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El Dorado, el delirio de Lope de Aguirre: el cómic donde Alberto Breccia se superó a sí mismo

El clima de violencia, sexo y ambición que también tuvo lugar en la Conquista Española.

27 de diciembre de 2022. Iván de la Torre

Qué: El Dorado: el delirio de Lope de Aguirre Autores: Carlos Albiac (guion) y Alberto Breccia (dibujos) Editorial: Planeta DeAgostini Año: 1992 Páginas: 88 Precio: 15 €

A través del siempre excesivo Lope de Aguirre (conocido como el Loco pinto, el Tirano o el Peregrino), Carlos Albiac reconstruyó el clima de violencia, sexo y ambición que también caracterizó parte de la Conquista Española. 

Su Aguirre es un hombre extremadamente complejo que no está interesado en riquezas y honores, lo que busca realmente es el poder absoluto reservado entonces solo a los reyes y, para obtenerlo, hace todo lo que sea necesario (traiciona, engaña, miente, conspira y asesina) como una moderna encarnación del amoral Ricardo III de William Shakespeare.

«¡Soldados! ¡Hermanos míos! ¡Desde hoy, todo será prístino, transparente! No consentiremos que se hable quedo. El que tenga algo que decir que lo haga en alta voz. ¡El que hable al oído será muerto! ¡Éste es mi cielo! ¡Éstas son mis estrellas! ¡Ésta es mi tierra ahora y para siempre! Mis marañones: he servido lealmente al rey de España por espacio de 24 años. Me he quedado cojo en su nombre, ¡pero hoy os digo que con mi pierna sana pateo el real culo de Felipe II! ¡Volveremos al Perú y levantaremos allá un reino de justicia!», explica el protagonista al comienzo de la historia.

Las palabras de Robin Wood sobre Francisco Pizarro pueden aplicarse perfectamente a Lope («Violento metódico, calculador, sin escrúpulos, valiente hasta lo absurdo y obsesionado con su destino... Es una bestia... pero sabe lo que quiere y no dudará frente a nada para obtenerlo»), confirmando que solo hombres con una personalidad desmesurada (mezcla siempre volátil de voluntad y omnipotencia, de astucia e instinto, de frío cálculo y fuertes impulsos, de generosidad y avaricia) pudieron superar las múltiples enfermedades y peligros del Nuevo Mundo (además de las intrigas armadas por sus propios subordinados con la intención de derrocarlos y quedarse con su oro, algo que también le sucedió a Hernán Cortés y Cristóbal Colón) para vivir las gestas que los hicieron famosos y crearon sus leyendas.

«Lope de Aguirre no se anda con chiquitas, él pretende fecundar a la esquiva hembra de la Historia», dice uno de los fugaces aliados del protagonista en una precisa y escalofriante descripción que anticipa todo el horror que vendrá a continuación.

Acompañado por un colorido y brillante Alberto Breccia, Albiac contamina deliberadamente el registro realista de la historia con un tono alucinatorio, haciendo que el lector contemple una realidad distorsionada por las furiosas pasiones de los protagonistas, hombres simples e impulsivos que parecen saturar el ambiente con sus sentimientos, haciendo que el elemento más simple e inocente se convierta, de repente, en algo odioso, peligroso o siniestro; la misma naturaleza parece, por momentos, cobrar vida para contemplar a esos extraños visitantes que asesinan a sus compañeros por una palabra equivocada, una mujer o una vaga sospecha de traición: «Os hice, General y luego os hice príncipe del Perú... ¡Ahora, reyezuelo de carnes tolendas, yo, Aguirre, la ira de Dios, hago de ti un cadáver!».

En ese ambiente sobrecargado, tenso y siempre a punto de estallar, marcado por personalidades violentas y sospechas permanentes, destaca claramente el desorbitado, prepotente e imprevisible Lope de Aguirre, un hombre convencido de tener un destino más alto que el que su modesto origen le dio: «¡Yo soy Lope de Aguirre, el peregrino! ¡Yo soy la ira de Dios! ¡Yo soy el príncipe de la libertad y la guerra! ¡Es mi rebeldía la que tiene razón!».

La historia del ascenso y caída de un hombre tan particular es perfecta para Albiac que, desde el comienzo de su carrera, se especializó en personajes complejos, cuyas desventuras le sirvieron para iluminar el lado oscuro, imprevisible, tanto de la naturaleza humana como de la realidad, como demostró en sus obras maestras American Sangre, El doctor Fogg, Cero Buenos Aires, Perdido Joe, La triple B, Los aventureros, El Peñón Púrpura, A través de Oceanía, Aquí, la muerte, Big Rag, Álamo Jim, Inspector Bull, Lord Jim y Terra Mater.

Breccia entendió que necesitaba un talento inmenso como el de Albiac para retratar un personaje tan excesivo como el conquistador español y no dudó en pedirle a los editores que lo contrataran: “Yo lo propuse a Carlos. Prefiero trabajar con un guionista argentino que conoce el oficio y no con los europeos que no lo conocen tanto; sobre todo cuando son temas históricos le suelen dar las adaptaciones a historiadores y finalmente hay que reajustar todo el guion en un trabajo posterior que no vale la pena. El delirio de Lope de Aguirre se expone la trayectoria de este singular personaje. Es una historieta pintada en la que empleo el acrílico. Trato de expresarme con la mayor profundidad. Para eso recurro a procedimientos que no son habituales en la historieta. Uso infinitos recursos que ponen en peligro de publicación a mis historietas. Ése es el concepto que tengo de la historieta: representar al autor –sea guionista o literato- con la mayor potencia posible, y llegar hondamente a los lectores. Utilizo la monocopia, todo tipo de pinturas, collages, lo que venga: los dedos, la palma de la mano, palitos, vidrio, cepillo de dientes. Lo que importa es el resultado final, no los medios con los cuales se logra”.

El guionista también dio detalles del método de trabajo que le permitió crear una obra tan intensa junto a su amigo Breccia: “El dibujante goza de amplia libertad conmigo. Más que poner indicaciones, charlo con el artista sobre lo que pienso acerca de los personajes, pero por supuesto él puede efectuar cambios. El asunto necesita mostrar claridad (que no es simpleza). Si existe un barroquismo innecesario, donde irrumpen personajes que no juegan realmente en la trama, se malogra Lo que se sabe de Lope de Aguirre proviene de los relatos de los sobrevivientes de esa expedición extraordinaria tras El Dorado. Yo la entiendo como la búsqueda de la libertad por parte de Aguirre. Él se dijo que ese cielo no era del rey, que ésa era su tierra libre”.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 04-10-2023 - 02:02:14 h
Magnífica obra, un joya!

2 | Ivan 14-04-2024 - 17:16:11 h
Una gran joya, sin dudas, querida luz!