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El sonido de la naturaleza, Carlos Hita

Una deliciosa guía de sonidos de la naturaleza que se lee y se escucha.

21 de noviembre de 2022. Estandarte.com

Qué: El sonido de la naturaleza. Calendario sonoro de los paisajes de España Autor: Carlos de Hita Moreno Editorial: Anaya Touring Año: 2021 Páginas: 192 Precio: 22,90 €

El sonido de la naturaleza, de Carlos Hita es un viaje por la geografía española a través de las estaciones del año y de su paisaje sonoro.

Desde enero a diciembre, Carlos de Hita nos muestra la banda sonora de la naturaleza. Enero es el mes del silencio. Febrero es tiempo de indicios. En marzo es todo inevitable: el deshielo y las grullas vocingleras.

 

En abril los campos y bosques asisten a la llegada por oleadas de los que se fueron. Cada día asoman nuevas golondrinas, cucos, currucas, mosquiteros, papamoscas, codornices, abejarucos, carracas, chotacabras… Cada día una nueva voz se une al concierto natural. En mayo todo se consolida. El concierto es un jolgorio, animado por la incorporación de las voces de los recién nacidos. Junio trae los primeros calores severos, y el calor en el campo también suena: rasca la sierra sin fin de las chicharras, bordonean los insectos polinizadores.

 

Los campos se agostan en julio: la mayoría de las aves ya han terminado de criar y no encuentran motivo para disputar y los corzos, ellos sí, ladran sus celos por los bosques. Si julio pasa rápido, en agosto, en realidad, es como si no sucediera nada. Exhaustos los campos, secas las charcas y lagunas, se interrumpen las cantatas de voz rota de los anfibios, y la mayor parte de las aves migrantes hacen mutis por el foro, sin mucho que decir en la despedida. Solo los insectos y el zumbido de las moscas rellenan el fondo sonoro. Septiembre, tiempo de berrea. No hay acontecimiento sonoro que marque más nítidamente el cambio de estación. Por los montes de media España resuenan los bramidos de los ciervos, que, para demostrar una vez más que el calendario es una cinta continua, entran en celo cuando la mayoría se prepara para la pausa invernal en ciernes.

 

Llega octubre y las noches de niebla pronto lo serán de escarcha, y son muchos los animales que se dedican a comer, a engordar, en previsión del mal tiempo por venir. En noviembre vuelven los grandes estrépitos, pero concentrados en unos pocos puntos calientes: algunas lagunas en una tierra cada vez más seca, y en las dehesas por las que deambulan las bandadas de palomas torcaces. O en los dormideros, donde formidables concentraciones de aves realizan sus danzas vespertinas envueltas en el griterío ensordecedor que emerge de miles de gargantas. Llega, al fin, diciembre y el año no descansa. Así que, unos días después, podremos decir aquello de año nuevo, la vida como siempre.

 

Cada texto de El sonido de la naturaleza. Calendario sonoro de los paisajes de España de Carlos Hita se acompaña de bellas ilustraciones de Francisco J. Hernández y 70 códigos QR para reconocer a cada uno de sus protagonistas.

 

Es sorprendente alejarse de la ciudad y dejar de escuchar los coches, los pitidos, las alarmas, y sirenas, las voces y otros muchos ruidos con los que convivimos. Escuchar los animales, las plantas, los insectos, el curso de un río, la brisa o el sonido de una tormenta en verano contribuyen a disminuir los niveles de estrés, a mejorar el rendimiento cognitivo y ayudan a regular la frecuencia cardíaca y la presión arterial.

 

¿Cuántas veces te has parado a escuchar el sonido de la naturaleza? Abrir las páginas de El sonido de la naturaleza. Calendario sonoro de los paisajes de España, editado por Anaya Touring, es escuchar las voces de la naturaleza. 

