El destierro de Miguel de Unamuno

22 de noviembre de 2016. Estandarte.com

«Venceréis, pero no convenceréis». Esta frase célebre, que Miguel de Unamuno pronunció el 12 de octubre de 1936 ante los jefes militares del bando nacional —entre ellos el general franquista José Millán-Astray—, ha quedado marcada en la historia española.

Era su respuesta a los gritos del propio Millán-Astray, que le había provocado en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, durante la apertura del curso académico: «¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!», había declarado el fundador de la Legión. Este discurso se recrea en la película La isla del viento, dirigida por Manuel Menchón, y que sin embargo se centra en un hecho sucedido una década antes: el destierro a Fuerteventura del escritor de la Generación del 98.

La isla del viento es una coproducción hispanoargentina, y se estrenó en los cines el pasado viernes 18 de noviembre, coincidiendo con el octogésimo aniversario de la muerte de Miguel de Unamuno. Protagonizada por José Luis Gómez, actor y miembro de la Real Academia Española, la película supone «un acercamiento al lado más humano de Unamuno durante su destierro en Fuerteventura por su oposición a la dictadura de Miguel Primo de Rivera», instaurada en España entre 1923 y 1930.

En 1924, Miguel de Unamuno debe exiliarse al pequeño pueblo de Puerto Cabras; hastiado por la situación, se muestra huraño y se encierra en sí mismo. Sin embargo, su relación con los isleños, el conocimiento de la realidad del lugar y el contacto con la isla, provocarán su salida del aislamiento. Aprenderá de manera casi inadvertida una lección que no olvidará hasta el final de su vida, en los albores ya de la dictadura franquista.

«Miguel de Unamuno es un referente civil muy necesario hoy y puede ser una figura reverencial en estas circunstancias históricas y políticas por las que estamos pasando», ha declarado José Luis Gómez en una entrevista concedida a la Agencia EFE. El filósofo «vivió en Fuerteventura cuatro meses que fueron fundamentales para la gente de la isla y para él mismo (...). Tuvo contacto con los isleños, salió de su aislamiento, se implicó mucho, se comprometió en la educación de los niños y tuvo relación con el cura del pueblo, quien le inspiró después para escribir San Manuel Bueno, mártir». Esta historia se cuenta ahora en la película La isla del viento.