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El cosmógrafo Sebastián Caboto

Una historieta 100% borgeana con un personaje cuya vida es una suma de contradicciones.

02 de marzo de 2024. Iván de la Torre

Qué: El cosmógrafo Sebastián Caboto: trazar un mapamundi Autores: Jorge Zentner (guión) y Lorenzo Mattotti (dibujos) Editorial: Planeta-Agostini Año: 1992 Páginas: 72 Precio: 12 €

«Su muerte fue tranquila y fue misteriosa, pues ocurrió en el sueño. Nada nos veda imaginar que murió soñando y hasta podemos inventar la historia que soñaba —la última de una serie infinita— y de qué manera la coronó o la borró la muerte. Algún día, acaso, la escribiré y trataré de rescatar con un cuento aceptable esta deficiente y harto digresiva lección».

Jorge Luis Borges sobre Nathaniel Hawthorne (el relato que escribiría en base a esta historia sería El Sur, uno de sus cuentos más conocidos).

Como Art Spiegelman en su clásico Maus, Jorge Zentner plantea una historia con dos líneas narrativas paralelas: por un lado, la reconstrucción de los viajes de Sebastián Caboto, por el otro, la lucha de un narrador que, desde la primera página, le muestra claramente al lector todas sus dudas sobre un personaje cuya vida –en oposición a su trabajo como cartógrafo- es una suma de contradicciones, de caminos que no conducen a ninguna parte y solo aportan más confusión y caos.

El guionista argentino apunta más alto que el autor norteamericano porque Zentner deliberadamente imita a Jorge Luis Borges y sus elusivas biografías (Evaristo Carriego, Leopoldo Lugones) y ficciones (El Sur, Historia de Tadeo Isidoro Cruz, El Fin), aprovechando la ambigüedad esencial del personaje para manipular fechas y situaciones, llenando los vacíos con ficciones y múltiples hipótesis:

«¿Ocurrieron los hechos exactamente así? Relatar es inventar destinos que, como las fibras de una cuerda, se suman, se anudan, se entrelazan. Narrar no es transmitir una verdad irrefutable, narrar es elegir una versión. El relato elige, entre todos los viajes, un viaje, y un rostro entre todos los rostros. Relatar es como inventar recuerdos. Nada impide que imaginemos esta escena: en 1526, junto a las costas de Brasil, Sebastián Caboto reúne a los capitanes de su expedición.  Imaginamos el paisaje, después de la tormenta, y unos hombres que marchan, y otros hombres que reman, ¿por qué no imaginar también, entonces, un fuego, y una versión de este relato en boca de un testigo? Atribuimos diálogos, frases, gestos, en el afán de hacer real lo que nos llega como un eco».

El mayor misterio de la historia es el propio Caboto: ¿héroe o villano?, ¿soñador o pícaro con ansias de gloria?, ¿hombre de poca voluntad o dictador que aterroriza a sus soldados con su sola presencia en el puente de mando?

Zentner convierte al lector, desde el comienzo de esta increíble novela gráfica, en un colaborador/cómplice al permitirle ver cómo va armando la historia, esa trastienda tan particular desde donde, como escritor, organiza el material y escoge la forma de presentarlo ante su público: «¿Cómo atribuirle rostro y gestos a un personaje que se oculta tras su brumosa biografía? Sucesivos relatos, construidos con similares dosis de olvido y fantasía suman y restan datos. El paso de los siglos escribe, borra, vuelve a escribir versiones infinitas. ¿Gavoto? ¿Cabot? ¿Caboto? Piloto mayor del reino, comerciante, astrónomo, cartógrafo, personaje que se resiste a ser contado. La duda nutre a cada paso ese relato interminable que hemos llamado historia. ¿Qué decir, con certeza, de un individuo que dedicó su vida a recorrer y dibujar la tierra, lo entonces ignorado? Solo sabemos que nació en Venecia. Viajes, mapas, pasiones, contradictorias lealtades, con aciertos y errores, supo Caboto representar la forma de la Tierra, pero nunca conoceremos la forma que en la mente del piloto mayor había adoptado la ambición».

Zentner todavía le agrega un matiz más al texto, confirmando su inmensa ambición como narrador, al fortalecer su identificación con el elusivo Caboto a través de una serie de afirmaciones y comentarios “casuales” que hablan sobre dos hombres –narrador y navegante- moviéndose siempre por territorio desconocido, sin seguridad de llegar al final de su viaje: «Llevadas por el viento y las corrientes las naves viajan en el río, camino de lo ignoto. Viajan los personajes. Viajan las aguas. Viaja el relato con el incierto rumbo de ese otro viaje, la memoria».

En una entrevista, el guionista dio detalles muy valiosos sobre el material con el que debió trabajar y cómo la dificultad para acceder a información verídica y confiable le permitió encontrar un enfoque borgeano que le otorga una voz única a esta novela gráfica que, en su momento, pasó prácticamente desapercibida, tal vez porque era claramente diferente a todos los comics que se publicaban en Europa esos años (y también ahora): “Cabotto fue nada menos que el Piloto Mayor del Reino de Castilla; el hombre que, en una época, guardaba secretos de estado de valor incalculable (nada menos que ‘la forma del mundo’, las vías de navegación). Ciertas fuentes afirman que fue el primero en dibujar un mapamundi. Y, de ese tipo tan poderoso, se ignora casi todo. ¡Hasta se le atribuyen varios apellidos diferentes!”.

Zentner confesó: “Como yo tenía que narrar su viaje al Río de La Plata (donde levantó el primer asentamiento español, muy cerca de la actual ciudad de Rosario, sobre el río Paraná, en la República Argentina) pensé que no podía obviar lo relativo a los enigmas de su biografía, de sus ambiciones y motivaciones. Entonces se me ocurrió el paralelismo entre la tarea del viajero que avanza por zonas desconocidas, y la tarea del biógrafo, escritor y narrador que debe avanzar en la oscuridad del pasado. El cartógrafo quería plasmar sobre el papel ‘una versión’ de aquellos territorios. Yo, el narrador, tenía que plasmar en esta novela gráfica una versión de lo que fue su vida y su aventura. En realidad, nada es completamente verdad. Todas son versiones. Se muestra, de esa manera, que la escritura de un relato tiene mucho de ‘viaje a lo desconocido’ y de cartografía imaginaria. El guion original no tenía dibujante conocido. Luego, cuando Mattotti fue contratado y eligió ese guion, hablamos un rato y yo volví a escribir la historia. Su aporte gráfico iba a enriquecer tanto el trabajo que se podían sacrificar, sin temor algunos elementos anecdóticos”.

 

Comentarios en estandarte- 2

1 | Luz María Mikanos 10-10-2023 - 03:38:57 h
Excelente reseña! La imaginación suele intervenir en la elección de los recuerdos! Me encantan estos análisis!

2 | Ivan 25-03-2024 - 18:11:03 h
Muchas gracias por tu comentario, Luz!!!