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Dan Flynn: el héroe que nunca se rinde

Sólo Collins se animó a escribir dos páginas de pura poesía para presentar un western.

07 de marzo de 2024. Iván de la Torre

Qué: Dan Flynn Autores: Ray Collins (guion); Miguel A. Repetto (dibujante) Editorial: Columba Año: 1996 Páginas: 120 Precio: 1200 pesos argentinos

En la editorial Columba, donde entró a fines de los años setenta tras renunciar a su puesto en Ediciones Record, donde había publicado algunos de sus mejores trabajos (Precinto 56 con Lito Fernández, Henga con Juan Zanotto, y El Cobra con A. del Castillo) Ray Collins pulió su estilo hasta la perfección, con guiones que aprovechaban cada línea de texto para construir una poesía compacta, personal, única e inimitable.

De hecho, todo el capítulo inicial de Dan Flynn es una demostración del dominio técnico alcanzado por un maestro del guion y su capacidad -propia de los verdaderos creadores- para arriesgarse usando un tono que, al menor descuido, podía volverse (como le sucedió a José Luis Arévalo, Guillermo Saccomanno y Héctor Germán Oesterheld), innecesariamente dulzón, pesado, denso o aburrido.

Ayudado por el despojado pero muy expresivo dibujo de Miguel Ángel Repetto (un artista poco reconocido pese a su talento para captar todo el encanto del viejo Oeste y transmitirle eficazmente la magia de sus grandes espacios abiertos al lector), la serie comienza con el regreso de Daniel Flynn, coronel del ejército derrotado del Sur, a su tierra natal, donde descubre que todo lo que amaba está muerto, perdido o fue destruido: «¡No queda nada de su casa! ¡Ardió hasta los cimientos...! ¡Su familia ya no existe! ¡Su hermano murió en Appomatox! ¡Su padre murió en la cárcel, acusado de sabotear a los vencedores...!».

Solo Collins se animó a escribir dos páginas de pura poesía para presentar un western, género que, como el policial, se caracteriza por su tono duro y despojado; solo él pudo animarse a tanto y hacerlo tan bien ante lectores acostumbrados a la acción permanente, sin tiempo (en teoría) para héroes excesivamente reflexivos.

Ray, sin embargo, arrancó su nueva saga con frases como estas:

«El hombre es la suma de su pasado y sus sueños. Es la historia de lo que ha sido y lo que ha sufrido.

El hombre es el niño que ha debido encerrar bajo siete llaves para que el hombre luche en una guerra de cuatro años. También es el rostro de la mujer que ha amado.

Un hombre es el rostro de sus amigos y la memoria de sus enemigos.

Un hombre es la suma de las etiquetas que otros hombres ponen sobre él».

¿Cuántos autores se hubieran animado a hacer lo mismo? ¿Cuántos autores se hubieran animado a llevar su arte hasta el límite mismo de la sensiblería logrando un equilibro ideal para que el lector se conmueva sin sonar melodramático ni pretencioso?

Disfrutemos (y admiremos) un poco más el talento del inmenso Ray Collins, el gran poeta del tebeo argentino:

«Eso es la vida. Acertar con el ganador y estar a tiempo en el triunfo. Los triunfos borran todas las manchas».

«Un hombre es lo que queda de él luego que el fracaso y la derrota lo demuelen. Es una idea, un latido, una vibración. Es lo que se mueve tenazmente bajo el sol... Es lo que cae y se levanta, una y otra vez, movido por su sed de crear, de sobrevivir, de integrar un mundo en el cual se dice que es rey, pero cuyos reinos quedan siempre lejos».

«Era de esas mujeres de tragedia griega, terrible e indestructible».

«Chris Lester era bonita y joven, con esa piel que no conoce amarguras, sol ni fracasos».

El gran mérito de Collins fue usar esta poesía, inoxidable e inolvidable, para darle profundidad a géneros populares como el western, el policial o la fantasía, permitiendo que varias generaciones de lectores disfrutaran de textos agiles y profundos, llenos de reflexiones agridulces sobre el hombre, sus miedos, dudas y contradicciones.

