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La espuma de los días, Gondry+Vian
El director firma una película que fascina y aturde.
27 de septiembre de 2013. Emilio Ruiz Mateo
Qué: La espuma de los días Director: Michel Gondry Actores: Romain Duris, Audrey Tatou, Gad Elmaleh, Omar Sy, Aïssa Maïga, Charlotte Lebon
La espuma de los días, la novela de Boris Vian, se ha convertido en película a manos de Michel Gondry, uno de esos directores que muchos aman, casi tantos como le odian. Su estilo recargado, surrealista, fantasioso y retro se deja sentir en cada fotograma de la película, protagonizada por Romain Duris y Audrey Tautou (sí, la de Amélie).
Los que conocen la novela de Boris Vian y el universo de Michel Gondry (los videoclips de Björk o The White Stripes, o sus películas Olvídate de mí, La ciencia de los sueños o Rebobine, por favor) saben que estaban llamados a juntarse.
Lo prueba el argumento de La espuma de los días: una historia de amor truncado en un mundo adverso, por culpa de un nenúfar que crece en el pulmón de la chica, y que acabará por matarla. 50% surrealismo, 50% poesía.
El resultado es una película enloquecida en su ritmo (al menos en la primera mitad de la cinta) y de una potencia visual que nos deja boquiabiertos, pero también nos aturde un poco. Los momentos brillantes de la imaginación de Gondry son numerosos: esa oficina en la que las máquinas de escribir corren sobre raíles, en una particular forma de trabajo en cadena; esa ceremonia de boda retro-espacial; esa lección de gastronomía surrealista que amaría Dalí…
Todo es posible en la cabeza de Gondry, pero lo que resulta aún mejor es que, para hacerlo realidad, no recurre a efectos especiales de diseño, sino a los trucos del viejo cine y al stop-motion. Ese "Google" de cartón piedra que se inventa no tiene precio... Si la tecnología puede mezclarse con la ternura, Gondry tiene la patente.
Intuimos que la película La espuma de los días gustará más a los seguidores de Michel Gondry que a los de Boris Vian, pero en Estandarte creemos en las relecturas personales, y es eso lo que el director ha hecho con esa joya breve de Vian, ese autor cuya vida más parece el argumento de una gran novela que la pura realidad, llena de detalles curiosos.
Su arte literario, por el que hoy se le conoce, no le ayudó a ganarse la vida, más bien se la complicó: fue condenado a 100.000 francos por el “ultraje a las buenas costumbres” que supuso su primera novela Escupiré sobre vuestra tumba. La música, en cambio, le dio muchas más alegrías, tanto como intérprete como profesional del gremio, llegando a ser director artístico de la discográfica Philips.
Pero la anécdota más sorprendente y novelesca de su biografía es su muerte: falleció de un ataque al corazón en el cine del estreno de Escupiré sobre vuestra tumba, al que asistió de incógnito, porque había acabado bastante mal con los productores y equipo de la película.
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