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Mujeres solas, de Takako Takahashi

La autora dibuja un panorama que nos sumerge de lleno en Japón.

16 de abril de 2024. Sandra Chamorro de Vega

Qué: Mujeres solas Autora: Takako Takahashi Editorial: Hermida Editores Año: 2022 Páginas: 192 Traductores: Kaoru Togaki y Jesús Mourelo Gómez Precio: 18 € (7,50 € ebook)

Mujeres solas (Ronri Uman) se ha convertido en el primer libro de Takako Takahashi que se traduce al español. Desde luego esperemos que no sea el último. La obra, compuesta por cinco relatos cortos, se escribió en 1977, pero no ha sido hasta 2022 cuando la Editorial Hermida Editores la ha publicado en España. La obra ha recibido el prestigioso Joryū Bungaku shō (Premio de Literatura Escrita por una Mujer).

En Mujeres solas se siente la influencia de la propia experiencia de Takako Takahashi, que rompió con lo que se esperaba de ella (convertirse en ama de casa de clase acomodada) para llegar a ser una prolífica escritora.

Enviudó en 1971 y fue a partir de ese momento cuando empezó a escribir con más ahínco. Viajó, se convirtió al catolicismo, entró en un convento de clausura y vivió en la gran ciudad. Un claro desafío a las normas sociales que tuvo que enseñarle mucho de la soledad y de la vida al margen, de la que tanto habla el libro.

En las primeras páginas del libro, nos encontramos con una nota de los traductores en la que afirman que han intentado mantener y respetar, en la medida de lo posible, las repeticiones y onomatopeyas que pueblan el texto. Y es que son estas repeticiones las que nos transmiten una sensación de pesadez y monotonía de lo cotidiano, que llega a ser casi obsesiva.

«Todo el mundo está esperando la lluvia con la boca entreabierta. Pero no llueve, ¿verdad? Ay, por favor, una gota de agua. A pesar del frío que hace, el aire nos seca la garganta. ¿Por qué se repite esta situación? Qué extraño que un cielo tan azul nos parezca una cosa tan horrible. Algo va a pasar. No hay duda, pronto va a ocurrir algo.»

Se dibuja un panorama que nos sumerge de lleno en Japón: vemos ciudades llenas de gente, casas con los zapatos en la entrada, almendros en flor. Una ambientación que nos permite sentir más de cerca las historias y sus personajes.

También sentimos Japón con el ritmo lento que marcan las descripciones minuciosas en cada escena, la atención a los detalles y las pequeñas cosas que rompen la monotonía de las protagonistas.

Takako TakahashiHasta aquí podríamos estar hablando de una obra costumbrista japonesa, destinada a enseñarnos los rasgos de su sociedad desde la nostalgia. Pero nada más fuera de la realidad, Takahashi combina la lentitud de lo cotidiano con unas imágenes totalmente originales, raras, que generan una atmósfera bizarra, enrarecida, a lo que se le suma un halo de misterio que envuelve cada una de las historias y las hace inquietantes, lo que mantiene la tensión del texto y produce una sensación de desasosiego hasta el final del relato.

«[...] A mí me resulta algo malvado. Es como si las vidas de los que están ingresados en este hospital hubieran empezado a enloquecer y se hubieran abierto así; como si las vidas de los enfermos se convirtieran en las flores de los cerezos. Los cerezos son sensuales, obscenos. Al verlos a lo largo del muro del hospital, cargados de flores, prácticamente puede oírse el parloteo sin pausa de los enfermos, raca, raca, raca.»

La obra narra la soledad de las mujeres en Japón y el malestar psicológico que ello puede ocasionar. Las historias están narradas desde la cotidianidad y nos permiten ver las diferentes formas que puede tener la soledad. Otros temas como los celos, la maternidad o el matrimonio normativo suponen un accesorio que permite dibujar mejor las circunstancias concretas de las protagonistas.

A pesar de que Takahashi se toma su tiempo en describir escenas y personajes, una tónica que se repite a lo largo de las cinco historias es que no se hace una descripción física de ninguna de las protagonistas, de las que únicamente conocemos, de manera muy aproximada, el rango de edad.

En Mujer solitaria, el primer relato, Sasiko, que vive en una soledad insoportable, y se dedica a citarse con hombres a los que luego observa escondida hasta que desisten.

En Augurio, Yoko, que se queda viuda a una edad temprana, vive más en sus sueños que en la realidad. Visita a las mujeres que aparecen en sus sueños junto a su difunto marido e intenta buscar respuestas a ese matrimonio que ahora resulta tan lejano.

En Fuegos fatuos, Ichico, que vive en el anonimato de la gran ciudad, vive con el temor de salir de ese anonimato al ser reconocida como diferente.

«Fingía, trataba de actuar como si fuera una más de la corriente de gente que pasaba a su lado, intentaba imitar a los demás, andar como todas las personas que habían perdido sus rostros y sus nombres.»

En Puente colgante, Haruyo lleva una vida totalmente acomodada con su marido y sus dos hijos, pero ¿son su marido y ella algo más que dos desconocidos? Haruyo se cuestiona su propio matrimonio cuando regresa a la ciudad un antiguo novio, con el que tuvo una relación tóxica, pero apasionada.

En Lazos enigmáticos, Ruriko, una mujer de avanzada edad, perdió en la guerra hace muchos años a su marido y a su hijo. En este caso, es curioso cómo se trata la soledad desde la total aceptación y normalización al ser lo que se espera de una anciana, sin hijos, que vive en una ciudad que la relega al más absoluto anonimato. En este caso, esta soledad se ve perturbada por la insistencia de una niña en conocerla.

En definitiva, la lectura de Mujeres solas ha sido una delicia. Es especialmente satisfactorio ver que las cinco historias se entrecruzan sutilmente y al final queda una sensación de círculo perfecto, que encierra en sí mismo la soledad de estas cinco mujeres.

Y es verdad que puede resultar difícil entrar en la historia, sobre todo al principio, por su lentitud, las repeticiones, los nombres en japonés… Por eso, recomiendo encontrar un momento de tranquilidad y sosiego, no tener prisa, para lanzarse a leerlo. Pensemos a este libro como un delicado mochi de limón, dulce y amargo a la vez, que tenemos que comer con atención para que no pasen desapercibidos sus más ocultos matices.

Una lectura cien por cien recomendada.

 

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