Flynn es el eterno caballero andante, ocupado en resolver conflictos ajenos mientras busca un lugar donde afincarse, pero a diferencia del tradicional personaje encarnado por John Wayne, que no parece tener dudas y siempre sabe que decir o hacer para salvar una situación, Dan, como todos los personajes de Collins, es un hombre lleno de dudas e inquietudes, consumido por preguntas que lo obsesionan y para las que no puede encontrar respuestas, dándole al tebeo un toque existencialista muy difícil de hallar en otros autores que consideran esta clase de reflexiones una pérdida de tiempo porque apartaban al lector del tema central y le impedían disfrutar la lectura e identificarse con el “héroe positivo” que golpea a los malvados y al final siempre se queda con la chica bonita.

Al igual que Zero Galván, Henga y El Cobra, Dan Flynn sabe que, haga lo que haga, terminará derrotado pero, aun así, sigue luchando, porque  sus principios –principios que el resto del mundo desprecia– lo llevan a ponerse siempre del lado del más débil, aceptando que la soledad es el precio que deberá pagar para mantener su independencia frente a una sociedad que quiere destruirlo solo por animarse a ser diferente, por no dejarse asimilar ni comprar, por no aceptar las reglas de una sociedad dominada por picaros y amorales: «Quien está solo puede enfrentar el misterio y el peligro, porque no tiene nada que perder. Hoy era un hombre que trataba de hacer lo mejor. Para un hombre, esto es, a veces, muy duro y desgraciado».

Flynn es un eterno vagabundo cuyos desencuentros solo le confirman la maldad del hombre y lo inútil de luchar para cambiar las cosas, sabiendo que solo puede intentar –y no siempre con éxito– cambiarse a sí mismo.

El segundo actor emblemático de estas historias son los personajes inocentes –generalmente adolescentes y niños– obligados, por la llegada de Flynn, a ver la brutal realidad del mundo que los rodea, como la virginal Poney en El largo adiós (claro homenaje a Raymond Chandler) o Dave, el niño huérfano en El hombre de Pinkerton (guiño a Dashiell Hammett):

«Dave sabía que él se iría. Sabía que jamás volvería a verlo.

Dan Flynn: Piensa que las etiquetas no sirven, Dave. Que un pistolero o un gran hombre, sólo son eso: hombres. La diferencia estriba en respetar a los demás y amar las cosas que deben ser amadas».

 

Comentarios en estandarte- 6

1 | Luz María Mikanos 08-03-2024 - 03:05:54 h
Me maravilla la capacidad de De la Torre para seleccionar frases y citarlas, que son justamente las que dan ideas de lo interesante de esta en especial, y de otras obras que el describe de modo excepcional! Felicitaciones!

2 | Ivan 08-03-2024 - 16:41:15 h
Muchas gracias, Luz, viniendo de una poeta y escritora como vos, el halago vale triple para mí. Saludos y gracias por tu apoyo!

3 | Emerio Agretti 11-03-2024 - 13:33:50 h
Excelente artículo. Elocuente para revalorizar, por cita, referencia y contraste, a uno de los grandes guionistas de la historieta .

4 | Vivian 12-03-2024 - 21:03:55 h
Y no solo en estos gloriosos registros que tan bien rescata con maestría y respeto Iván de la Torre, se nota la audaz y depurada prosa de Ray Collins. Aún hoy a sus flamantes 88 años sigue abriendo su corazón del oficio, a quien quiera expresar como este servidor sus sueños. Gracias Maestro.

5 | Ivan 13-03-2024 - 16:53:03 h
Emerio, muchas gracias por tu comentario, sin dudas, Ray Collins es uno de los grandes guionistas de Argentina.

6 | Ivan 13-03-2024 - 16:53:41 h
Absolutamente, Vivian, Ray Collins, aunque parezca increíble, sigue escribiendo: un maestro en todo el sentido de la palabra