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Emilio Lledó, pensador, divulgador, docente...
Miembro de la RAE desde 1993, ocupando la letra ‘ele’ minúscula.
18 de septiembre de 2024. Estandarte.com
Qué: Emilio Lledó, una vida dedicada a la filosofía.
Los premios se han sucedido en los últimos años para el académico Emilio Lledó. El último lo recibió el pasado mes de diciembre y llegó por parte del Gremio de libreros de Madrid. Habrá sido muy apreciado por el filósofo, pues el libro, el amor por los libros, es uno de los pilares de su trayectoria. Como destacó la presidenta del Gremio de Libreros, Reyes Díaz-Iglesias, “los ensayos publicados por Lledó nos remiten de manera continua a los libros. Emilio Lledó es memoria y palabra. Su amor por la escuela pública y sus maestros, por los libros, la lectura, las librerías y los libreros lo convierten en un referente moral de una sociedad que vive momentos de desconcierto e incertidumbre”.
Para Emilio Lledó, uno de sus más tempranos referente fue su maestro en Vicálvaro, donde llegó de niño, procedente de su Sevilla natal. De él aprendió a conocer la actualidad de los clásicos y su permanente utilidad. Su amor por ellos, su curiosidad, tuvo continuidad en los estudios de filosofía. Lledó cursó esta disciplina primero en Madrid, con Julián Marías y luego en Alemania. Allí las enseñanzas de maestros como Gadamer o Regenbogen se entreveraban con las penurias de los españoles que habían llegado a ganarse la vida: Emilio Lledó les ayudaba con el idioma. Durante una década fue profesor en Heidelberg. A mediados de los años sesenta Lledó volvió a España: primero fue profesor en Valladolid, luego se trasladará a La Laguna (Tenerife) como catedrático de filosofía y a finales de la década llegará a Barcelona para impartir Historia de la Filosofía. Finalmente Emilio Lledó acabará regresando a Madrid para ocupar el cargo de rector de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Durante un paréntesis en esta actividad, Lledó volvió a Alemania, pues en 1988 fue nombrado miembro vitalicio del Instituto para Estudios Avanzados de Berlín. En esa época berlinesa escribió dos de sus grandes obras: El silencio de la escritura, que fue Premio Nacional de Ensayo en 1992, y El surco del tiempo, sobre el Fedro de Platón. Anteriormente había definido su aproximación tangencial y abierta a la filosofía desde otras disciplinas como la historia o la lengua en Filosofía y lenguaje (1971) y Lenguaje e historia (1978). Luego llegó su exitosa revisión del epicureismo en el libro del mismo título: con tres documentos, tres textos, Lledó demostró el interés que la corriente helenística podía tener en el presente.
Junto a Epicuro, Platón y Aristóteles son dos de los autores más queridos y apreciados de Emilio Lledó. A ellos les dedicó La memoria del logos, un minucioso recorrido sobre los diálogos de Platón, y Memoria de la ética, que gira en torno a la moral de Aristóteles. Los recuperará en El origen del diálogo y de la ética. Una introducción al pensamiento de Platón y Aristóteles, del 2011. En los últimos años de su producción literaria son destacables las recopilaciones de artículos agrupados temáticamente como Elogio de la infelicidad, El marco de la belleza y el desierto de la arquitectura, así como Ser quien eres (2009), que reúne escritos y opiniones sobre la educación. Uno de los más recientes, de 2015, es el “diálogo entre filósofos", mantenido con Manuel Cruz, titulado Pensar es conversar. De 2017 es su amplísimo volumen de conversaciones: Dar razón.
Miembro de la RAE desde 1993, ocupando la letra ‘ele’ minúscula, ha recibido en los últimos años numerosos e importantes galardones entre los que destacan el Premio Nacional de las Letras, en 2014, “por su pensamiento y dilatada obra, que armoniza la filosofía del Logos, la hermenéutica, el valor estético y ético de la palabra, la defensa de la libertad y reivindica la vocación docente”, en palabra del jurado. Asimismo, el jurado quiso destacar también su modo de ofrecernos una vía filosófica propia, en la que el saber antiguo ayuda al saber presente.
Otro importante galardón llegó en 2015, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades por la trayectoria de Emilio Lledó y como referente intelectual y ético. Tras recibir el último, el Premio Leyenda del Gremio de Libreros madrileños, tuvo un recuerdo especial para el maestro que le enseñó a leer porque le hizo conocer lo que significaban «la creación de la libertad y los estímulos intelectuales de la lectura y los libros» y también, apuntando quizá hacia donde van sus próximos intereses literarios y filosóficos, para Kant «que se enfada y me reprocha que hace ocho o diez años que no lo estudio».
Además de las distinciones mencionadas, Emilio Lledó ha recibido también el Premio Alexander Von Humboldt (1990); el Premio Internacional Menéndez Pelayo (2004) en reconocimiento a su trayectoria como investigador y docente en Humanidades; el Premio Fernando Lázaro Carreter (2007) de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez; el Premio María Zambrano (2008); y el Premio José Luis Sampedro (2014).
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