció el 2 de marzo de 1982.
En una de sus últimas entrevistas, cuando le pidieron consejos para jóvenes escritores, Dick, generoso como siempre, expresó: “Yo pienso que ustedes deben saber esto; específicamente en el caso de que sean, digo, veinteañeros y algo pobres, y tal vez estén empezando a llenarse de desesperación, sean escritores de ciencia ficción o no, sea lo que sea lo que quieran hacer de sus vidas. Pueden tener un montón de miedo, y a menudo es un miedo justificado. [...] Ahora vean, no busco simpatía, lo que intento hacer es decirles que la crisis de ustedes mismos, su odisea, asumiendo que tienen una, no es algo que va a durar para siempre, y quiero que sepan que ustedes sobrevivirán gracias su coraje, ingenio y un cambio de vida. He visto la cara de hombres cuyos cerebros han sido quemados por la droga, hombres que todavía podían pensar los suficiente como para darse cuenta de lo que había pasado con ellos; vi sus desmañados intentos por aguantar y salir de un temporal del que no hay salida. [...] Así que vivan por algo; quiero decir, vayan todo el camino hasta el fin. Ahí es donde se entiende todo, y no a lo largo del camino”.
Comentarios en estandarte- 2
1 | Luz María Mikanos
08-03-2024 - 04:26:05 h
Realmente este artículo narra de modo tan exacto la personalidad, la vida y obra de Philip K. Dick, que mereció leerlo dos veces. Y obvio me dieron ganas de releer algunas obras.
2 | Iván
08-03-2024 - 16:38:02 h
Muchas gracias, Luz, la intención es justamente esa: que la gente conozca la obra de Dick y quiera leerla. Es un inmenso autor.