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¿Qué es la ociofobia?

Te contamos el origen y el significado del término ociofobia.

04 de abril de 2024. Mariola Díaz-Cano Arévalo

Qué: Qué es la ociofobia y cómo afrontarla

¿Algún día libre o de descanso te has estresado por no hacer nada y creer que estás perdiendo el tiempo? ¿O has sentido que tienes que ponerte con mil cosas para no dejar ni un momento libre? Si las respuestas sido afirmativas, puede que estés sufriendo de ociofobia.

 

Origen y significado del término ociofobia

El primero que utilizó este término de ociofobia fue el reconocido psicólogo Rafael Santandreu y lo definió como el temor a enfrentarse al tiempo libre, a la falta de actividades planificadas o al simple aburrimiento, un concepto proscrito en estos tiempos.

Este fenómeno se ha ido extendiendo y afectando a muchas personas. Nos obligamos a divertirnos y a llenar ese tiempo libre con planes, que quizás tampoco nos llaman la atención, todo con tal de no tener esa sensación de que los minutos se nos escapan entre los dedos. Y porque el ritmo tan acelerado de la vida contemporánea también nos fuerza a ello y lo que nos genera es ansiedad.

 

Por qué tememos al tiempo vacío

Es la otra de las preguntas principales, porque si miramos al pasado, veremos que nuestros padres y abuelos consideraban el tiempo libre y el ocio como un privilegiado, un estado inalcanzable, ya que se dedicaban a trabajar sin descanso o a otras tareas pendientes o con la familia.

Este temor también viene de confundir la cantidad de actividades a las que podemos dedicar este ocio por la calidad. Y también quienes sienten ociofobia extrapolan esa ansiedad a su entorno, por ejemplo, a su familia, con esos padres que apuntan a sus hijos a un montón de actividades extraescolares.

Y es que el simple hecho de perder el tiempo sin hacer nada les resulta insoportable, lo que intensifica su ansiedad y termina convirtiéndose en un círculo vicioso.

 

¿El aburrimiento es el peor enemigo?

Para un ociofóbico sí. El tiempo libre es una amenaza y lo obliga a enfrentarse a una inactividad que los aterroriza. Hemos olvidado que el ocio y el aburrimiento son fundamentales para, primero, el desarrollo sano de los niños, porque les permiten explorar su imaginación y descubrir aficiones de forma natural.

Y segundo, para todos, porque tienen la misma función de liberarnos de preocupaciones diarias o pensamientos enfocados en nuestro desarrollo profesional en el trabajo y la competitividad a la que nos vemos sometidos para ser más productivos en él o tener más éxito.

 

Cómo revertir la ociofobia

Revertir la ociofobia puede hacerse y de manera muy sencilla.

Una agenda abultada de compromisos, tareas o planes no debe dirigir nuestras vidas si todas esas actividades no tienen un fin más allá de tapar esos huecos de vacío temporal. Deben proporcionarnos placer, positividad o efectividad, una recompensa, un alivio, una desconexión. Porque obligarse a divertirse no garantiza la diversión.

Así que debemos permitimos la libertad de dejar pasar el tiempo invirtiéndolo en actividades mucho más simples o replanteándolo. Otra clave está en plegarnos a la improvisación y dejarnos llevar por lo que verdaderamente nos hace felices en ese momento.

Para eso necesitamos ser más flexibles y espontáneos, liberarnos de esa agenda tan rígida y ese reloj tan tirano porque puede que descubramos cosas nuevas y, sobre todo, mejores sensaciones. O lo más importante: ser conscientes de que necesitamos pararnos un momento, descansar y reflexionar para seguir adelante.

Es decir, hay que aprender a aburrirse de manera constructiva y dedicar unos minutos solamente a ver pasar la vida y perderse en los pensamientos que fluyan. De hecho, el ocio estimula ese pensamiento interior y profundo, por no hablar de la creatividad.

Es difícil encontrar ese equilibrio entre el ritmo frenético laboral y social y la pausa para ese rato de tomar un café con los amigos, que se puede dilatar hasta cuando queramos. Pero se puede si se quiere, como todo. Porque el ocio también es importante: nos deja explorar y conocer, nos deja vivir.

 

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