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El junco rebelde, de Nina Berbérova

El bellísimo relato que sobre el amor y la libertad personal nos regaló Berbérova.

10 de abril de 2024. Estandarte.com

Qué: El junco rebelde Autora: Nina Berbérova Traducción: Marta Rebón Editorial: Ediciones Invisibles Año: 2023 Páginas: 88 Precio: 13 €

El 2 de setiembre de 1939, el día después de la invasión de Polonia por el ejército alemán, dos amantes se separan en París. Olga, que así se llamaba ella, exiliada rusa, se despide de Einar, un hombre joven que regresa a Suecia con la esperanza de que pronto volverán a reunirse.

Einar le dice que espera que ella vaya a Estocolmo, y sueña con planes posteriores para ir juntos a Brasil o viajar a Rusia… La guerra que está a punto de estallar y las dificultades a las que deberán enfrentarse son extremos que no alcanzan siquiera a imaginar.

«Lo único real era esa fuerza que nos separaba. Ahora estás aquí, conmigo, ahora estamos juntos. Pero dentro de una hora ya no estarás aquí, estarás solo, y yo estaré sola. No quedará nada de lo que nos unió, salvo quizás los pensamientos: los míos sobre ti y los tuyos sobre mí.». ¿Sobrevivirá este amor?

Un bello y melancólico relato sobre el amor, pero también sobre la libertad personal: «Ahora, cuando una puerta se abre o se levanta una reja, las lágrimas de gratitud ya no me ahogan, ¡no! No aprovecho todas las oportunidades, no me inclino ante todos los permisos. Después de lo que he visto, no quiero ser, de ninguna manera, el animalito al que se moviliza, se adiestra, se manda aquí y allá, se da de comer o se mata de hambre, al que se castiga o se le felicita por haber obedecido a la vara.»

 

Nina Berbérova, autora de El junco rebelde

Nina Berbérova nació en San Petersburgo en 1901. Hija de un funcionario armenio, vivió en San Petersburgo hasta que en 1922 abandonó Rusia con su marido, el poeta Vladislav Jodasévich, alegando que «la actividad literaria bajo el régimen bolchevique era imposible».

Vivieron primero en Berlín y luego en París, donde formaron parte del círculo de exiliados rusos que incluía a Ajmátova, Nabokov, Pasternak o Tsvetáieva, entre otros, cuyas vidas se convirtieron en fuente de inspiración para gran parte de los relatos de Berbérova.

En los años cincuenta emigró a Estados Unidos, donde ejerció como profesora de ruso, primero en Yale y después en Princeton. Sin embargo, el reconocimiento como escritora no le llegó hasta mucho más tarde, en 1984, cuando se publicó en Francia La acompañante. Murió en Filadelfia en 1993.

  

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