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Dennis Martin: el único cómic que André Malraux hubiera podido firmar con orgullo

“La muerte sólo importa en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida”, escribió André Malraux.

27 de febrero de 2024. Iván de la Torre

Qué: Dennis Martin Autores: Ray Collins (guion), Lito Fernández (dibujos) Editorial: Columba Año: 1999 Páginas: 96 Precio: 2.000 pesos argentinos

En 1978, cuando pasó de Ediciones Récord a Editorial Columba, Ray Collins heredó varios personajes de Robin Wood que le permitieron mostrar un humor ausente en sus series anteriores, protagonizadas por hombres melancólicos y duros, desilusionados por una realidad implacable que nunca se ajusta a sus expectativas (“Precinto 56”, “El Cobra”).

En Dennis Martin, Collins encontró la mezcla ideal de humor y acción para renovar al agente secreto irlandés de ojos azules creado por Robin Wood en 1967 sin renunciar a su propio estilo, esa capacidad única para crear poesía en pocas, inolvidables, mágicas palabras:

«La playa estaba desierta y el mar llegaba desde muy lejos a morir gris, inerte, sin la bravuconería de otros días».

«La casa era hermosa, como el parque. Tenía ese frente de fin de siglo, marmóreo, casi de tumba. Sólo las flores eran cálidas».

«Ella es distinta. Inédita. Tiene sueños en los ojos: sueños nostálgicos».

«Fryda es hermosa y arista. Tan arisca como un gato montés en una jaula que es el mundo».

 

Collins aprovechó todos y cada uno de los elementos de la novela de espionaje, tan exitosa en esa época, plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, para contar historias protagonizadas por personajes tan extravagantes como los de James Bond: sabios locos que trabajan en drogas milagrosas y son capturados por vendedores de esclavos africanos; criminales dementes que planean saquear todos los museos de Inglaterra; despampanantes reinas de belleza que lideran organizaciones para luchar contra el crimen organizado; modernas reencarnaciones de los antiguos sacerdotes druidas... todo es posible en Dennis Martin gracias a un maestro del guion que se divierte, y mucho, construyendo historias que respetan los tics básicos del género (inventos desaforados, malos implacables, mujeres bellísimas, escenarios exóticos, giros inesperados y finales imprevisibles) sin renunciar a su personal visión del mundo, mostrando que, para los combatientes de la Guerra Fría, la nostalgia por la infancia, el hogar y el amor perdido son los únicos refugios posibles frente a la certeza de que, en cualquier momento, todo puede acabar, basta con que alguien apriete el botón equivocado en un momento de furia:

«Sammy Thorson amaba a Ardena Bayard. Era su primer amor. En el hombre el primer amor es un estado de gracia, una suspensión en el vacío, un navegar en galaxias sorprendentes para cuyo manejo no está programado».

«Oye, Grace. Oye, Katryn. Siempre me dije que cuando llegara el último viaje, del último día, las nombraría al morir. Y las llamaría pequeñas. O amor. O todas esas cosas con las que un hombre llama a su sueño perdido».

«El hombre que buscaba su viejo amor descendió en una antigua aldea francesa y aspiró el aire lejano de otros días, cuando había sido feliz».

«Había, en aquella casa, fantasmas de otro tiempo, de aquel tiempo blando y nuevo de la niñez».

«Cada semana, ahora Dennis Martin compra un juguete y lo gira al pequeño Ben...
Dennis: Ben es algo más que un hijo. Es la vida que no vivimos. Es la ilusión de soñar
».

 

Collins evitó el tono oscuro, fuertemente melancólico, de sus grandes títulos anteriores, dejando que la acción y el humor ocupen el primer lugar en “Denis Martin”, pero su estilo, esa poesía única que lo convirtió en el primer estilista del género y el gran precursor de Robin Wood, aparece en cada historia, marcando claramente la diferencia con otros autores de la época, empeñados en entretener a través de la acción permanente:

«El cementerio del pueblo era pequeño y blanco, como todos los cementerios de Francia e Inglaterra donde los moradores desean convertirlos en jardines».

