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6 poemas de Hermann Hesse

Seis poemas de soledad y esperanza desde la libertad individual.

15 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: 6 poemas de Hermann Hesse

Hermann Hesse - Poemas

Hermann Hesse (Calw, Alemania, 1877-Montagnola, Suiza, 1962) fue un hombre, un escritor, con una trayectoria y un objetivo bien definido: conquistar, aun con penalidades, la costosa libertad individual. Es, por eso, por lo que en Estandarte nos acercamos a su poesía, a esa figura a la que hay que volver, ese personaje imprescindible en momentos de crisis, un pensador, un novelista, un poeta que vivió por y para la literatura (sus distintos trabajos como librero tienen su punto de responsabilidad), capaz de trasladar las inquietudes de su vida y de su época con un acento de reflexiva espiritualidad, en un empeño, siempre presente, por superar las situaciones más sombrías.

En su enorme obra compuesta por ensayos, cartas, novelas, poesía…, Hermann Hesse va entretejiendo, descubriendo y trazando un camino que atrapa y lleva al lector a penetrar en una vida, la suya, que se enfrentó a dos guerras, que luchó contra el nazismo, que sintió el desprecio de sus compatriotas y que se vio arrastrado al exilio. Esas vivencias y también sus aficiones, sus lecturas (Goethe, Heine, Schiller, los clásicos griegos…), su intensa vida interior, sus crisis, su educación religiosa, su admiración por las doctrinas espirituales de la lejana India, se trasladan a los libros, a la poesía, con sensibilidad, con ironía, con libertad, en un preciosista dibujo de la realidad, la nostalgia, la soledad, la esperanza…

En la niebla

¡Qué extraño es vagar en la niebla!
En soledad piedras y sotos.
No ve el árbol los otros árboles.
Cada uno está solo.

Lleno estaba el mundo de amigos
cuando aún mi cielo era hermoso.
Al caer ahora la niebla
los ha borrado a todos.

¡Qué extraño es vagar en la niebla!
Ningún hombre conoce al otro.
Vida y soledad se confunden.
Cada uno está solo.

Un sueño 

Salas cruzadas tímidamente,
centenares de rostros desconocidos…
Lentamente, una tras otra,
las luces palidecen.

Cuando su brillo se enturbia
y se apaga con el crepúsculo,
un rostro me parece familiar:
la nostalgia del amor encuentra
conocidos los rostros
que otrora fueron extraños.

Escucho nombres de padres,
hermanos y compañeros,
también de héroes, mujeres y poetas
que yo admiré de muchacho.
Pero ninguno de todos ellos
me concede siquiera una mirada.

Las llamas de una vela
se desvanecen en la nada y
dejan en el entristecido corazón
el murmullo de poemas olvidados,
oscuridad y lamentos que retornan
sobre los días consumidos
convertidos en leyenda y en sueño
de una luz gozada en el pasado.

Libros

Ninguno de los libros de este mundo
te aportará la felicidad,
pero secretamente te devuelven
a ti mismo.
Allí está todo lo que necesitas,
sol, luna y estrellas,
pues la luz que reclamas
habita en tu interior.
Ese saber que tú tanto buscaste
por bibliotecas resplandece
desde todas las lágrimas,
puesto que ese libro es tuyo ahora.

La belleza

La mitad de la belleza depende del paisaje;
y la otra mitad de la persona que la mira…

Los más brillantes amaneceres; los más románticos atardeceres;
los paraísos más increíbles;
se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas.

Cuando no hay lagos más claros y profundos que sus ojos;
cuando no hay grutas de las maravillas comparables con su boca;
cuando no hay lluvia que supere a su llanto;
ni sol que brille más que su sonrisa……

La belleza no hace feliz al que la posee;
sino a quien puede amarla y adorarla.

Por eso es tan lindo mirarse cuando esos rostros
se convierten en nuestros paisajes favoritos….

Escalones 

Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad,
así también florecen sucesivos los peldaños de la vida;
a su tiempo flora toda sabiduría, toda virtud,
mas no les es dado durar eternamente.
Es menester que el corazón, a cada llamamiento,
esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo,
esté dispuesto a darse, animoso y sin duelos,
a nuevas y distintas ataduras.
En el fondo de cada comienzo hay un hechizo
que nos protege y nos ayuda a vivir.

Debemos ir serenos y alegres por la Tierra,
atravesar espacio tras espacio
sin aferrarnos a ninguno, cual si fuera una patria;
el espíritu universal no quiere encadenarnos:
quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos
escalón tras escalón. Apenas hemos ganado intimidad

en una morada y en un ambiente, ya todo empieza a languidecer:
sólo quien está pronto a partir y peregrinar
podrá eludir la parálisis que causa la costumbre.

Aun la hora de la muerte acaso nos coloque
frente a nuevos espacios que debamos andar:
las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros...
¡Ea, pues, corazón arriba! ¡Despídete estás curado!

Hoja marchita 

Toda flor desea su fruto,
todo amanecer se encamina al crepúsculo,
nada eterno hay en la tierra,
excepto la transformación y la fuga.

También el más bello verano
quiere sentir alguna vez el otoño y lo caduco.
Detente, hoja, sé paciente y silenciosa
cuando el viento desee llevarte.

Sigue jugando tu juego, no te detengas,
deja, tranquila, que las cosas ocurran.
Permite que el viento que te arranca
sople y te conduzca a casa.

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