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Los libros a través del arte
Los libros retratan a quienes los pintan y a quienes posan junto a ellos.
25 de septiembre de 2024. Estandarte.com
Qué: Los libros a través del arte
Los objetos que se colocan en un cuadro no están allí de forma casual o inocente. Existe, por supuesto, el argumento estético, pero además esas piezas (collares, armas, jarrones, viseras…) encierran significados por su capacidad para mostrar una posición social, política o económica, una creencia religiosa o una inquietud cultural. Por ejemplo, en una época en la que se primaba la belleza y la coquetería entre las mujeres que una de ellas decidiera retratarse con un monóculo y un libro decía mucho de los aspectos que quería resaltar de su carácter. Los libros en el arte cuentan mucho sobre quien, pincel en mano, los representan y sobre quienes los acompaña o son retratados con ellos. Traemos aquí seis ejemplos que nos llaman la atención por su calidad artística y por la carga argumentativa de los libros que contienen.
San Jerónimo en su estudio, por Antonello da Messina
El estudio de San Jerónimo, el monje y erudito que tradujo la Biblia del griego al latín, está, en esta obra de Antonello da Messina (Messina, h. 1430-1479), incrustado en una arquitectura gótica, quizás una catedral, que en su monumentalidad contrasta con ese espacio sereno y sencillo resuelto apenas con un escritorio, una estantería, un banco y su silla redondeada –la cátedra–. En ella está sentado el religioso, ensimismado en la lectura de un libro, mientras otros tantos le esperan –algunos de ellos abiertos– sobre la mesa o en los estantes. El italiano Antonello da Messina pintó este óleo de 45,7 x 36,2 cm hacia 1475; ahora pertenece a la colección de la londinense National Gallery.
San Jerónimo como erudito, por el Greco
El Greco (Heraclión, Grecia, 1541-Toledo, 1614) también retrató a San Jerónimo y lo hizo por lo menos en cinco ocasiones.
En este óleo sintetizó los dos aspectos que definían al personaje –su carácter religioso y erudito– con el uso del color rojo del ropaje y con el libro sobre el que apoya sus manos. Pintado alrededor de 1610, mide 108 x 80 cm y pertenece al neoyorquino The Metropolitan Museum of Art.
Autorretrato, por Anna Dorothea Therbusch
Hija de un retratista polaco, Anna Dorothea Therbusch (Berlín, 1721-1782) se formó para ser artista y comenzó su carrera con éxito, pero al casarse y ser madre abandonó el arte hasta que cumplió los cuarenta. Entonces recuperó los pinceles; de entre las obras de esa segunda etapa destaca este autorretrato (1777) en el que a la maestría pictórica se suma su habilidad para reflejar su carácter. El libro en su mano habla de las inquietudes intelectuales de una mujer que durante los años que residió en París entró en contacto con el círculo de los ilustrados. El cuadro (153,5 cm x 118 cm) se encuentra en Berlín, en la Gemäldegalerie (pinacoteca que forma parte de los Museos Estatales de Berlín).
Naturaleza muerta con Biblia, por Vincent van Gogh
El ejemplar de la Biblia que pintó Vincent van Gogh (Zundert, Países Bajos, 1853-Auvers-sur-Oise, Francia, 1890) en este óleo en Nuenen en octubre de 1885 perteneció a su padre, un ministro protestante. El volumen, pesado y oscuro, está abierto; junto a él, el pintor colocó un ejemplar de La alegría de vivir, de Émile Zola, una especie de biblia de la vida moderna, según el Museo Vincent van Gogh de Ámsterdam, institución donde se conserva este cuadro de 65,7 x 78,5 cm y que interpreta esta composición como el reflejo de los diferentes puntos de vista sobre el mundo entre Van Gogh y su padre. El pintor, un gran lector, admiraba a escritores como Zola o los hermanos Goncourt; precisamente con novelas francesas como protagonistas realizó varias naturalezas muertas a lo largo de su corta, pero prolífica carrera.
Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor, por Antonio María Esquivel
En una reunión ficticia, Antonio María Esquivel (Sevilla, 1806-Madrid, 1857) coloca en su estudio a importantes personalidades del ámbito cultural de su época como pueden ser Mesonero Romanos, Espronceda o Amador de los Ríos en torno al poeta y dramaturgo José Zorrilla. Este, de pie casi en el centro de la escena, lee un fragmento de su obra. Este óleo de 144 x 217 cm, que pertenece a la colección del Museo Nacional del Prado, data de 1846 y está considerada una pieza clave del Romanticismo español.
El ratón de biblioteca, por Carl Spitzweg
Carl Spitzweg (Germering, 1808-Múnich, 1885) fue poeta y el pintor alemán más representativo del estilo Biedermeier que en pintura primó, frente a la épica y los temas sublimes de otras corrientes, las escenas de género y los temas privados y amables, como esta escena de El ratón de biblioteca. En ella, al bibliófilo le faltan manos para sostener los libros que quiere consultar, así que sujeta uno entre las rodillas y otro bajo el brazo. Subido en lo alto de una escalera junto a los volúmenes dedicados a metafísica, le arropan anaqueles cargados de libros de una biblioteca de aire barroco. Spitzweg apuesta por introspección en un momento convulso para el mundo. Se trata de un óleo sobre tela de 1850 de 49,5 x 26,8 cm que se encuentra en el Museo Georg Schäfer de la ciudad alemana de Schweinfurt.
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