Oro Blanco: la novela gráfica de Carlos Trillo y Enrique Breccia

22 de febrero de 2024. Iván de la Torre

En esta despiadada pero adictiva novela gráfica, posiblemente su trabajo menos conocido y más injustamente olvidado, Carlos Trillo manipula los elementos más característicos de la tradicional novela romántica (una pareja separada por un hecho externo y terrible) hasta volverlos irreconocibles («Una historia que nunca podré apartar de mi cabeza porque es mi historia y me persigue y me acosa desde hace muchos, muchos años. Tú sabes que aquí, en Manaos, hubo gente muy rica, entre esa gente estaba nuestros padres, creo que yo y María nos enamoramos al nacer. Hasta que un día, yo tendría 18 años, mi padre decidió que toda nuestra familia viajara a Europa: nuestra madre y él para disfrutar nuevamente de la civilización, yo para estudiar en un colegio importante. Después de jurarnos amor eterno con María, partí con mi familia rumbo a Europa. Yo volví cuatro años después de ese viaje, a buscar a María, y volví atormentado por su silencio de casi un año sin responder mis cartas»).

Tras enterarse que la mujer que ama fue vendida como esclava sexual («La niña ya no vive aquí... su padre perdió toda su fortuna por un mal negocio que hizo con don Javier de Torres y de pena y de dolor se suicidó. Don Javier de Torres se adueñó de esta casa y quiso casarse con la niña. Pero ella lo rechazó. Entonces, Don Javier le exigió que trabajara para pagar la enorme deuda que su padre había contraído con él. Y la entregó -previo contrato a su favor- a un hombre llamado el Mago, 'capanga' de una manada de hembras que viajan por las plantaciones de caucho para alegrar a los hombres que trabajan en ellas»), el civilizado Diego decide internarse en la selva para rescatarla, sin darse cuenta que eso significará una tragedia que cambiará su vida de una forma drástica y definitiva.

Como en todo gran folletín, Oro blanco trabaja la postergación permanente para mantener atrapado al lector, haciendo que el protagonista vaya de un desencuentro a otro, sin poder reunirse nunca con su amada María, invirtiendo la moralidad de los relatos clásicos, porque Diego aprende rápidamente que debe mantenerse alejado de cualquier problema si quiere rescatar a su mujer.

Convertido en un antihéroe pragmático, muy diferente del hombre civilizado y legalista que regresó de Europa, Diego ignora deliberadamente todo aquello que no lo afecte directamente («Yo era un ser degradado por los sufrimientos, por la fiebre, por la venganza que había dejado su rastro de fuego en mi pobre cabeza. Avanzaba insensible entre la muerte y la depredación»), confiando en que cuando encuentre a su prometida recuperara la humanidad que perdió en su atroz deambular por esa selva implacable y atroz que no acepta debilidades ni buenos sentimientos: «Verla viva iba a significar la culminación de mi búsqueda. Haría olvidar las penurias que había pasado, me devolvería -creía yo- mi dignidad».

Oro blanco, sin embargo, es una obra pensada para pervertir todos los principios de la novela romántica, confirmando, desde el guiño deliberado que Trillo le hace en el primer capítulo al lector, que no hay final feliz posible para una historia así, solo decepciones constantes que el lector debe aceptar: “Te contaré como preparé la venganza contra don Javier de Torres y como me interné en la selva en busca de María... ¿sigues pensando que voy a contar un folletín de amor, marinero?”.

Escrita y publicada al mismo tiempo que Alvar Mayor, en medio de la llegada del último gobierno militar que gobernó Argentina, muchos lectores interpretaron las peripecias y desgracias del protagonista como una metáfora sobre lo que sucedía en el país: de la ilusión que generó el regreso de Perón tras 18 años en el exilio a las interminables series de desgracias que llegaron después, con la muerte del líder justicialista, el surgimiento de organizaciones paramilitares y los desastres de la economía que convirtieron en pobres a millones de ciudadanos en muy pocos años.

Enrique Breccia reconoció que todo lo que ocurría a su alrededor afectó su trabajo y también el de Trillo: “Las circunstancias políticas de la Argentina de aquellos años moldeaban profundamente la realidad, y como ni Carlos ni yo vivíamos en un submarino, estábamos sujetos a sus avatares, como el resto de los argentinos. El género del relato de aventuras cumple la función de entretener contando una serie de sucesos, potencialmente peligrosos, a veces desconocidos y siempre llenos de obstáculos, vividos por alguien que trata de alcanzar un fin determinado. El aventurero deberá sortear todo lo que se le presente por delante para alcanzar el fin deseado (sea cual fuere). Si esta serie de sucesos se basan en la realidad puede suceder que de un modo u otro la tomen como referencia, como hizo de manera genial José Hernández narrando las vicisitudes de Martín Fierro y Cruz en las tolderías. La aventura –y el afán humano por ella– vienen desde el fondo de los tiempos. La odisea de Homero, que relata las dificultades de Ulises en su viaje de regreso a su patria Ítaca, es un ejemplo perfecto de aventura”.

Breccia, que en ese periodo que va de 1978 a 1983 hizo sus mejores obras junto a Trillo (Marco Mono, Oro blanco, El peregrino de las estrellas, Los enigmas del PAMI y Alvar Mayor) confesó que trabajar con el guionista además modificó su forma de encarar cada página y le permitió profundizar su estilo, algo que se nota en esta increíble novela gráfica que, aunque suene increíble, lleva cuatro décadas sin ser reeditada aunque prácticamente todo el trabajo del guionista y el dibujante fue vuelto a publicar estos últimos años, tanto en Latinoamérica como en Europa, especialmente Francia, España e Italia, tres países donde son considerados referentes indiscutibles de la mejor novela gráfica escrita en español de 1970 al presente.

Ojalá algún editor preste atención y recupere esta magnífica obra que toma un argumento digno de Corín Tellado y lo eleva al nivel de Gabriel García Márquez en El amor en los tiempos del cólera.