Pasión por leer. Pasión por escribir.

Portada > Noticias > Libros > Comic > Álamo Jim: el cómic que se adelantó a los spaghetti westerns de Sergio Leone

Álamo Jim: el cómic que se adelantó a los spaghetti westerns de Sergio Leone

Albiac renueva los lugares comunes del género a través de un humor irreverente que sirve para desacralizarlo todo.

26 de marzo de 2024. Iván de la Torre

Qué: Álamo Jim Autores: Carlos Albiac (guion); Carlos Casalla (dibujante) Editorial: Ediciones Récord Año: 1978 Páginas: 128 Precio: 2.000 pesos argentinos

Con Álamo Jim (1960), Carlos Albiac se adelantó al enfoque desprejuiciado de Sergio Leone y sus spaghetti westerns (la famosa trilogía del dólar: El bueno el malo y el feo, Por un puñado de dólares y Por un puñado de dólares más) creando un antihéroe que renueva los lugares comunes del género a través de un humor irreverente que sirve para desacralizarlo todo, incluyendo al protagonista, presentado como “un oscuro, pobretón y generoso vagabundo de los caminos”.

Albiac, que poco antes había publicado su primer guion sobre otro vaquero solitario y justiciero llamado Pithy Rayne para la editorial española Brugera, reformó el personaje con un planteamiento más radical que buscaba trascender las limitaciones del género.

Álamo Jim ofrece historias engañosamente simples, donde las reflexiones casuales de los personajes dan profundidad a las tramas creando dos niveles de lectura: uno para el lector que solo busca acción permanente, otro para el público culto que, al releer el texto, encuentra homenajes cuidadosamente escondidos a escritores como Jorge Luis Borges y su clásico cuento El muerto:

– Álamo: Vaya... hoy todo es gratis para mí.
– Parroquiano: Nadie te cobra porque ya estás casi muerto.

Obligado a trabajar con argumentos, situaciones y personajes tradicionales para no asustar a sus editores, Albiac logra, desde los primeros capítulos, un tono que diferencia, claramente, a su personaje del héroe tradicional, porque Álamo Jim no conoce todas las respuestas ni sabe siempre cómo actuar; su personalidad es una mezcla de humor, sentido común, inocencia, principios personales y pragmatismo que le permite detenerse a beber mientras entierra a un amigo sin que el lector se sienta ofendido por su actitud:

– Álamo: Ten un poco de paciencia con nosotros, Lou Ridders... pasamos una noche larga y amarga y necesitamos un trago.
– Sepulturero: Eso da fuerza para seguir cavando, Lou. Tendrás un buen lugar para tu sueño eterno. Solo espera que terminemos la botella”.
– Forastero, está prohibido estacionar cadáveres en la calle mayor”.
– Tal vez yo sea solo un vagabundo, como usted dice. De lo que estoy seguro es de no ser un hombre ejemplar.

Albiac evita la solemnidad usando el remate inesperado, el comentario casual y la broma para bajar a los protagonistas de la épica a la realidad cotidiana, mostrando sus limitaciones y fallas; pocos años después, un joven guionista llamado Robin Wood usará este trabajo como base para Nippur de Lagash, su primer gran éxito.

Carlos además les imprime a sus guiones de Álamo Jim un matiz particular, una combinación única de acción, humor y reflexión, con tramas engañosamente ligeras, donde siempre aparecen frases que brillan en medio de la acción, permitiendo sumar un valor extra a la historia, confirmando que, pese al desprecio que entonces tenía el género entre los intelectuales, el guionista apostaba desde el principio a una relectura de sus trabajos:

«Cedar Town fue en un tiempo un lugar tranquilo en donde la lealtad tenía significado. Ahora, chico, los buenos que no han muerto, viven escondidos».

«A un solitario siempre le sobra tiempo».

Como Raymond Chandler y Dashiell Hammett, los autores que le dieron calidad literaria a la novela policial en la década del treinta, Albiac entiende el valor de las palabras y como llamar la atención incluso del lector más distraído: «Álamo Jim era dueño y señor de un metro cuadrado de luz, una isla de encantada tibieza en medio de la noche. Un paso más allá concluía su reino y comenzaba el bosque infinito y los lobos... seis horas más allá, la mañana, la suerte y la desgracia de los caminos».

Aunque se ve obligado a reciclar interminablemente los viejos argumentos de los westerns tradicionales, con el héroe enfrentando a los malos en cada capítulo, el guionista redime incluso las situaciones más predecibles a través de historias que recuerdan al mejor Samuel Peckinpah, con su humor patibulario y extremadamente gráfico.

Por ejemplo, al ver a un joven rechazado por la familia de su novia, Álamo dice: «Hace dos horas que está allí, en medio de la calle, con la cabeza inclinada sobre el pecho. Parece que se hubiera ahorcado a sí mismo».

Albiac también disfruta construyendo diálogos perfectos, que permiten entender el carácter de los personajes en unas pocas y definitivas palabras:

– Cantinero: ¿Qué le sirvo, forastero?

– Álamo: Un Whisky doble y una pregunta sencilla.

– Cantinero: Cuidado, chico. Hay preguntas que no caben en un vaso”.

Por supuesto, como todo héroe que se precie, el protagonista siempre está dispuesto a ayudar a una persona en desgracia: «Los ojos de Álamo permanecían fijos en la visión del nuevo día. Sonrió con tristeza y dijo: Voy a hacer, como tú dices, otro 'tonto e inútil despliegue de alado coraje'. Voy a Arizona a tratar de impedir que los apaches de la tribu del ‘Alce Rojo’ sean desalojados de la reserva. ‘Alce Rojo’ es mi amigo».

Sin embargo, lo que marca la diferencia entre Albiac y sus grandes contemporáneos (Ray Collins, H. G. Oesterheld, Eugenio Mandrini y Alfredo Grassi) es su uso de todas las vertientes del humor, desde la parodia hasta el melodramatismo folletinesco, para aportar nuevos matices al western sin que pierda su esencia.

El guionista explicó su particular método de trabajo: “El lector de historietas nunca vuelve atrás. El asunto necesita mostrar claridad (que no es simpleza). Si existe un barroquismo innecesario, donde irrumpen personajes que no juegan realmente en la trama, se malogra. Yo primero barrunto un embrión de una idea y luego le busco razones y ahí si voy para atrás, indagando por qué y desinteresándome de la pura peripecia. Uno llega a plantear situaciones límites”.

Y sobre su primera gran creación, Albiac reconoció: “Álamo Jim era un héroe que iba a la deriva, un caminante romántico demasiado pobre, una especie de caballero andante. Pithy Rayne fue mucho más clásico”.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 30-03-2024 - 04:16:43 h
Me encantan estás reseñas que sintetizan todo lo importante: "humor irreverente que buscaba trascender las limitaciones del género." Genial!

2 | Ivan 31-03-2024 - 15:56:45 h
Muchas gracias, querida Luz, por tus comentarios!