«El hombre de Irlanda estaba allí, respirando el aire marino con la fruición con que un inglés se bebe un burdeos y sabe, condenadamente para un francés, a qué diablos de cosecha pertenece».

«El pueblecito siguió quieto, con su cielo escolar y sus nubes de algodón. Y el arroyo. Y el trigal».

«Afuera hay una brisa suave, casi acariciante. Y un sol moreno, recién madurado».

«El mal o el buen amor son cosas de paso. Gorriones que cambian de rama o de alero según el viento venga y se los lleve».

«Sammy era todo luz en estos días donde es difícil ser poeta y vivir como tal».

«Es libre. Libre significa no tener que arrepentirse de dormir veinte horas, comer cuando se tiene hambre y reír cuando se tienen ganas».

«Las mujeres, hijo, son una palabra, un recuerdo, una fugacidad constante, son una luz engañosa».

«La mira a los ojos, sin temor a quemarse en ellos».

«El mundo está lleno de etiquetas y escalones. También de hombres y mujeres que jamás entienden a otros que luchan y mueren por ellos».

«Llueve cuando sale. Devonshire es un sitio bucólico, capaz de hacer retornar en un hombre los sueños de la niñez. Piensa en Fryda. Es más bella o tanto como Katryn Von Eitzen y Grace Henrichsen. Pero uno no ama a una mujer porque es bella, la ama por su dulzura, por todas aquellas cosas que esa mujer pone en movimiento».

 

Tal vez porque era un personaje ajeno, tal vez, simplemente, porque la serie había heredado el particular tono irónico, juguetón e irreverente de Wood, Dennis Martin se convirtió en el primer héroe “feliz” de Collins (entendiendo felicidad como una tenue alegría acosada permanentemente por el sentimiento de que pronto todo terminará en tragedia), un irlandés sonriente y encantador que, mientras hace su trabajo, aprovecha para seducir a cuanta chica bonita se cruce en su camino, sabiendo que mañana puede estar muerto y lo único inteligente que hacer, antes de ese final definitivo, es disfrutar intensamente el presente mientras añora un pasado tan perfecto como inalcanzable donde los sueños todavía eran posibles.

Es, precisamente, esa melancolía que tiñe continuamente la saga lo que permite diferenciarla de tantos productos típicos de la época, donde el protagonista -por lo general, copias malas de James Bond- se enfrentan al villano de turno y los derrotan sin esforzarse demasiado.

En manos de Collins, Dennis Martin es un héroe existencialista, alguien que, como los protagonistas de André Malraux, además de participar de la acción, constantemente se preguntan por el objetivo de sus actos, las consecuencias de sus acciones y el peso que tendrá en la GRAN HISTORIA cada una de las decisiones que toman, conscientes de que una pequeña piedra puede desencadenar un alud… o detenerlo.

 

Comentarios en estandarte- 6

1 | Elmo Rocko 18-10-2023 - 17:17:51 h
Siempre es bueno volver a leer,ver y disfrutar de estas joyas de la historieta nacional, excelente análisis de esta obra, lamentablemente las nuevas generaciones poco o nada saben sobre estas bellezas gráficas de antaño.

2 | Luz María Mikanos 19-10-2023 - 03:42:48 h
Poesía, entretenimiento y reflexión, que más podemos pedir? Además una maravilla de redacción para está historieta que es menester destacar!

3 | Gerardo 21-10-2023 - 04:47:45 h
Leí Dennis Martin durante mi adolescencia, y hasta ahora estaba convencido de que Ray Collins era uno de los seudónimos de Robin... Me encanta la idea de Dennis como un espia existencialista.

4 | Iván 27-10-2023 - 01:17:20 h
La idea de estas reseñas es rescatar esas joyas injustamente olvidadas, Elmo. Gracias por tu comentario!

5 | Iván 27-10-2023 - 01:18:00 h
Hola, Luz, muchísimas gracias por tus comentarios... y más viniendo de una poeta y escritora como vos. Abrazo!

6 | Iván 27-10-2023 - 01:19:03 h
Gracias por tu comentario, Gerardo! Como bien decis, Ray convirtió a Dennis Martin en un espía existencialista, encantador, mujeriego y muy profundo