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La gota de sangre, de Emilia Pardo Bazán

La primera novela de detectives española, escrita por la mujer que se adelantó a todas las grandes damas de la literatura detectivesca.

16 de marzo de 2024. Estandarte.com

Qué: La gota de sangre Autora: Emilia Pardo Bazán Editorial: Siruela Año: 2023 Páginas: 88 Prólogo: Alicia Giménez Bartlett Precio: 15,95 €

Emilia Pardo Bazán se adelantó a todas las grandes damas de la novela negra y fue pionera en España en el cultivo de la literatura noir o detectivesca. Antes de la publicación de La gota de sangre en 1911, no había en España referente alguno de un género que ya triunfaba en otras latitudes.

El relato La gota de sangre de Emilia Pardo Bazán es una pequeña joya recuperada por Siruela en su colección Clásicos Policíacos. El relato encaja perfectamente en el contexto literario de finales del siglo XIX, en el que el género noir crecía en popularidad en el Reino Unido con las pesquisas del Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, el Padre Brown de G. K. Chesterton o los cuentos de Edgar Allan Poe.

Pardo Bazán creó su propio detective, Ignacio Selva. Con La gota de sangre podríamos decir que se adelantó a Agatha Christie, que hasta 1920, nueve años después, no presentó a su Hércules Poirot en El misterioso caso de Styles.

«Sin duda el trazo principal de este texto es la originalidad. Nos encontramos frente a una doña Emilia que subvierte todos y cada uno de los estereotipos del género. Se las compone para que el detective ocasional sea al tiempo un sospechoso de cara a los agentes de la ley: policías y jueces. Pero no solo eso: suplanta a la policía, les da órdenes, les escamotea información y es él quien impone el ritmo y las pausas de las pesquisas. Finalmente, sin despeinarse demasiado, toma las riendas de la investigación, participa en ella activamente y, a escondidas de los agentes del orden, resuelve el crimen. Justamente en la resolución del crimen es cuando la autora ejecuta la pirueta más llamativa. ¿Resolución del caso implica detención del culpable? No pienso destriparles el desenlace. Solo les diré que, tal y como es prescriptivo, todo cuadra y, a su modo, la justicia resplandece», señala acertadamente Alicia Giménez Bartlett en el prólogo a esta edición de Siruela.

Tal y como añade la escritora y periodista español Marta Rivera de la Cruz, «cuando Emilia Pardo Bazán escribió La gota de sangre el género negro era un territorio exclusivamente masculino».

Emilia Pardo Bazán es directa en su estilo y avanza la acción a base de diálogos bien estructurados, punzantes a veces y rápidos siempre. Como muestra de ello, así comienza La gota de sangre:

 

Para combatir una neurastenia profunda que me tenía agobiado —diré neurastenia, no sabiendo qué decir—, consulté al doctor Luz, hombre tan artista como científi- co, y opinó sonriente:
—Usted no necesita cuidarse… sino todo lo contrario.
—¿Descuidarme?
—Casi… Tratamiento perturbador. Hacer cosas que presten a su vida violento interés. Lo que padece usted es atonía, indiferencia: le falta estímulo. ¿No podría usted enamorarse?
—Me parece que no. Las mujeres, para un rato. Y aun ese rato lo suelen envenenar. Y las que no lo envenenan, empalagan. Mal remedio, doctor, mal remedio.
—¿No le agradan los viajes?
—¿Viajes? ¿El Gladstone, el Baedeker, las fondas? Me sé de memoria a Europa, y como no busque aventuras a lo Julio Verne… Ya no quedan más viajes emocionantes que los viajes en aeroplano…
—Pues no viaje usted por tierras; explore almas. No hay vida humana sin misterio. La curiosidad puede ascender a pasión. Para una persona como usted, que posee elementos de investigación psicológica…

 

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