Raymond Chandler y Philip Marlowe, dúo de ases del género negro

26 de marzo de 2024. Mariola Díaz-Cano Arévalo

Raymond Chandler (1888-1959), junto a Dashiell Hammett, forma la dupla de grandes maestros de la novela negra norteamericana, pero también de la universal. Su creación más famosa, el detective privado Philip Marlowe, es el epítome del personaje más clásico del género, con permiso del Sam Spade de Hammett, claro.

Y todo buen amante de esas historias oscuras y llenas de cinismo ambientadas en una época que ya no volverá tiene en su biblioteca títulos como El sueño eterno, El largo adiós, Adiós muñeca o La dama del lago. Además pero además firmó en los guiones de obras maestras del cine también como Perdición, Extraños en un tren o La dalia azul. 

 

Raymond Thornton Chandler

Nacido en Chicago el 23 de julio de 1888. Después de que sus padres se divorciaran se crio con su madre en Inglaterra y estudió en el Dunwich College de Londres, aunque también se educó en Alemania y Francia. Trabajó un tiempo como funcionario del gobierno británico, pero enseguida se dedicó al periodismo y escribió para varias publicaciones del país.

Después de servir en la Primera Guerra Mundial en Francia con las Fuerzas Expedicionarias Canadienses, volvió a Estados Unidos y se estableció en California. Se casó con Cissy Hurlburt, que era dieciocho años mayor que él, y empezó a escribir relatos para las populares revistas baratas del género (las llamadas pulps) cuando ya tenía cuarenta y cinco años.

A los cincuenta y uno publicó su primera novela, El sueño eterno, donde ya mostró el estilo propio que había ido puliendo los relatos pulp y que le hizo destacar entre otros escritores del género.

Ahí aparecía por primera vez el personaje que le dio la gloria: el cínico, impetuoso y también sentimental Philip Marlowe, que protagonizó siete novelas más y dos cuentos. Fue todo un éxito y Chandler siguió encadenando títulos igual de exitosos de los que varios de ellos se llevaron al cine, en el que también fue guionista.

Cuando murió su esposa, tuvo otras amantes pero luego cayó en una depresión y también empeoró su alcoholismo. Falleció en marzo de 1959 en La Jolla, California.

 

Raymond Chandler y su personaje Philip Marlowe en el cine

Marlowe es el personaje más reconocible y reconocido de Chandler, un detective duro y seco, con el corazón acorazado y el cinismo más único. Ha tenido varias caras al cine, aunque sin duda la que primero nos viene a la mente es la de Humphrey Bogart. Y la última se la ha puesto el actor irlandés Liam Neeson en su versión más reciente.

Pero la lista de actores es bastante larga desde Dick Powell (Historia de un detective, Edward Dmytryk, 1944), que hasta entonces había hecho papeles de chico bueno y quiso cambiar de registro metiéndose en la piel del detective privado Philip Marlowe.

Y lo consiguió, reviviendo su carrera. La película está considerada hoy como uno de los primeros títulos noir que marcan el género.

Dos años después se estrenaba El sueño eterno, de Howard Hawks, y Humphrey Bogart componía al Marlowe que se imprimió para siempre en la imaginería colectiva, tal vez también porque el actor le prestaba su áspero físico, la afición a la bebida y el toque impertinente tan del personaje.

Mucho más tarde, ya en los 60, James Garner le daba vida en Marlowe, detective muy privado, que contaba sus peripecias en tono de comedia. Diez años después recogía el testigo un grande del cine y también del género como Robert Mitchum, en Adiós, muñeca (Dick Richards, 1975). El problema fue que Mitchum había cumplido ya los cincuenta y siete y no daba la edad del detective en las novelas.

En los 80 Marlowe tuvo una serie de TV que protagonizó Powers Boothe. Por último, tenemos Marlowe (Neil Jordan, 2022), con Liam Neeson, que se queda antes de llegar en comparación con sus precedentes más clásicos.

 

Algunas frases míticas en las obras de Raymond Chandler

Terminamos con unas frases escogidas de la obra de Chandler donde reconocemos ese toque de ironía, juegos de palabras y comparaciones únicas que ha querido imitarse a lo largo del tiempo y por muchos autores más, pero que nunca se ha conseguido.

 

El sueño eterno: «Estaba aseado, limpio, afeitado y sereno, y no me importaba que se notase. Era todo lo que un detective privado debe ser. Iba a visitar cuatro millones de dólares».

 

El largo adiós: «Hay lugares en donde no se odia a la Policía, comisario. Pero en esos lugares usted no sería policía».

 

Adiós, muñeca: «Con semejante atuendo, el sujeto pasaba inadvertido, tanto como una tarántula sobre un pastel de crema».