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Prohibido leer en Scotiabank

La policía limeña intenta detener al escritor Rodolfo Ybarra.

27 de julio de 2016. Estandarte

Qué: Rodolfo Ybarra, casi detenido por leer en Scotiabank. Cuándo: lunes 18 de julio de 2016. Dónde: Lima (Perú).

A quién no le ha ocurrido: esperas durante minutos y minutos en el banco o en el ambulatorio, y para no aburrirte decides leer un libro o navegar en internet. Eso decidió hacer el poeta y compositor peruano Rodolfo Ybarra, lo que provocó un enfrentamiento —que casi acaba en detención— con las llamadas “Águilas Negras”, los miembros del Departamento de Seguridad de Bancos “Águila Negra”, una Subunidad de la Policia Nacional del Perú que controla y supervisa las Agencias Bancarias de Lima y Callao. En este caso, los agentes acudieron a la llamada de los responsables de la sucursal de Scotiabank en la Avenida Sucre 660, en el distrito limeño de Pueblo Libre, al suroeste del centro histórico de la ciudad.

Tal y como Rodolfo Ybarra ha contado —con un tono y vocabulario despreciativos, eso sí— en la página web limagris.com, en la que colabora como columnista, «esta denuncia debe ser lo más absurdo que me ha tocado vivir y escribir en el Perú». Según continúa, «resulta que en el banco Scotiabank está terminantemente prohibido leer en cualquier formato, ya sea esto vía el móvil, revista, libro o cuaderno». El testimonio en el que Rodolfo Ybarra cuenta su intento de detención —acaecida el pasado lunes 18 de julio, a las 15.00h— es el siguiente:

«(...) acompaño, a pagar unas cuentas, a mi amiga Katalina Rosaforte [seudónimo de la pintora y activista cultural Isela Suárez Santillana]. Entramos al Scotiabank y como la cola era larga, decido esperarla en uno de los asientos. Para no perder el tiempo mirando las paredes, saco mi celular y me pongo a leer tranquilamente unos artículos literarios. Entonces viene el guachimán [“rondín, vigilante, guardián”, según la DRAE] y me increpa mi actitud “incorrecta” y “faltosa”. Le respondo que no hay ninguna ley que me impida leer. El guachimán amenaza con llamar al administrador del banco. Le repito que no hay ninguna ley que me impida leer, que todo esto es una tontería y que no tengo porque hacerle caso.

»Después de un momento, viene el administrador, me exige que deje de leer en mi móvil, pero no me da ninguna razón o explicación posible. Le digo que no tengo porque hacerle caso y que, además, estoy trabajando. Me amenaza con traer a las “Águilas Negras”. Le digo que traiga a quién quiera, que nadie tiene porque impedir que yo o cualquier ciudadano lea. Incluso le enseño lo que estoy leyendo. El administrador se va enfurecido y retorna en un momento diciendo que las “Águilas Negras” están en camino y que voy a tener serios problemas.

»Katalina Rosaforte me avisa, desde la cola, que, por favor, guarde el celular. Entonces, y para evitar mayores problemas, saco mi cuaderno de apuntes y me pongo a terminar de escribir un ensayo pendiente y a repasar una revista que traigo entre mis cosas. Los vigilantes, a pesar de que están al tanto de lo que estoy haciendo, me vuelven a advertir que deje de leer y que ya están llegando las “Águilas Negras”. No les hago caso y sigo en mis cosas.

»En cuestión de minutos, llegan dos corpulentos policías y me ven hojeando la revista y con un cuaderno abierto entre las piernas, y dicen que tengo que acompañarlos al carro policial. Les pregunto cuál ha sido mi falta, error o delito. Uno de los policías me habla en voz alta, dando gruñidos, gritando que no está permitido hacer lo que estoy haciendo. Les vuelvo a explicar que no puedo perder una hora de mi vida mirando la pared y que prefiero estar leyendo algo o haciendo mi trabajo. Les enseño la revista y el cuaderno, pero ellos insisten en que tengo que ir al carro policial y que “está prohibido leer ahí”.

»Uno de los policías me pide mi DNI y me increpa para que lo acompañe afuera. Le digo que no le voy a dar nada y que estoy esperando a mi amiga que se encuentra en la cola. Él [sic] policía más fornido pregunta en voz alta que quién me está acompañando. Sale Katalina Rosaforte de la cola y replica que cuál es el problema. Los policías intentan detenerme pero me resisto al arresto y porque además, en ningún momento, han justificado su errático accionar.

»Ya afuera, ocurre un forcejeo, KR saca su cámara y logra tomar unas cuantas fotos, uno de los policías intenta arrebatarle la cámara y forcejea y golpea a KR. Vuelven a intentar reducirme, y uno de los policías coge su pistola y agarra sus esposas. En plena trifulca, les advierto que soy periodista y que están cometiendo abuso de autoridad. Estas mágicas palabras logran intimidar a los policías que ya estaban por arrestar a este servidor. Finalmente, el “Águila Negra” que osó cobardemente levantarle la mano a KR, se esconde rápidamente dentro del banco para evitar ser fotografiado. Y afuera queda el policía cómplice de toda esta miseria y ruina humana».

El relato de Rodolfo Ybarra sobre su intento de detención por parte de los “Águilas Negras” continúa con una reivindicación sobre su derecho a leer donde y como quiera. Por el momento solo conocemos la versión de Ybarra, que hizo pública el mismo lunes 18; desconocemos qué testimonio pueden aportar los responsables de Scotiabank o los de las “Águilas Negras”.

Comentarios en estandarte- 2

1 | Cuauhtémoc de Gante Martínez 28-07-2016 - 23:08:05 h
Dudo que las Águilas renegridas, seán capaces de escribir un párrafo justificando su arbitrario proceder. Pena para Scotiabank y todos los demás bancos que promueven una regla tan absurda.

2 | osskar Chav 02-08-2016 - 16:24:33 h
En todas las agencias bancarias de Perú, especialmente el Banco de la Nación de Perú, existen -al menos- una docena de letreros que PROHÍBEN el uso de CELULARES y/o radioteléfonos al interior del recinto bancario (prohibición que alcanza a ingresar con lentes oscuros, sombreros, gorros o capuchas puestas). Creo que el Sr. Ybarra no agrega esa INFORMACIÓN para darle mayor atractivo dramático a su relato. NO es tan ceñido a la verdad que le hayan Impedido LEER. No tengo el ánimo de defender a un Banco, es más creo personalmente que el mínimo de la Banca en Perú merece ser defendida por sus políticas agietistas; sin embargo, lo que debo hacer es dar a conocer el tema en específico. NO es verdad que se impida a nadie dar lectura a cualquier material impreso. Un ejemplo, los bancos están "forrados" de afiches e infografías en sus ventanas y paredes, además entregan folletos y volantes promocionando sus productos para ser LEÍDOS allí mismo, o sea, en el interior del Banco. Ahora, bien, que el personal de seguridad del Banco no haya tenido el tino para proceder con discreción y actitud disuasiva es cosa aparte.