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Las claves de la comunicación asertiva

Claves del lenguaje verbal y no verbal para defender un mensaje sin ofender.

01 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: comunicación asertiva

Una persona asertiva respeta y exige ser respetada, resiste las presiones ajenas y defiende sus derechos sin atacar o avasallar. Lo hace encontrando el difícil equilibrio entre agresividad y pasividad y para ello demuestra una habilidad y una eficacia valiosísimas en la comunicación verbal y no verbal. Como indica Javier Urra en 90 minutos psicológicos, la asertividad es “la habilidad para ser claros y decir lo que se quiere decir sin herir los sentimientos de los demás”. La comunicación asertiva es considerada una forma de expresión honesta, directa y equilibrada, que nada tiene que ver con cinismos, portazos, con los tan manidos “tú más” o las manipulaciones con la palabra.

El hablante que expone con firmeza y tacto su postura suele conseguir generar confianza y empatía y tiene una habilidad especial para resolver conflictos y evitar que los problemas se enconden. Pero no es una tarea sencilla. Urra, en el libro ya citado, sostiene que para entrenar la asertividad hay que trabajar el contenido del mensaje y los aspectos no verbales, y que se aprende a base de imitación y refuerzo. Veamos algunas pautas que pueden ayudar.

Empezamos por subrayar el yo: hablar en primera persona es clave porque refleja que uno se hace responsable de sus deseos, percepciones y emociones. Es más fácil y eficaz defender las opiniones, derechos, sentimientos, etc. si se exponen de forma clara, concisa, breve y directa. No hace falta recurrir a rodeos –son contraproducentes– y no hay que imaginar ni dar por supuesto que el interlocutor sabe lo que uno siente o piensa. Cuanto más transparente y sincero se es, menos campo se deja a malentendidos o malinterpretaciones. En este tipo de comunicación hay poco espacio para la elipsis y los sobrentendidos.

El primero que tiene que tenerlo claro –y creérselo– es uno mismo, por eso para que esta comunicación sea eficaz debe contar con la complicidad de la confianza en uno mismo. Sin autoestima poca asertividad puede haber. El discurso debe ser fluido, nada de vacilaciones. Hay que aprender a decir que no, y a reiterar ese no las veces que haga falta, con calma. Aquí se puede aplicar la estrategia del disco rayado, esa que consiste en, sin levantar la voz ni alterarse, repetir lo que se quiere decir independientemente de los giros que quiera imponer el interlocutor. El mensaje se fortalece utilizando una y otra vez ciertas palabras en frases distintas para evitar que el interlocutor logre desviar la atención.

Recordemos que la persona asertiva defiende lo suyo sin violentar al otro. Sabe iniciar, mantener y concluir una conversación, y esto pasa por saber pedir, negarse, ser flexible, hacer y recibir cumplidos, formular y aceptar quejas o críticas. En este sentido es interesante la táctica conocida como banco de niebla: esto es, evitar la confrontación directa, admitiendo parte de lo que expone el interlocutor, pero sin por ello renunciar a lo que se quiere. También hay una forma asertiva de aceptar una crítica y es reconocer los aspectos reales de la misma, sin contraatacar, sin ser defensivos y sin aceptar aspectos injustos o exagerados.

Esa asertividad no solo se aprecia en las palabras que se escogen, también en el tono de voz que se utiliza: nivelado, bien modulado, convincente y rotundo. Tanto el volumen como la velocidad con la que se habla deben estar en consonancia con lo que se quiere transmitir: demasiada rapidez o lentitud pueden distorsionar el mensaje y denotar nerviosismo o falta de confianza. 

Y si, a base de educación, tranquilidad, calma y paciencia, se logra todo esto, ¿por qué estropearlo con una postura agresiva o intimidatoria? El cuerpo tiene que transmitir exactamente lo mismo. La seguridad en uno mismo pide una postura relajada; el respeto hacia el otro pasa por mirarle a la cara de forma apropiada (es decir, evitando actitudes desafiantes e incómodas), por no interrumpirle y por asentir mientras habla, de forma que aprecie que se le está escuchando y teniendo en cuenta.

Una de las máximas de la asertividad es saber leer las situaciones: no todos los momentos y circunstancias permiten respuestas inmediatas claras y firmes. Hay escenarios y conflictos que piden ser aparcados y retomados en otra ocasión. En los casos en los que no es inteligente disentir activamente, lo suyo sería hacerlo de forma pasiva, por ejemplo, cambiando de tema.

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