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Perramus: el mejor Alberto Breccia y el peor Juan Sasturain en una obra absolutamente detestable

Una obra innecesariamente barroca, pedante y llena de lugares comunes.

22 de marzo de 2024. Iván de la Torre

Qué: Perramus Autores: Juan Sasturain (guion); Alberto Breccia (dibujo) Editorial: 001 Ediciones Año: 2016 Páginas: 496 Precio: 294 euros

Perramus fue un intento deliberado de Juan Sasturain para demostrar que estaba por encima, cultural y artísticamente, de todos los autores a los que llevaba años criticando y despreciando (Robin Wood, Carlos Albiac, Ray Collins y Eugenio Mandrini, entre otros), pero, pese a todos sus esfuerzos, el resultado fue un pastiche ilegible al que ni siquiera lograron salvar los dibujos del maestro Alberto Breccia.

Esta novela gráfica, innecesariamente barroca, absolutamente pedante y horriblemente llena de lugares comunes, donde la falta de ideas propias y el robo de tramas ajenas se disimula como “homenaje” (por ejemplo, dos episodios, El Macho y El Gol, tratan de reinventar, sin gracia ni creatividad, el clásico cuento La soledad del corredor de fondo de Alan Sillitoe) es el intento más desesperado de Sasturain por ser considerado un autor de vanguardia, al mezclar denuncia política, tramas policiales y referencias constantes a la alta literatura (Borges, Joyce, Onetti).

Perramus cuenta la historia de un militante que traiciona a sus compañeros y, tras huir de sus perseguidores, pierde todos sus recuerdos en una extraña e irreal cantina: «Acosado por el miedo y el peso intolerable de una cobardía, un hombre pedirá el olvido y le será concedido. Cuando despierte, desnudo en un lecho de amor que desconoce y junto a la mujer que ha devorado su tiempo como una madre la placenta de su cría, será otro o -mejor- será nadie».

Para darle peso a una historia que es puro humo desde el comienzo, Sasturain suma personajes estereotipados (Canelones, el marinero fuerte y fiel; Dora, la prostituta de buen corazón que se opone a los dictadores), menciones a la Santa María de Juan Carlos Onetti y un Jorge Luis Borges políticamente correcto que combate la dictadura y se hace militante de izquierda.

Perramus está llena de personajes tan irreales como estos, hombres y mujeres de cartón piedra que solo sirven para soltar sentencias “magistrales” que entorpecen la historia sin aportarle nada a la trama, solo más confusión y humo.

Posiblemente el peor personaje de todos sea Borges, que en manos de Sasturain parece empeñado en disparar interminables monólogos basados en su obra, algo que no encaja con el hombre real, un escritor que prefería elogiar a sus autores favoritos antes que hablar de sus logros como cuentista, ensayista, poeta, antologista o profesor.

El Borges de Perramus, al contrario, dice frases “memorables” todo el tiempo:

«Lo esperaba desde ayer. Era probable conjeturar que vendría a verme. Tiene usted un nombre excesivo, señor Perramus. Evocador de latines y magia».

«Amigo mío, no olvide que sentido y destino son anagramas. La libertad no consiste en torcer nuestra vida, sino en acompañar sus movimientos y estar atentos y disponibles».

«El alma de la ciudad está repartida en los sentimientos, en los recuerdos, el pensamiento de sus habitantes, exactamente en siete de ellos. Mientras ellos la piensen y la sientan, Santa María seguirá siendo».

«Hay actitudes ejemplares donde menos lo esperamos. En este caso, la indiferencia saludable».

Así, en las torpes manos de Sasturain, Borges se convierte en un personaje indigno, lleno de frases de saquito de café con sabor a new age, que recuerda a los “maestros de la vida” que pasan su tiempo en los cafés porteños buscando alumnos a los que transmitirle su sabiduría construida en base a lugares comunes y llorosas letras de tango.

