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Isaac Asimov: un genio del autobombo, la gran productividad y el estilo directo

Un maestro de la ficción rápida y un acosador serial de mujeres.

25 de abril de 2024. Iván de la Torre

Qué: Biografía de Isaac Asimov

Isaac Asimov (1920-1992) fue uno de los autores más importantes surgidos a fines de la década del treinta y comienzo de los años cuarenta, cuando toda una nueva generación de escritores (Robert Heinlein, A. E. Van Vogt, Theodore Sturgeon, Clifford D. Simak…), liderados por John Campbell, director de la revista Astounding, publicó una serie de cuentos y novelas que, con el tiempo, se convertirían en grandes clásicos.

Asimov comenzó a escribir siendo prácticamente un adolescente y tuvo éxito de inmediato gracias a su gran productividad, su estilo directo y el apoyo que recibió de Campbell: “El 17 de marzo de 1941, cuando visité el despacho de John, me leyó la siguiente cita de un viejo discurso de Ralph Waldo Emerson titulado La naturaleza: ‘Si las estrellas aparecieran una noche cada mil años, cómo creerían, adorarían y preservarían los hombres durante generaciones el recuerdo de la ciudad de Dios’. Campbell dijo: ‘Creo que Emerson está equivocado. Creo que, si las estrellas aparecieran una vez cada mil años, la gente se volvería loca. Quiero que escribas una historia sobre esto y que la llames Anochecer. Trabajé en Anochecer como en cualquier otra historia y la vendí a Campbell en abril. Apareció en el número de septiembre de 1941 de Astounding. Anochecer ha sido considerado un clásico desde entonces. Mucha gente piensa que es el mejor que he escrito, y algunos creen incluso que es el mejor relato publicado en una revista de ciencia ficción de todos los tiempos. Aunque estoy de acuerdo con que el relato posee un argumento interesante que amplía horizontes (sobre un mundo en el que la luz brilla siempre y que experimenta la oscuridad sólo una vez cada muchísimo tiempo), desde entonces ha escrito unos cuantos relatos que me gustan mucho más que Anochecer. Estoy convencido de que Adán sin Eva, de Alfred Bester, que apareció en el mismo número que Anochecer, habría sido el más votado porque Bester era mejor escritor que yo (entonces y después) y porque su relato era buenísimo. De todas maneras, fue un momento decisivo, aunque no puedo comprender la razón. Después de que Anochecer fuera publicado, dejaron de rechazar mis historias. Escribía y vendía, y en un año o dos, había llegado al nivel de Heinlein y Van Vogt”.

Trilogía Fundación, de Isaac AsimovAsimov también comenzaría, en esos años, sus dos series más famosos y longevas: una sobre los robots positrónicos, donde estableció sus “Tres leyes de la robótica”, que arrancó con el relato Robbie (1940) y se prolongó durante las siguiente cinco décadas; y otra sobre la caída y renacimiento un inmenso imperio galáctico que se conocería bajo el título genérico de Fundación:  “Acababa de leer por segunda vez Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano, de Edward Gibbon, y se me ocurrió que podía escribir una novela sobre la decadencia del Imperio galáctico. El 1 de agosto de 1941 se lo comenté a Campbell y la idea le entusiasmó. No quería sólo una novela, sino una gran saga, sin límite previo, de la caída del Imperio galáctico, la Edad oscura que le sigue y el resurgimiento de un Segundo Imperio galáctico, todo mediante la ciencia inventada denominada ‘psicohistoria’, que permitía a los psicohistoriadores capacitados prever los movimientos de masas de la historia del futuro. Escribí un relato llamado Fundación, que apareció en el número de mayo de 1942 de Astounding. También escribí una continuación llamada Bridle and Saddle. Luego publiqué cuatro relatos más, continuación de éstos, que aparecieron en Astounding. Fueron: The Big and the Little, The Wedge, The Dead Hand y The Mule. Dio la casualidad de que la serie de la Fundación resultó ser mi obra más popular y mi mayor éxito. Estas narraciones contribuyeron más que ninguna otra a hacerme más rico de lo que nunca podría haber imaginado”.

Yo, robot; de Isaac AsimovPara 1960, Asimov ya había publicado lo más importante de su ficción: los primeros tomos de relatos basados en sus leyes robóticas (incluyendo su clásico Yo, robot, 1950); la trilogía de Fundación (Fundación, 1951; Fundación e Imperio, 1952; y Segunda Fundación, 1953); su trilogía sobre el Imperio (Un guijarro en el cielo, 1950; En la arena estelar, 1951; y Las corrientes del espacio, 1952); y dos novelas que mezclaban eficientemente ciencia ficción y novela policial, protagonizadas por el inspector Elijah Baley y R. Daneel Olivaw, su ayudante robot: Cavernas de Acero (1954) y El sol desnudo (1957).