 

A cualquier hora del día y a lo largo de las cuatro estaciones de Hita se ha mantenido a la escucha, micrófono en mano, y ha realizado un trabajo de años para capturar la banda sonora de la naturaleza en España. En El sonido de la naturaleza nos ofrece un doble relato: el literario, a menudo escrito sobre el terreno, y el sonoro, en el que ya no es él, sino la propia naturaleza la que se cuenta a sí misma con sus propias voces: las canciones de las aves, el croar destemplado de los anfibios o el aullido del lobo. Siempre contra un telón de fondo, formado por el silencio invernal, las estridencias de los insectos en los días de primavera o el retumbo de la tormenta en las tardes de verano que dan paso al otoño. “¿Por qué no hacer un calendario sonoro?”, se pregunta el propio autor y explica que “cada página, en vez de una imagen contra un lienzo en blanco, es una canción contra el silencio”.

 

En el libro además se mezclan los sonidos con las ilustraciones de Francisco Hernández. Imágenes bien delineadas unas veces, trazos inacabados y manchas de color otras, que captan admirablemente el movimiento o la presencia sutil de un animal. “La imagen abocetada y la grabación sonora están, conceptualmente, muy cerca. Una línea difusa, indefinida, sin un principio ni un fin claros, tiene mucho en común con una línea sonora que empieza y termina con un ataque suave, pierde sus perfiles en la distancia y, como la pintura en el papel, se diluye en el aire. A menudo en una atmósfera húmeda, como una acuarela”, relata Carlos de Hita en las primeras páginas del libro.

 

Así, de oídas, el paso del año transcurre como una secuencia envolvente en la que las voces descriptivas de los animales, las que nos dicen quién está ahí y qué está haciendo, resuenan contra un fondo más o menos silencioso, más o menos tejido con ruidillos y rumores. “Como cualquier otro, ese calendario sonoro no es más que la descripción de una cinta sin fin”, afirma el autor.

 

Afortunados, vivimos en una especie de tierra de nadie en la que los ciclos de la naturaleza ni empiezan ni acaban de una manera bien definida. Lejos de los drásticos contrastes estacionales del norte, o la monotonía de los trópicos sin estaciones, en nuestras latitudes medias no hay dos jornadas iguales, en los campos nunca se repite la misma canción. Los acontecimientos de un día son una secuela de lo sucedido el día anterior, y un anticipo de lo que sucederá al siguiente.

 

De los estorninos pintos en la laguna del Taray en Toledo a los búhos de los pinares piñoneros del Aljarafe sevillano o las gaviotas de las islas Cíes; los azulones, cercetas, silbones, rabudos, frisos, cucharas y colorados de las lagunas de la Mancha Húmeda, la pelea de unos gorriones por un grano de cebada o el canto de la perdiz roja en la campiña de Badajoz, el agua que adopta todas las voces en la Alhambra de Granada, o la espera de un corzo en Valsaín, en la Sierra de Guadarrama (Segovia), lugar de residencia de Carlos de Hita y donde aún se refugia y sigue capturando algunos de los sonidos que conforman el paisaje sonoro de España.

 

“Una espera en el campo nunca decepciona. Ocasionalmente, como destellos en la oscuridad, se escuchan voces aisladas, gritos que rompen por unos segundos el silencio, la quietud de la noche. Llevo aquí tantas horas que tengo las pupilas completamente dilatadas y veo la noche con la mirada de un búho, y hasta la tenue luz de las estrellas sería suficiente.”

 

Carlos de Hita (Madrid, 1959) es especialista en la grabación del sonido de la naturaleza y el paisaje sonoro, actividad que comenzó a practicar hace más de 30 años. Es guionista de documentales, publica un blog sobre la naturaleza y sus sonidos y colabora desde hace años en la Cadena SER.

 

Ha participado en la grabación y montaje de bandas de sonido ambiente para documentales y largometrajes. También ha publicado varias colecciones de discos sobre paisajes sonoros naturales.

 

Carlos Hita es autor de varias guías de viajes por la naturaleza, publicadas por Anaya Touring. En 2016 recibió el XI Premio de la Fundación BBVA a la Difusión del Conocimiento y Sensibilización de la Biodiversidad en España.

 

Desde hace más de 20 años vive junto al bosque de Valsaín, en la Sierra de Guadarrama en Segovia.

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