La obra (confusa, pesada e ilegible) generó tantos cuestionamientos que Sasturain escribió un extenso artículo (que posteriormente incluyó en su libro El domicilio de la aventura) en un desesperado intento por manipular a los críticos y convencer a los lectores que valía la pena leer su bodrio.

Curiosamente, pese a su talento como periodista, su defensa de Perramus fue todavía más confusa que su novela gráfica y, al final, se limitó a intentar dar lástima reconociendo sus inmensas falencias personales y artísticas: “El que suscribe adolece de literatura, suele incurrir en citas involuntarias, tiene más biblioteca que biografía y las mejores anécdotas o historias no le han pasado, las ha leído”.

Leales en la desgracia, Carlos Trillo, Guillermo Saccomanno y Osvaldo Soriano comenzaron una campaña para consagrar a Sasturain como el nuevo guionista al que era imprescindible leer, nombrando a Perramus como la novela gráfica que marcaba el camino artístico a seguir en el tebeo argentino, pero pocos autores la tomaron en serio y los lectores ignoraron completamente ese bodrio ilegible, perfecto para curar casos extremos de insomnio.

Años después, aprovechando que el dibujante había muerto y ya no podía contradecirlo, Sasturain trató de justificar su pésimo guion y la debilidad de sus tramas echándole directamente la culpa a Breccia: “Hay cosas que son de él y con las que yo no tengo nada que ver. Por ejemplo, cuando le pone la cara de Henry Kissinger, o de Dante Caputo al ministro, o la de José María Muñoz al relator del Mundial 78”.

Siempre inteligente a la hora de manipular al establishment cultural, en vez de hablar con críticos especializados en comic que podían poner en duda sus dudosas afirmaciones, el guionista escogió medios como Los inrockuptibles, una pretenciosa revista musical que compró todo su discurso sin cuestionarle ni una coma (de hecho, fueron tan brutos que, en vez de Mandrafina, escribieron Mandafrina, en referencia al clásico dibujante Cacho Mandrafina, responsable de obras maestras como Savarese (Robin Wood) y Spaghetti Bros (Carlos Trillo).

Si se hiciera un ranking de las tres peores novelas argentinas, sin lugar a dudas, Perramus ocuparía el primer lugar, seguida muy de cerca por Alack Sinner (Carlos Sampayo y José Muñoz) y Ficcionario (Horacio Altuna), tres obras pensadas para satisfacer a un público formado por lectores snobs y críticos amigos que no tienen miedo de comprar pescado podrido para luego tratar de vendérselos a los demás como si fuera un manjar.

En este caso, por suerte para el público, el truco no les funcionó.

 

Comentarios en estandarte- 7

1 | Abelardo 22-03-2024 - 19:25:55 h
Gracias por tus opiniones, son valiosas y traen un soplo de aire fresco ante el status quo.

2 | Hugo Costanzo 22-03-2024 - 22:07:33 h
Coincido plenamente. Siempre me cautivó el dibujo de Breccia, no así el guión. Excelente crítica.

3 | Ivan 25-03-2024 - 00:57:42 h
Muchas gracias por tu apoyo, Abelardo!

4 | Ivan 25-03-2024 - 00:58:25 h
Muchas gracias, Hugo, creo que mucha gente se sintió aburrida o disgustada con este horrible guion, uno de los peores del peor Sasturain (no hay Sasturain bueno)

5 | Luz María Mikanos 25-03-2024 - 04:14:27 h
Interesante análisis, con el que coincido y no deja de sorprenderme encontrar lo en él, cosas que pasé x alto! Gracias De la Torre!

6 | Luz María Mikanos 25-03-2024 - 04:16:06 h
Interesante análisis! Siempre descubro en ellos nuevas perspectivas que había pasado por alto! Gracias!

7 | Ivan 25-03-2024 - 18:05:58 h
Muchas gracias, Luz, tus comentarios siempre me enriquecen!!!