Inventario ilustrado de los árboles

29 de junio de 2023. Estandarte.com

El prólogo de este Inventario ilustrado de los árboles es como una invitación a una excursión por el bosque y conduce al lector al territorio de las frondosas, las coníferas y las palmeras. Ellas marcan las tres partes en las que se organiza el libro.

Antes, además del citado prólogo, se despliega en una doble página un vocabulario ilustrado del que se sale familiarizado con algunas pistas para reconocer y distinguir especies y dominando términos como, por ejemplo, los estomas o los lenticelas.

Con esa información en la mochila, comienza el viaje con la escritora Virginie Aladjidi y la ilustradora Emmanuelle Tchoukriel como guías. La primera etapa es la más larga y en ella se detienen en las frondosas, organizándolas en cuatro capítulos: árboles con hojas de limbo único y borde liso; con hojas de limbo único y borde dentado o espinoso; con hojas lobuladas, y con hojas compuestas. Más breve es la incursión en las coníferas y, más aún, la de las palmeras.

Cada parada del libro es una ficha sobre una especie. Al nombre común y científico y a la altura y edad máxima que puede alcanzar, le sigue una descripción breve, clara y concisa que destaca de cada árbol lo más característico.

Así, del higuerón o matapalo se subraya su carácter estrangulador; del durián, su dependencia del murciélago Eonycteris spelaea o lo atractivo que resulta para el elefante; del almendro, el crecimiento helicoidal; del ciprés calvo, que algunas de sus raíces salen de la tierra para permitir que respire. En muchos casos, un breve apoyo ofrece información adicional, a veces sobre las hojas, otras sobre los frutos, los troncos…

Y en todos los casos, este valioso trabajo de síntesis divulgativo para todos los públicos (está recomendado a partir de seis años) se arropa y complementa con los dibujos de Tchoukriel. Formada en el dibujo científico, esta ilustradora maneja el arte de los naturalistas de siglos pasados para atrapar las siluetas de los árboles, sus hojas, sus cortezas y los animales que conviven con ellos.

Aleja y acerca el zoom para captar la imagen general y pararse en un detalle concreto. Con rotring y tinta china traza los perfiles y con acuarelas colorea y crea ese juego de transparencias que tan bien refleja las distintas texturas. Sus ilustraciones son fieles y muy bellas.

El inventario recoge 57 especies de las decenas de miles que existen en el mundo, como indica el prólogo. En ese texto se contextualiza el tema exponiendo datos como que los bosques cubren en 30 por ciento de la superficie terrestre emergida o que los árboles impiden la erosión de los suelos y la desertificación del paisaje. Se señala la función social, económica y simbólica de los árboles y se subrayan aspectos medioambientales como la amenaza de desaparición de algunas especies.

Las fichas van incidiendo en estas materias y así, a lo largo del libro, se descubren cuestiones interesantes y curiosas como por qué los sarcófagos egipcios se fabricaban con madera de tilo silvestre, por qué el aliso se ha asociado con la muerte, por qué en la antigüedad bajo el roble se impartía justicia, qué tiene de especial la madera del carpe común para que con ella se fabriquen cepillos y piezas para pianos o qué está provocando el cultivo en palmerales de la palma africana de aceite.

Mucha información, presentada de forma didáctica y muy atractiva en una preciosa edición de Faktoría K de Libros (Kalandraka), que recoge en su catálogo otros inventarios de las mismas autoras: frutas y verduras, dinosaurios, animales, animales con cola, mares, aves, flores e insectos. La traducción es de Pedro Á. Almeida en la versión en castellano (también se edita en gallego, catalán, euskera y portugués).