Merlín: nunca una derrota dolió tanto

07 de marzo de 2024. Iván de la Torre

Tras escribir Drácula, una excelente novela gráfica sobre Vlad Tepes, el brutal y despiadado noble transilvano que inspiró la leyenda del conde vampiro, Robin se apoderó del mito del Rey Arturo para volver al tema central de toda su obra: la lucha solitaria y desesperada de un hombre por salvar a los inocentes, en una narración que mezcla poesía y violencia en grandes dosis sabiamente combinadas.

 

«Laliana: Es cada vez más difícil tratar con los humanos... Son torpes y brutales y contaminan la tierra con su barbarie... Hemos pensado en volver al Otro Mundo...

Merlín: No. Sería el fin de todo... No puedes dejarlos solos... Son como niños locos... Además, si lo hacéis viviremos en un mundo gris y helado... Un mundo en el cual desapareceríamos poco a poco hasta que no quedara ni siquiera nuestro recuerdo....

Laliana: ¿Que sugieres?

Merlín: Crearé un reino perfecto... y un rey perfecto. Y todos nosotros, hadas, elfos, magos, espíritus blancos, todos podremos vivir en paz con ellos...

Laliana: ¿Es este tu proyecto? ¿Es esta cohorte de machacadores de cráneos los que salvarán la civilización de los hombres?

Merlín: Sí... Tal vez parezca increíble, pero es el primero paso...

Laliana: Tengo mis dudas...

Merlín: Yo también, pero no hay otra opción...».

 

Como Gilgamesh, otro soñador empeñado en una misión imposible que supera sus fuerzas, Merlín terminará desengañado por una humanidad que habla de grandeza, pero no puede controlar su deseo ardiente de caos y destrucción.

Un agotado Merlín confiesa «tuvimos un sueño magnífico... pero algo se pudrió en él... y esa podredumbre se extiende...El mundo que quise crear se ha convertido en un infierno demente y carnicero. El salvajismo de los hombres y su sed de sangre me han derrotado. Mira cómo ha terminado el gran sueño... Cadáveres, gusanos y cenizas».

El mítico mago es el protagonista más desencantado de Robin, un hombre cuyo sueño fue completamente destruido por la realidad y sabe que nunca podrá reconstruirlo, alguien que entiende que todo fue una utopía y sin embargo lucha hasta el final para intentar salvar al rey Arturo de la furia de Morgan Le Fay y Modred, su demente y salvaje hijo, mitad demonio, mitad hombre: «Arturo me necesita. No puedo abandonarlo ahora. Él fue mi niño rey. Yo lo obligué a serlo, contra su deseo, no lo dejaré ahora que nuestro sueño es un caldo de gusanos. No puedo abandonarlo. Oh, señor, mi pobre niño rey».

En esta magnífica y desoladora novela gráfica, Wood muestra el ascenso del mítico mago, su momento de gloria al coronar rey a un joven y aterrado Arturo y su ocaso final, cuando la naturaleza bestial de los hombres termina por derrotarlo:

«Merlín: Mirá como ha terminado el gran sueño. Cadáveres, gusanos y cenizas. Ah, seres humanos, ¡qué placer halláis en la destrucción! El mundo que quise crear se ha convertido en un infierno demente y carnicero. El salvajismo de los hombres y su sed de sangre me han derrotado. Hice todo lo que pude, pero no fue suficiente. Nada ha quedado… Nada es recuperable… Ningún comerciante ofrecerá una moneda de oro por esta mercadería de desgracia… Ninguna dama apreciará la ofrenda de una flor fertilizada por los cuerpos que se pudren en el campo de batalla… y la mesa redonda es hoy un colosal trozo de madera sin significado. Camelot es una cáscara vacía poblada de espectros… Sólo quedo yo… y yo soy una antigüedad sin valor y sin deseo de vivir… Merlín ha fracasado… Merlín ha completado su círculo sin llegar a ninguna parte.

La dama del lago: Duerme, Merlín, yo te daré la paz. Nada volverá a turbar tu descanso. Duerme. El bosque encantado te protegerá y mi amor te protegerá de ti mismo y tu magnífica locura. Olvida a los hombres, olvida todo. Duerme como un niño en el vientre de su madre. Tal vez algún día alguien te despierte, pero para ello tendrá que romper el encantamiento más poderoso del mundo, el encantamiento de mi amor por ti. Yo levantaré esta torre alrededor de ti. Te protegerá de todo dolor… Mi amor… Mi niño… Mi mago… Duerme, Merlín. Duerme en el bosque encantado de Broceliande.

Broceliande duerme. Duerme el árbol, la losa y la copa de plata encadenada. Duerme la torre de cristal y duerme el mago niño acurrucado en sus sueños. Duerme Avalon en su bruma de oro y humedad… sobre aguas grises y heladas susurran las espléndidas doncellas de la nostalgia… Hablan de un rey de todos los tiempos… y sobre Stonehenge cae la eterna lluvia, plomiza y sentenciada, lavando una y otra vez su rocosa grandiosidad y en cada triste diluvio el viento murmura invencible la leyenda que jamás será olvidada: ‘Hubo una vez un gran mago llamado Merlín…’».

Drácula funciona como la contracara perfecta de esta obra al mostrar a otro hombre obsesionado por salvar su reino, pero usando métodos completamente diferentes, un rey pragmático y amoral para quien el fin justifica cualquier medio, lo que le permite mentir, traicionar, torturar y matar sin sentir nada de culpa, sacrificando a quién sea necesario para no perder su corona.

Quique Alcatena contó que su colaboración con Wood comenzó porque el guionista admiró su trabajo con Ricardo Barreiro en El Mago: “A Robin lo conozco en el Centro Cultural Recoleta, no sé qué año sería, fines de los 80 o principios de los 90. Hubo una gran muestra de historieta. Él justo estaba en Buenos Aires en ese momento, porque vivía en Dinamarca en aquella época. Me lo presentaron los hermanos Villagrán, que yo ya los conocía porque eran agentes para DC. Robin conocía mi laburo con Barreiro, y me dijo: ‘Che, mirá, vos hiciste una historieta con un mago, yo quiero hacer la historia de Merlín’, el mago por antonomasia. Yo le contesté ‘si, dale, buenísimo’. Y me comenzó a mandar los guiones desde Dinamarca. Por fax”.