Sin embargo, el éxito de estas obras se limitaba al mundo de la ciencia ficción y Asimov quería el mismo reconocimiento que tenían sus colegas Robert Heinlein, Theodore Sturgeon y Alfred Bester, autores que eran leídos y reconocidos fuera del género, por eso decidió que el volumen de su trabajo le daría la visibilidad que necesitaba y empezó a escribir una serie de libros de divulgación que iban desde la historia y la física nuclear a la química, la genética y la astronomía: “Estaba empezando a darme cuenta de que lo más importante respecto a mí, desde el punto de vista literario, era el número de libros que estaba publicando. Nadie me aclamaba como una gran lumbrera de la literatura. No era una amenaza para el reino de los Bellow y los Updike y nunca lo sería. Y, sin embargo, a todos nos gusta el reconocimiento, queremos que se nos reconozca por algo, y estaba empezando a darme cuenta de que tenía bastantes posibilidades de ser conocido, aunque sólo fuera por el gran número de libros que iba a publicar y por la gran variedad de temas que trataría. Estaría bien que también se apreciara la calidad de mis obras, pero presentía que nadie se daría cuenta de ello; sólo se fijarían en el número”.

Isaac AsimovAnte la llegada de la nueva ola británica encabezada por Michael Morcoock, Brian Aldiss y J. G. Ballard, que obligó a los autores norteamericanos a escribir relatos más arriesgados y literarios, Asimov, dueño y un estilo simple y funcional, con tramas básicas y personajes sin relieves, que reconocía como únicos maestros a Agatha Christie, Clifford D. Simak y P. G. Wodehouse y confesaba no haber leído a ningún escritor moderno, abandonó la ficción para concentrarse en la producción masiva de obras de divulgación que, como reconocería en sus memorias, le permitían ganar más dinero con menos esfuerzo: “Si escribir novelas me llevaba de siete a nueve meses, un libro de no ficción me llevó seis semanas. Así solo pude preguntar, ¿cuánto tiempo ha durado esto”.

En poco tiempo, el escritor publicó decenas de títulos sobre historia, literatura, genética, matemática, astronomía, física y biología, pero, en su afán de ser prolífico, Asimov cometía toda clases de errores y arbitrariedades, muchas veces empujado por la envidia que le producía las obras que habían tenido un impacto que opacaba su propio trabajo, algo que quedó demostrado en su ruin reseña de 1984, el gran clásico de George Orwell: no contento con intentar minimizar la novela, aseguró que el escritor británico no había dicho “ni una palabra” en contra del nazismo, ignorando deliberadamente la gran cantidad de ensayos que su colega había publicado sobre el tema, incluyendo clásicos como Literatura y totalitarismo; Estimado Doktor Goebbels: ¡sus amigos británicos comen bien!, Wells, Hitler y el estado mundial y el magistral El león y el unicornio: El socialismo y el genio de Inglaterra, donde se lee: “El verdadero rostro de Hitler es Mein Kampf. Su yo está en sus actos. Nunca ha perseguido a los ricos, salvo cuando eran judíos o cuando trataron de oponerse activamente a sus intenciones. Defiende una economía centralizada que despoja al capitalista de casi todo su poder, aunque deja intacta la estructura de la sociedad. El Estado controla la industria, pero sigue habiendo pobres y ricos, lacayos y amos. Por tanto, al igual que contra el socialismo genuino, la clase adinerada siempre ha estado de su parte. Esto está más claro que el agua, como ya se vio en la Guerra Civil española y como se volvió a comprobar cuando se produjo la rendición de Francia”.

Ese odio apenas disimulado a todos los escritores que habían tenido más éxito que él, aparecería cada vez más reflejado en sus reseñas, donde no dudó en cuestionar a sus colegas Robert Heinlein, Theodore Sturgeon y Robert Silverberg.

A comienzos de los 70, consciente de que muchos lectores tradicionales estaban disgustados con las nuevas tendencias de la ciencia ficción y pedían un enfoque más tradicional y optimista, Asimov volvió a escribir ciencia ficción y ganó un premio “Hugo”, equivalente al Oscar del cine, por su relato El hombre bicentenario (1976), que narra la lucha de un robot por volverse humano.

