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El rumor de la escarcha, de Jorge Zentner y Lorenzo Mattotti
Soledad, culpa y paternidad en un cómic que no da respiro al lector.
30 de septiembre de 2024. Iván de la Torre
Qué: El rumor de la escarcha Autores: Jorge Zentner (guion) y Lorenzo Mattotti (dibujos) Editorial: Planeta de Agostini Año: 2022 Páginas: 120 Precio: 24,95 euros
El pedido de su novia («Quisiera tener un hijo, un hijo tuyo»), cambia para siempre la vida del personaje de esta historia, el rutinario y previsible Samuel Darko, dejándolo atrapado en un mundo sin certezas, dominado por el miedo, las dudas y la angustia; como en Caboto, su magistral obra anterior, Zentner parece adaptar –por su ambición, el ritmo de sus frases, la profundidad de sus reflexiones, la estructura compleja con que presenta cada personaje– una novela inédita al formato del comic, en una obra que no acepta términos medios, obligando al lector a escoger, desde la primera página, si continua leyendo o busca un texto más simple y directo.
Darko recuerda a los atormentados protagonistas de Woody Allen, pero, a diferencia de ellos, el personaje carece del humor necesario para encontrarle un sentido a su vida o, al menos, escapar del laberinto de miedos e incertidumbres que le provoca la repentina declaración de su novia:
«Lo recuerdo muy bien: volvíamos de la playa... La piel me ardía... El coche parecía un horno... Una caja de hierro y calor, paralizada en medio del tráfico... La piel me ardía... y Alice me dijo: ‘Quisiera tener un hijo. Un hijo tuyo, Samuel’. Lo recuerdo muy bien: fue en ese momento cuando mi cabeza empezó a ser invadida por el ruido. Ruido. Ruido. Las palabras de Alice fueron como una llave. Una herramienta perfecta, destinada a abrir la jaula donde yo –hasta entonces– había mantenido encerrados, ocultos, bajo control todos mis miedos».
Por primera vez, este personaje gris, atrapado en una rutina que lo aparta de cualquier riesgo, se ve obligado a tomar decisiones y asumir responsabilidades que involucran a otras personas: formar una familia, tener un hijo, mantener un hogar.
La experiencia, aunque traumática (porque sacude el mundo seguro donde lleva años escondido de una realidad que lo abruma, aturde y asusta) le permite descubrir a todas aquellas personas que llevaba años deliberadamente ignorando: «Los infiernos que yo había conocido eran los infiernos del ruido. Los infiernos provocados por el miedo a la vida... La vida volvía a ofrecerme una fuerza que yo –enjaulado en mi soledad– no sabía cómo emplear... Yo viajaba de aquí para allá, como si –después de haber visitado a Alice– necesitara visitarme a mí mismo. El camino me fue regalando voces, miradas, olores... Miedos, alegrías, tristezas... ¡Gente! ¡Gente! De pronto, yo descubría que el mundo estaba lleno de gente».
Con un estilo completamente alejado de los tradicionales best-sellers sobre superación personal, El rumor de la escarcha narra, en profundidad y sin ninguna concesión para el lector, la experiencia de un hombre que, por primera vez, deja atrás sus miedos para conectar con los demás, esas figuras tan temidas a las que, durante años, mantuvo a la mayor distancia posible para evitar cualquier clase de problemas o riesgos.
El cambio de una paternidad por otra (en vez de un hijo hacerse cargo de su padre) es el final casi feliz del corto pero intenso viaje de un hombre obligado a modificar totalmente sus costumbres para intentar seguir adelante con su vida.
Es importante, para entender el tema de la paternidad (con su carga de culpa, herencia, mandatos y creencias) como se muestra en El rumor de la escarcha, comprender la compleja relación que Zentner tuvo con su padre, algo que él mismo reveló en una extensa entrevista donde habló de lo que significó “hacerse cargo” de su progenitor y el cambió que eso tuvo en su vida.
“Mi padre, tal como yo lo conocía a través de sus propios testimonios, era en realidad el fruto de un entrecruzamiento de narraciones más o menos veraces, más o menos apócrifas, un ser francamente metaliterario. ¿Qué era verdad en él? ¿Qué era ficción en la vida real? ¿Qué era real en su biografía (y, por consecuencia, en la mía)? ¿Qué era sólo literatura? El golpe de gracia lo recibí cuando descubrí que Tarzán, el mejor amigo de mi padre en sus aventuras del Chaco, alguien a quien yo conocía muy bien, era también personaje de novelas, cómics y hasta series de televisión. A los diez años, entonces, mi vocación ya estaba clara: sería escritor. ¿Una manera de buscar la verdad del padre? ¿Una manera de buscar, a través de los libros, un lugar de encuentro con ese padre ensimismado en la lectura?”, reconoció el guionista.
Y agregó: “Desde edad muy temprana, el arte de narrar apareció ante mis ojos como una práctica mediante la cual era posible integrar dos elementos aparentemente poco compatibles: realidad e ilusión (o fantasía, o Maya... según lo denominan en Oriente). La literatura se me ofrecía como vía de esa integración. Si observas, creo que todos mis trabajos vienen, en última instancia, a formalizar, a materializar eso. Siempre acabo por encontrar, en mis historias, la forma de que realidad y Maya se integren más o menos armónicamente. Como si dijéramos que siempre acabo volviendo a la forma de los relatos de mi padre. Ese sería el modelo de todos mis trabajos. Lo que llamamos fantástico, ficción, mítico, mágico, no dejan de ser variantes histórico culturales de Maya. Mi tradición literaria, entonces, es la recibida a través de los relatos paternos. De manera que cuando yo llegué a la literatura, cuando empecé a leer y tuve acceso a los libros, ya tenía previamente en mí todo lo que mi padre me había transmitido (y que se nutría, naturalmente, en una larga tradición). A mí me gusta decir que, según me obstino en recordar, yo ya era escritor antes de saber leer. Porque ahora no estoy hablando sólo de lo anecdótico, sino y sobre todo de lo conceptual: del relato percibido no como lugar de representación de la realidad, sino como lugar de integración entre lo real y lo imaginario. El lector de mis historias está heredando mi propia perplejidad de niño que escucha las historias fantásticas de su padre. Yo tiendo a colocar a mi lector en la misma situación en que mi padre me colocaba a mí”.
Comentarios en estandarte- 2
1 | Luz María Mikanos
16-09-2023 - 05:05:29 h
Excelente posteo! Un lujo leerlo!
2 | Iván
17-09-2023 - 01:18:58 h
Muchísimas gracias, Luz, lectoras como vos son un lujo que me doy!