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El infinito y su símbolo: significado y origen

¿De dónde viene el símbolo de infinito y qué representa?

19 de febrero de 2024. Estandarte.com

Qué: El símbolo de infinito: qué es y qué representa

El símbolo de infinito: qué es y qué representaDesde los más lejanos tiempos hasta hoy, el ser humano se ha valido de símbolos para representar ideas de manera clara y concisa. Con ellos se da forma gráfica a conceptos científicos o técnicos, a partir de letras o signos convencionales. Un símbolo crea un retrato de identificación inmediata, como el de ese ocho tumbado que todo el mundo asocia al infinito.

Lo finito y lo infinito son conceptos muy amplios, que siempre han preocupado y han estado ligados a la astronomía, la alquimia, la filosofía, la religión o las matemáticas. Para lo que termina, está la letra griega omega -Ω- como metáfora del fin.

Y para referirnos al infinito, hoy y desde el siglo XVII, recurrimos a la lemniscata. Así se llama a esa curva continua en forma de ocho tumbado (∞). El término proviene del latín, lengua en la que hace referencia a «adornada con lemnisco» –según el Diccionario de la lengua española–, es decir, con una cinta que en señal de recompensa honorífica acompañaba a las coronas y palmas de los atletas vencedores.

La creación de este símbolo se atribuye al matemático inglés John Wallis (1616-1703), que lo aplicó para representar el concepto de infinitud, proporcionándole un valor mayor que el número más alto posible, por lo tanto, inacabable. No es un número real, sino una idea que nunca termina.

El uso del ∞ dominó rápidamente las matemáticas y otros contextos entre los que no falta el tarot, la joyería (amor eterno), las ciencias o las artes ocultas que lo consideran una representación de lo inconmensurable.

Esta línea que no termina, que dibujamos sin levantar el lápiz y que podemos trazar hasta el cansancio, tiene unos orígenes bastante difusos, y no hay datos que confirmen si Wallis se inspiró en alguno –o en ninguno– de los símbolos antiguos que pueblan la historia como, por ejemplo, el que resulta más similar, la serpiente uróboros que se muerde la cola, propia de las culturas griega y egipcia y de la que se valen en alquimia y religión para hablar de la eternidad, de equilibrio, de orden cósmico. O si, como apuntan otras fuentes, se basó en la representación en cursiva de la letra latina m del siglo VII, como signo del número mil y, por extensión, de un valor muy grande.

Este ocho tumbado transcendental en matemáticas sirvió en diversas culturas para representar el tiempo sin fin, el renacimiento, la renovación constante, la unidad, el círculo de la vida…

Un símbolo que viaja de lo práctico a lo maravilloso, que da pie a muchas metáforas y encierra muchos significados en torno a lo infinito. Estos son los que recoge la RAE en el Diccionario de la lengua española, ya sea como adjetivo: que no tiene ni puede tener fin ni término; muy numeroso o enorme; como sustantivo: lugar impreciso en su lejanía y vaguedad; en una cámara fotográfica, última graduación de un objetivo para enfocar lo que está distante; valor mayor que cualquier cantidad asignable; signo con que se expresa el infinito, o como adverbio: infinita o excesivamente.

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