El afán de conservar su posición como el escritor más prolífico del mundo lo llevó a realizar una práctica engañosa: llamar propios a libros para los que se había limitado a escribir un prólogo; de esa manera, en poco tiempo, logró llegar a los 500 títulos publicados, aunque gran parte de ellos eran antologías compiladas por otros autores, a las que Asimov se había limitado a ponerle su nombre en la tapa.

Robots e imperio, de Isaac AsimovEn la década del 80, el escritor comienza su peor periodo cuando, presionado por sus editores, acepta retomar sus dos series más famosas y publica novelas (Los límites de la fundación, 1982; Los robots del amanecer, 1983; Robots e imperio, 1985; Fundación y Tierra, 1986; Preludio a Fundación, 1988) que se convierten en grandes éxitos de ventas, pero no aportan nada a su obra.

En 1990, Asimov escribió su autobiografía, que aparecería en 1994, dos años después de su muerte: en el libro, muestra su costado más desagradable, intentando manchar la memoria de Robert Heinlein, a quien envidiaba por ser más famoso y exitoso que él; y a Theodore Sturgeon, por haberle devuelto tarde el dinero que le prestó; además, festeja la violencia de su amigo Harlan Ellison contra las mujeres (“Harlan utilizaba sus dotes para lanzar terribles y variados improperios a los que le irritaban. No provoca daño físico, pero de palabra es especialmente duro con las directoras jóvenes, que no están acostumbradas a sus peculiaridades. Las puede hacer llorar en tres minutos”).

Asimov también celebra, en sus memorias, su costumbre de mostrarse “cariñoso” y “expansivo” con todas las editoras, secretarias y admiradoras que se acercan a él, describiendo toda la situación como un “juego inofensivo” entre adultos; sin embargo, un reciente artículo publicado por Alec Nevala-Lee llamado Asimov’s Empire, Asimov’s Wall desmintió sus palabras y mostró al escritor como un machista autoritario que toqueteaba pechos y traseros, e incluso obligaba a las mujeres a besarlo.

Asimov, el acosador de mujeresEl autor del ensayo detalla: “A lo largo de muchas décadas, Asimov manoseó o participó en otras formas de contacto no deseado con innumerables mujeres, a menudo en convenciones, pero también en privado y en el lugar de trabajo. Dentro de la comunidad de ciencia ficción, esto es de conocimiento común, y cada vez que lo menciono en una sala de fanáticos mayores, la respuesta suele ser una serie de asentimientos. Se desconoce el número de incidentes de este tipo, pero se puede estimar de manera plausible en cientos y, por lo tanto, puede igualar o superar la larga lista de libros que escribió”.

A medida que su fama aumentó, Asimov fue empeorando su comportamiento, como recordó el editor Edward L. Ferman: “En lugar de estrechar la mano de mi cita, Isaac le estrechó el pecho izquierdo”.

Incluso Harlan Ellison, uno de los mejores amigos de Asimov, reconoció: “Cada vez que subíamos las escaleras con una mujer joven, me aseguraba de caminar detrás de ella para que Isaac no le agarrara el trasero”.

Ante estas acusaciones, el escritor se defendía diciendo: “Es como el viejo dicho. Te abofetean mucho, pero también te acuestas mucho”.

Judith Merril, escritora y editora, contó la manera en que logró frenarlo: “Aparentemente Isaac se sentía obligado a mirar, comerse con los ojos, acariciar y hacer proposiciones como un acto de sociabilidad. La tercera o cuarta vez que me dio unas palmadas en el trasero, extendí la mano para agarrar su entrepierna”.

 

Comentarios en estandarte- 4

1 | Gerardo 25-04-2024 - 13:42:40 h
Que interesante. Desconocía por completo estas facetas de la personalidad de Asimov. Especialmente desagradable su trato de las mujeres. Una nota muy interesante.

2 | Ivan 25-04-2024 - 20:41:42 h
Muchas gracias, Gerardo! un personaje detestable y un escritor muy menor

3 | Luz María Mikanos 26-04-2024 - 00:02:52 h
Artículos de este tipo, valientes y realistas, sin pelos en la lengua o la escritura, de son de un valor incalculable! Gracias De La Torre y Estandarte, no muchas veces tenemos posibilidad de acceder a tales reseñas.

4 | Ivan 26-04-2024 - 14:43:47 h
Muchísimas gracias, Luz, tu apoyo es fundamental para que yo siga adelante! Gracias, querida poeta!!!