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La vida secreta de las vacas, Rosamund Young

La fascinante vida de unos animales muy parecidos a los humanos.

04 de marzo de 2020. Estandarte.com

Qué: La vida secreta de las vacas Autora: Rosamund Young Editorial: Seix Barral Año: 2018 Páginas: 240 Traducción: Carles Andreu Precio: 18 € Prólogo: María Sánchez y Alan Bennett

La vida secreta de las vacasLa autora de La vida secreta de las vacas, Rosamund Young, regenta la granja Kite’s Nest, en Worcestershire (Inglaterra), junto con su pareja Gareth y su hermano Richard. En ella, la vegetación crece de forma silvestre y los animales, alimentados exclusivamente de hierba, reciben un trato y una consideración excepcionales: no son parte de la familia, son la familia. 

Y como cualquier familia, la de Rosamund Young tiene sus historias, sus preferencias, sus rencillas también, y sus secretos. La vida secreta de las vacas airea algunos de esos secretos. Cuenta, por ejemplo, que las vacas son capaces amar, se divierten practicando todo tipo de juegos y son capaces de establecer lazos de amistad y vínculos profundos que duran toda una vida. También tienen sus preferencias. Se enfurruñan y guardan rencor. Pueden ser de lo más vanidosas. Algunas son muy ágiles a la hora de aprender y otras son cortas de entendimiento. Las hay orgullosas, tímidas, amables y creativas de formas inesperadas. Y aunque la gran parte de su día consiste en comer, siempre sacan tiempo para actividades «extracurriculares», como el babysitting, jugar al escondite, recolectar moras o pelearse tercamente con un árbol. En resumen: son tan variadas como los humanos. Y ese es el secreto mejor guardado de este libro. La causa también de su éxito, al que, sin duda, acompaña la forma de contarlo. Con un estilo muy cálido y cercano, Young recurre al humor y a la ternura, salpicándolos de anécdotas que hacen su hueco en la memoria del lector.

“Siempre estuvimos muy orgullosos de nuestro rebaño de vacas. Las ordeñábamos, las llamábamos por sus nombres, las acariciábamos y disfrutábamos de su individualidad”, explica Young, quien a los trece años afirma haberse dado cuenta “de que también entre ellas existía afinidad”. Cuenta a continuación la historia de Rayito de Sol y Rayito de Luna, madre e hija, que después de haber sido separadas para ir una, junto con sus compañeras, a un nuevo lugar de pastoreo, mientras la otra se quedaba en la granja con las lecheras, se volvieron a encontrar pasados tres meses. “(…) nos dimos cuenta de que, durante varios días después de reunir las dos mitades del rebaño, Rayito de Sol y Rayito de Luna, madre e hija, pasaban el día entero juntas, en el patio y en el campo, hablando de los últimos tres meses, sin revelar ninguna emoción pero muy felices de volver a verse. Cuando las habíamos separado no se habían añorado. Como era una vaca lechera, Rayito de Sol no había criado a su hija y, de hecho, ni siquiera sabíamos que se reconocían, pero aquella muestra de afecto mutuo nos abrió los ojos a un mundo completamente nuevo, el de las amistades bovinas”.

Los testimonios de amistad, afinidad y relaciones bovinas son abundantes en La vida secreta de las vacas. Funcionan como capítulos o relatos cortos de una novela con sus personajes, las vacas, cada una con su nombre propio. También hay diálogos, claro, porque los animales en este libro hablan como en la fábulas y Young sabe su idioma. Así relata que Wizzie, tuvo un ternero, una preciosa vaquilla a la que llamaron Meg. “Le dijo a su hija que era la mejor y ella la creyó. En cuanto llegó el invierno y el barro se convirtió en un problema cotidiano, Meg dejó claro que detestaba ensuciarse las patas color caoba” hasta el punto de desarrollar el ingenio y conseguir subir al granero subiendo doce peldaños. Dolly también es una vaca de esas parlanchinas que “habla” con sus terneritos y les instruye en esto de la vida… bovina: “Dolly los acicalaba a diario, los protegía y animaba, y les enseñaba a desconfiar de los seres humanos. «No son como nosotros —les decía—. De vez en cuando pueden ser útiles, principalmente para conseguir heno en invierno, pero no es obligatorio confraternizar con ellos» Todos seguían su consejo”.

Rosamund Young demuestra en las páginas de La vida secreta de las vacas que no hacen falta costosos y largos viajes para vivir aventuras fascinantes con los animales; basta con tener la paciencia de conocerlos y poner cariño al cuidarlos para aprender su idioma y comprenderlos. Este libro ejerce de intérprete y nos acerca a un mundo cercano al que quizá por demasiado cotidiano no le prestábamos demasiada atención.

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